Dos años atrás, Julián Groisman, vicepresidente ejecutivo del Grupo Presidente, mencionaba, en una entrevista con Los Andes, que la empresa tenía dos proyectos turísticos hoteleros muy ambiciosos, uno en Ciudad y uno en Valle de Uco, en los que ya estaban avanzando. Por estos días se conoció uno de ellos: el hotel cinco estrellas que construirán en plena Quinta Sección.
Desde la empresa informaron que se tratará de un emprendimiento “único en Sudamérica” y que llevará “la hospitalidad de Mendoza a un nuevo nivel”. Aunque prefirieron no precisar, por el momento, cuáles serán los elementos distintivos de la propuesta, la describen como una “fusión de épocas, transformación y evolución: el nuevo hotel en la Quinta Sección será símbolo del encuentro entre el pasado y el futuro, ofreciendo una experiencia de lujo sin igual en la región”.
La iniciativa, de alta gama, se sumaría a los cuatro hoteles cinco estrellas que hay en la provincia: Park Hyatt, Sheraton, Diplomatic y Hilton. Sí difundieron que la nueva estructura se levantará detrás del edificio existente “respetando y restaurando la edificación actual, con el objetivo de crear un ícono urbanístico en esta privilegiada ubicación”.
También detallaron que “la arquitectura del hotel destacará por su uso elegante y distintivo del ladrillo, creando una fachada serena e imponente. Tres portales enmarcados en arcos ligeramente ojivales le otorgarán una personalidad única al proyecto, asegurando la conservación y protección de la edificación existente en el frente del terreno”.
El edificio de la Congregación de las Hermanas del Buen Pastor, cuya piedra fundamental se colocó en 1901 y cuyo templo fue consagrado en 1933 por el obispo José María Orzali, tiene una extensa fachada, que abarca casi la mitad de la vereda sur de la cuadra entre Olascoaga y Martínez de Rozas. Esta es la construcción que desde el Grupo Presidente quieren asegurar que se conservará y valorizará.
También consideran que la propuesta sumará más opciones de experiencias para los visitantes y residentes en la provincia, con el plus de la cercanía al parque General San Martín, la avenida Arístides Villanueva con su oferta gastronómica y la diversa oferta cultural de la Ciudad.
“Con el aumento de la conectividad aérea, este hotel se posicionará como un motor para la economía de Mendoza, fortaleciendo uno de los ejes clave de la matriz económica local”, plantearon y resaltaron que el desarrollo del emprendimiento generará 200 puestos de trabajo directos e indirectos.
Adrián González, gerente de Mod Hotel e integrante de la comisión directiva de la Asociación Empresario, Hotelera, Gastronómica y Afines de Mendoza (Aehga), consideró que este emprendimiento aporta a la plaza porque suma una nueva opción para el segmento ABC1. “Me parece súper positivo, porque nos posiciona como la segunda provincia del país con mayor cantidad de hoteles de cinco estrellas”, resaltó.
Esto, en particular, en un momento en el que la ocupación es baja, por lo que indicó que es destacable que haya gente dispuesta a invertir y realizar este tipo de apuestas, que contribuyen al desarrollo turístico de la provincia.
Preocupación vecinal
El anuncio de la nueva edificación generó preocupación en quienes viven en el entorno, por el impacto que puede llegar a tener la construcción, por el hecho de que el edificio existente tiene valor patrimonial y porque, cuando el hotel esté operativo, implicará un importante movimiento vehicular en la zona.
Claudia contó que, hace unos cinco años, nivelaron una parte del terreno, pero no volvió a haber más movimiento hasta ahora, cuando los vecinos vieron máquinas otra vez. Reconoció que a nadie le gusta que le construyan un edificio alto al lado, pero que, sobre todo, le preocupa que la iglesia es patrimonio cultural y que la construcción puede provocarle un daño porque se encuentra demasiado cerca.
Sumó que ella solía ir a misa cuando era chica y que escuchó que había una parte subterránea, por lo que insistió en la importancia de cuidar la edificación. Asimismo, mencionó que hay una escuela a un par de cuadras y que, en los horarios de entrada y de salida, con las dobles filas, el tránsito se complica mucho, lo que podría empeorar con la afluencia de turistas que se alojen en el nuevo hotel.
Como contraparte, planteó que sería bueno que se valorizara la edificación de la Congregación de las Hermanas del Buen Pastor, porque hoy la fachada está oscura y casi abandonada. “Veremos cómo resuelven el aspecto patrimonial”, indicó.
Otra vecina, Mónica, señaló que la zona es residencial y que este tipo de emprendimiento alterará la idiosincrasia del lugar. Acotó que quienes viven en el sitio están preocupados, porque ya sufren el colapso del tránsito y los servicios. Y sumó que la altura proyectada para la edificación perjudicará a los residentes del entorno y que se han modificado las normas de la construcción para habilitarlo.
Más de un siglo de historia
Un artículo publicado en 2010 por Graciela Verdaguer, del Instituto de Historia del Arte, de la Facultad de Filosofía y Letras (UNCuyo), sobre “Ramón Subirats y los murales de la iglesia del Buen Pastor de Mendoza”, permite conocer un poco de la historia de la edificación, de los murales que contiene la iglesia -que será preservada- y de la misma congregación.
El texto detalla que la construcción se realizó en un predio de cinco hectáreas que las Hermanas del Buen Pastor compraron gracias a las contribuciones de los fieles y la venta de parte del antiguo solar. En el siglo XIX, el terreno limitaba con las calles Alto Godoy (hoy Tiburcio Benegas), Unión y el callejón Ortiz. Tenía una casa que pertenecía la familia de don Eloy González -el vendedor- y unas bodegas. Parte de ese amplio lote se fue vendiendo para sustentar a la comunidad.
“Desde el exterior observamos una estructura con tres portales en marcados en arcos apuntados. El primer vano nos conduce al solar donde vive la congregación y los dos últimos forman parte de la iglesia. Estas aberturas se cierran mediante sólidas puertas de madera labrada. Las ventanas están cubiertas de rejas por curvilíneas. En la fachada de ladrillo visto se han realizado dibujos geométricos sencillos, especialmente en las cornisas y en los arcos que delimitan puertas y ventanas. El conjunto es austero: impera en él simplicidad acorde con la orientación espiritual de esta congregación religiosa, que cumple con el voto de pobreza, obediencia, castidad y celo apostólico”, detalla Verdaguer.
En cuanto a los murales, explica que Ramón de Subirats -nacido en Barcelona en 1891- ya era un artista consagrado en 1930, cuando se le encarga la decoración de la capilla del Buen Pastor. Pero se destacaba por sus retratos y este pedido lo llevó a incursionar en un nuevo desafío: la pintura religiosa, con el que la autora considera que logró una de sus más hermosas creaciones. La tarea le demandó tres años de trabajo constante.
“La vida de las pinturas murales depende de la conservación de la construcción donde están emplazadas; en especial, el estado de los muros. Por tal motivo, esta valiosa obra, con buena conservación estructural y pictórica, es un aporte inestimable al arte regional. Su resguardo y tutela aseguran la permanencia de las reservas culturales que posee la Iglesia Católica en la Argentina”, resalta Verdaguer.