La pregunta inevitable por parte de la mayoría de los consumidores que ven cómo los precios se han disparado mientras los ingresos no se han modificado -o no han seguido el mismo ritmo de incremento- es cuánto más seguirán subiendo. La idea que sostiene el Gobierno es que, con la pérdida del poder adquisitivo, el consumo caerá y eso terminará haciendo que los precios bajen, por efecto de la ley de oferta y demanda. Pero ¿es de esperar que esto efectivamente suceda?
Uno de los ejemplos de esto sería la carne vacuna, que subió fuertemente en diciembre hasta alcanzar los $ 8 mil por kilo, pero luego, ante la caída del consumo, debió ajustarse el precio de la hacienda. Y unos días antes de las Fiestas, la industria frigorífica acordó con el Gobierno ofrecer ofertas en algunos cortes parrilleros. El sector es bastante particular, porque si bien los productores ganaderos pueden retener los animales por unos días, cuando ya alcanzan un cierto peso, deben venderlos antes de empezar a perder dinero en alimento.
Algo similar sucede con las frutas y las verduras. Desde la Cámara Frutihortícola Argentina han recomendado, en reiteradas ocasiones, que se opte por consumir los productos de estación, que suelen ser más accesibles y, además, son cultivados en la provincia. Cuando los valores de una determinada fruta u hortaliza han trepado abruptamente y la mayoría de la gente deja de comprarla -como ha sucedido con el tomate-, los valores se acomodan, porque se trata de un elemento perecedero.
Supermercados
Sin embargo, en otros casos, el efecto no es tan evidente. Desde una cadena de supermercados señalaron que, aunque aún es prematuro para afirmar que se trata de una tendencia, a partir de mediados de diciembre el consumo comenzó a desacelerar, ante la expectativa de la gente de que podían venir tiempos complicados, por lo que optaron por restringir los gastos.
En el rubro alimentos y bebidas, pero también en el de productos de limpieza y cuidado personal, se conjugaron una serie de factores: el 10 de diciembre venció el programa Precios Justos, con lo que muchos artículos que venían con un atraso considerable con respecto a la suba general de precios apuntaron a recuperar rápidamente el terreno perdido; y el 31 de diciembre quedó sin efecto el “Compre sin IVA”, que durante tres meses implicó la devolución del 21% de los comercios de venta de alimentos y medicamentos.
Asimismo, ante una esperada suba abrupta de los precios cuando asumiera la nueva gestión nacional, muchos consumidores adelantaron compras -incluso las de Fin de Año-, con lo que es de esperar que cuenten con un cierto stock de ciertos productos no perecederos.
Desde la misma cadena explicaron que un buen número de proveedores, cuando se confirmó que se pasaba de una gestión con mucha regulación a otra de liberalización, trataron de pasar a precios todo el atraso que habían tenido e, incluso, algunos incluyeron una estimación de la inflación futura, con lo que hubo desde listas con 30% de actualización, hasta otras que llegaron a un 100%.
Los supermercados decidieron no comprar a los proveedores que aplicaban aumentos desmedidos y fueron agotando stocks de ciertas categorías, al punto de tener faltantes en algunas góndolas. Detallaron que esto se extendió durante todo el mes de diciembre y frenó un poco el nivel de aumentos, porque los fabricantes se dieron cuenta de que el consumo no venía tan bien.
Así, cuando ofrecían enviar al supermercado un cierto volumen, pero les respondían que mandaran menos porque no se estaba vendiendo, algunos optaron por sostener los precios, pero también por promover algunas acciones comerciales (promociones) para impulsar el movimiento, a partir de los primeros días de 2024.
De todos modos, plantearon que en el caso de los fabricantes que tienen poca mercadería, por diversos factores -principalmente, porque calcularon mal cuánto iba a vender, pero también por dificultades para conseguir insumos-, siguen ajustando por precio. En este listado, detallaron, se encuentran los insecticidas en aerosol, muy demandados en esta época y, como tienen poco producto disponible, sostienen los aumentos para ganar rentabilidad.
Comentaron que, en comparación con la primera semana de enero, hay una caída en el volumen de unidades vendidas, pero añadieron que es prematuro para poder hablar de una tendencia. Aunque, al mismo tiempo, analizaron que, cuando la gente tenga menos dinero disponible, porque las paritarias, en la mayoría de los casos, no van a acompañar el ritmo de las subas de diciembre, es de esperar que la retracción del consumo sea mayor.
Ante este escenario de los primeros días de 2024, otra cadena de supermercados lanzó una canasta de más de 200 productos a precios “convenientes”. Anunciaron que la propuesta apunta a “acompañar a los hogares de la Argentina en el cuidado de su economía” y que incluye alimentos y artículos de perfumería y limpieza, que se pueden comprar tanto en tiendas físicas como online, con todos los medios de pago habilitados.
En 2023 este descenso ya comenzó a notarse. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) reveló que las ventas minoristas pymes cayeron un 3,4% el año pasado. Solo el rubro de Calzado y marroquinería mostró un modesto aumento del 0,4%, a precios constantes, y fue el único que logró tener un desempeño positivo. Los demás ramos cerraron el año con números en descenso y la caída más llamativa fue la de Alimentos y bebidas, con un retroceso del 5,7% anual, pese a tratarse de artículos de primera necesidad.
Construcción
Diego Pérez Colman, gerente de Hipercerámico y titular de la Red Edificar, comentó que los proveedores aún no quieren reconocer la baja en las ventas, ya que plantean que en esta época del año la gente se enfoca en las vacaciones. Por otra parte, en el segmento medio y alto no se siente todavía todo el peso del ajuste, mientras el medio y popular sostiene un consumo puntual.
Sumó que empiezan a aparecer “oportunidades de compra”, pero con la advertencia de que aumentarán. Por otra parte, analizó que el incremento de los combustibles tendrá un efecto expansivo en otros sectores y consideró que la suba en las tarifas de servicios públicos se distribuirá en forma diferente según los segmentos de mercado.
“La demanda hará lo suyo con las ofertas especulativas. La carne es un ejemplo de un producto que subió y luego bajó”, expresó Pérez Colman. Asimismo, indicó que, en la empresa, que comercializa materiales para terminación de obra y remodelaciones, siguen vendiendo, pero con una intensidad menos frenética a la que se observó antes de las elecciones y la asunción del presidente Javier Milei.
Inflación de costos
El economista Nicolás Aroma, director del Centro de Economía y Finanzas de Mendoza, indicó que la caída del consumo “estabiliza los precios en un nivel en el que no pueden ser adquiridos por la mayoría”. Los dos elementos en conjunto, es decir, el aumento de precios y la disminución de las ventas son los que se vinculan con la denominada estanflación (que el mismo Milei adelantó iba a atravesar el país en los primeros meses de su gestión).
La Argentina ya vivió periodos de estanflación, en 2016, 2018 y 2019, cuando la inflación subía, al tiempo que la actividad caía. En este contexto, en general, los consumidores restringen la adquisición de bienes “de lujo” y rubros como gastronomía y esparcimiento son los primeros en ser recortados. Pero Aroma advirtió que el problema aparece cuando empieza a caer la demanda de bienes de primera necesidad.
En cuanto a lo que se puede esperar en el corto plazo, indicó que los precios seguirán subiendo y a un ritmo fuerte, porque no hay un ancla clara para frenar la inercia ascendente. Como contraparte, con la inflación estimada en los próximos meses, que será de dos dígitos mensuales, es de esperar que el consumo caiga de modo marcado.
Por otra parte, advirtió que, aun cuando la disminución del consumo frene un poco la escalada, hay precios importantes, como las tarifas, el combustible y el tipo de cambio, que si siguen subiendo arrastran al resto hacia arriba vía “inflación de costos”.
Subas desmedidas
Carlos Rodríguez, economista y docente, comentó que, impulsado por la dinámica inflacionaria, ha habido un “overshooting”. Es decir, una suba desmedida de precios, porque los fabricantes y vendedores se cubren: facturan de más, teniendo en cuenta lo que puede llegar a ocurrir, en lugar de sólo considerar el aumento de costos.
De manera que no hay una correlación entre la suba de precios y la de costos, sobre todo en los casos de productos de fabricación nacional, que utilizan insumos que se producen en el país, ya que los sueldos no se han ajustado tanto y aún no han aumentado las tarifas. Asimismo, resaltó que hay una disparidad muy marcada de valores entre distintas marcas y diversos comercios. Añadió que, generalmente, los procesos inflacionarios desatan este tipo de conductas, que no son racionales.
Rodríguez dudó de que los productos que han tenido incrementos tan importantes vayan a retroceder, pero sí consideró probable que no mantengan esta tendencia tan fuerte de crecimiento. Esto, porque si la gente restringe el consumo, en el fondo se trata de oferta y demanda. Por otra parte, indicó que hay un cierto consenso entre los colegas de que, cerrado el “grifo” de la emisión, en abril debería empezar a desacelerar la inflación y los precios relativos tenderán a ordenarse.
El economista resaltó que durante varios años se ha estado con atraso de tarifas, controles de precios y discrecionalidad en el beneficio a ciertos sectores, y ahora esta situación se está acomodando. Pero también reconoció que la pérdida de poder adquisitivo, en particular de los asalariados y jubilados, pone una restricción al consumo, que ya se está observando en el menor número de personas que han salido de vacaciones.
De ahí que estimó que en el mediano plazo empezará a haber más racionalidad en los precios, porque se ajustarán más por costos que por especulación, y porque la demanda estará restringida. Pese a esto, advirtió que los sectores más oligopólicos mantendrán el poder de imponer valores.
Licuación del peso
Lisandro Vergara Amodeo, del Centro de Estudios de Desarrollo Socioeconómico Regional (UNCuyo), planteó que no es de esperar una baja de precios en los próximos tres o cuatro meses, porque la devaluación se está trasladando a los valores. Además, hay otros precios, como las tarifas de los servicios públicos, que todavía no se empiezan a acomodar y tendrán un impacto en los costos. Estimó que la inflación en el primer trimestre o cuatrimestre no alcanzará el nivel de la diciembre, pero seguirá siendo muy alta, entre los 15 y los 20 puntos.
Indicó que el plan del nuevo Gobierno es claramente recesivo y que eso se ha visto en la temporada turística, con un nivel de actividad que cayó, como también los indicadores de industria y construcción. Consideró que el objetivo que se ha fijado es reducir la inflación en el mediano plazo, luego de un período en el que estará altísima, pero a costa de actividad y empleo.
El licenciado en Ciencias Políticas, con un posgrado en Economía y Finanzas, explicó que, en Europa y Estados Unidos, luego de la crisis causada por la pandemia, aplicaron políticas contractivas para hacer que la actividad cayera, con lo que desaceleró la suba de precios. Sin embargo, en Argentina se irá a una estanflación, es decir, irá cayendo el ritmo económico pero los valores se mantendrán altos.
Por otra parte, indicó que, aunque apenas ganó las elecciones todo parecía indicar que Milei había dejado de lado el plan de dolarizar la economía, ahora hay indicios de que están preparando el escenario para la dolarización, con diversas estrategias que están causando la licuación del peso argentino.
Sumó que los ahorros de los argentinos han perdido poder de compra, tanto si están en dólares (se necesitan más que antes para adquirir un mismo producto) como en plazo fijo (con la disminución de la tasa de interés, muy por debajo de la inflación). Y que también han licuado el sistema bancario, ya que lanzaron la última licitación de Leliq y ahora serán reemplazadas por otro instrumento, también con una tasa muy inferior a la suba de precios. Vergara Amodeo planteó que, una vez que los pesos hayan perdido aún más valor, resultará sencillo salir del cepo y dolarizar.
Por otra parte, señaló que hoy el mercado está discutiendo cuándo será necesaria una nueva devaluación, ya que, si bien el tipo de cambio subió un 118%, la inflación se está acercando a ese valor, con lo que se pierde la competitividad ganada por Argentina en el mundo (con los productos exportables).
Así, analizó, existe la posibilidad de que puedan sostener esta cotización hasta abril, ya sea porque consiguieron financiamiento externo o las variables comenzaron a acomodarse, y, con el ingreso de divisas de la cosecha gruesa podrían levantar el cepo y avanzar con la unificación cambiaria (lo que implica la renuncia a ciertos instrumentos de política monetaria). Sin embargo, si se ven obligados a devaluar a fines de febrero o marzo, se entraría en el típico ciclo argentino de devaluación-inflación y el plan no habrá tenido el efecto buscado.
Daniel Garro, titular de Value International Group, indicó que la inflación va a ir bajando, pero de a poco, porque el Gobierno, si bien va a emitir menos, no dejará de hacerlo, ya que están pasando la deuda del Banco Central al Tesoro, con lo que la entidad monetaria no va a necesitar dinero para pagar los intereses de las Leliq, pero todavía no se ha resuelto la situación de los pases pasivos.
Asimismo, el sistema financiero tiene una emisión endógena por la modalidad fraccionaria de encaje. Y, además, el déficit fiscal se va a reducir, pero no eliminar. Por otra parte, hay un contexto de caída de la demanda de pesos, porque el argentino no quiere esa moneda, lo que no va a contribuir a la solución.
El economista señaló que lo que se ha observado en las últimas semanas es, en realidad, un reacomodamiento de precios, ya que muchos estaban atrasados. Para ilustrarlo, mencionó que, en la gestión de Alberto Fernández, el queso de rallar aumentó 4.000%, mientras las tarifas apenas un 300%, lo que generó una distorsión. “Lo que se está viendo ahora es la manifestación de una inflación reprimida durante mucho tiempo en Argentina”, lanzó.
Añadió que Milei eligió un camino muy recesivo, porque no bajó la presión tributaria -incluso, la elevó- y sólo un poco el gasto (detalló que, para eliminar el déficit debería reducirlo en 25 a 30 puntos del PBI). A lo que se está apostando es a una licuación, tanto de los ahorros como del dinero en los bancos y de la deuda pública. Con la recesión que conllevará, los precios van a bajar en términos reales, aunque la inflación no permita apreciarlo en un primer momento.
Coincidió en que, con la suba de precios, en tres meses se podía llegar a diluir el efecto de la devaluación y ser necesaria una nueva, aunque es muy probable que el ministro de Economía, Luis Caputo, esté planeando un canje de deuda -por eso bajaron la tasa, para canjear con un interés menor- y luego devaluar, para volver a licuar los pasivos. Pero resaltó que el proceso será largo y a través de una recesión profunda.