Cómo sobrevivieron los productores de dulces con la pandemia

Para los productores mendocinos, el efecto pandemia fue aún peor porque gran parte de su mercado era el turismo.

Cómo sobrevivieron los productores de dulces con la pandemia
Imagen ilustrativa. / Los Andes

La reducción del consumo de golosinas, durante 2020, obligó a muchas empresas locales de dulces a reacomodarse para sobrevivir a la primera ola del Covid-19. Enfrentando la segunda ola, las estrategias de adaptación son distintas para cada empresa.

Una particularidad en el consumo de golosinas es que no suele tratarse de una compra premeditada, sino que se actúa por impulso. Se maneja mucho por la persona que camina en el centro y “se tienta” con un dulce, o aquel niño que mira una golosina y pide a los padres que se la compren.

Para los productores mendocinos, el efecto pandemia fue aún peor porque gran parte de su mercado era el turismo, con elaboraciones de tipo regional como alfajores con malbec, dulces de alcayota y pasas con chocolate. Los consultados coincidieron en la merma de ventas y cómo debieron adaptarse más allá de los protocolos sanitarios.

En el caso de Chocolezza, su gerente, Marcos Juárez, comentó que, además de chocolates y alfajores de dulce de leche, trabajan con sabores cuyanos como alcayota, higo, manzana y membrillo. La reducción del turismo acortó las ventas y, para mantener los puestos de trabajo, este año invirtieron en una fábrica de helados.

“Empezamos a elaborar alfajores helados y fue un boom de ventas. Con eso logramos mantener las fuentes de trabajo. Tenemos los gustos clásicos pero vamos innovando. La idea es presentar a la gente una gama de helados de chocolate. Siempre uno se tiene que distinguir para marcar la diferencia”, indicó Juárez.

Otra adaptación de Chocolezza fue trabajar más en el comercio electrónico, con ventas por WhatsApp, Pedidos Ya, Tienda Nube y redes sociales propias. Además, la empresa está por poner en funcionamiento una fábrica de churros móvil con la modalidad de food truck incluyendo una maquinaria traída desde España.

Un panorama distinto es el de la Confitería Española, una empresa nacida en 1913 y que es conocida (entre otras cosas) por elaborar las “tabletas mendocinas” con dulce de alcayota, populares entre turistas. Su propietario, Raúl Marín, calcula que, con la caída del turismo, “se vino abajo un 80 % de la venta de esas tabletas”.

Además, Marín contó que atendía por las mañanas a 16 hoteles y hoy sólo trabaja con cuatro. La situación hizo que enfocaran sus esfuerzos en la producción de otros panificados, pero los altos aumentos en materias primas de hasta 120%, complican cerrar los números a fin de mes.

“Gracias a Dios seguimos trabajando, pero es una brutalidad cómo han subido los precios y la venta se reduce. En 2019 me trasladé a este local de calle Perú y tenía 22 empleados. En este momento tengo sólo nueve empleados. Es una realidad bastante triste”, describió el propietario de Confitería Española.

Nuevos productos y mercados

Carlos Smovir, presidente de La Cabaña de Mendoza, hizo un balance del año pasado y consideró que ayudó enfocarse en marcas blancas, marcas de cadenas de supermercados y otros productos, ajustando la rentabilidad para mantener el volumen. “En turrones y confituras, con un supermercado logramos vender más. Cada uno se reinventa como puede”, analizó.

Una golosina clásica de La Cabaña desde su fundación en 1978 son las pasas de uva bañadas en chocolate, un producto muy buscado por turistas, que llegó a exportarse a Colombia, Chile, Brasil y Estados Unidos. Actualmente, venden esa golosina a otras provincias del país, especialmente en Tucumán, San Juan y San Luis.

Como parte de su reinvención, este año, tras un estudio de mercado, desarrollan un cacao en polvo con leche que sólo requiere agua para hacer chocolate caliente. “Lo proponemos como un producto criollo, aprovechando las Fiestas Patrias como el 25 de Mayo y que se acerca el invierno. Sería un chocolate caliente listo. No haría falta agregarle leche”, describió Smovir.

Enzo Altamirano, encargado de Portal del Viento, comentó que un 90% de su producción se destinada al turista y, cuando se cerraron las fronteras, el panorama parecía devastador: “En febrero de 2020, abrimos un local junto a Plaza Independencia. No habíamos pagado el primer alquiler y se decretó el cierre. Nos salvó poder vender al resto del país”.

Actualmente poseen dos locales y trasladaron su fábrica, donde producen alfajores con gustos especiales, como malbec o moscatel, chocolate en rama, bombones y trufas, entre otros productos.

“Seguimos creciendo en el día a día, adaptándonos a todo esto. Nosotros no queremos perder la calidad. Podríamos hacer más de 20.000 alfajores por día pero, para eso, tenemos que industrializarnos y quizás se perdería ese sabor y ese cariño. Cada alfajor está envuelto a mano”, ilustró el encargado de Portal del Viento.

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