El panorama se presenta muy diferente al de 2021, cuando los productores vitivinícolas temían que no hubiera mano de obra suficiente para levantar la cosecha. Ahora las restricciones a la circulación por la pandemia no son la principal preocupación, pero sí el posible ausentismo producto de los contagios. También señalan que es necesario fijar un protocolo desde la provincia para la actividad y dar más difusión a la normativa que establece que los trabajadores agrícolas no dejan de cobrar los planes sociales cuando son contratados para labores no permanente.
Eduardo Senra, coordinador de la Unión Vitivinícola Argentina, comentó que en la cosecha 2022 no parece que se vaya a complicar el transporte entre provincias y, con ello, la llegada de un buen número de trabajadores desde las localidades del norte del país, que se suman a la mano de obra local. Sin embargo, se mostró cauteloso sobre cómo será el avance de la pandemia en las próximas semanas y de qué manera podría impactar en la recolección de la uva. Se debe recordar que desde diversos sectores ya han planteado que el alto número de contagios está dificultando las actividades.
Senra recordó que en 2020, cuando se estableció la cuarentena, la cosecha ya estaba avanzada y que el desafío fue instrumentar el regreso de los cosechadores a sus provincias de origen, ya que algunas jurisdicciones no permitían el paso del transporte. El año pasado, en tanto, la preocupación ante las dificultades que podían enfrentar los trabajadores de otras partes del país para llegar a Mendoza hizo que el gobierno provincial y el gremio avanzaran en la capacitación de mendocinos que estaban desocupados y podían aprender a cosechar.
Este año, planteó, la idea es sostener los protocolos que ya se implementaron en 2020 y que se afianzaron en 2021, aunque subrayó que el nivel de contagios en las fincas fue muy bajo. Pese a eso, estimó que se mantendrá la modalidad de cuadrillas o grupos de trabajo, de manera de que, si se produce un contagio, sólo se deba aislar a esas personas y no al total de cosechadores.
Senra detalló que, si bien ya se está empezando la cosecha de algunas variedades blancas en ciertas zonas de la provincia, recién la semana próxima comienza a incrementarse la actividad y a llegar un número mayor de trabajadores. De todos modos, el pico suele arrancar a mediados de febrero, fecha que puede moverse según las condiciones del tiempo. En este sentido, reconoció que la ola de calor puede adelantar el proceso de maduración, pero que mañana se espera el ingreso de un frente frío, que contrarrestaría el efecto.
En cuanto al costo de la mano de obra, el coordinador de la Unión Vitivinícola Argentina indicó que siempre depende de la relación entre oferta y demanda. Sobre esto, sumó que hay dos paritarias: la oficial, en la que se fija el precio del tacho -aunque desde Foeva ya presentaron el pedido de apertura del proceso no han tenido respuesta, por lo que estiman que comenzarían en febrero-; y la de la finca, en la que el trabajador pide un valor determinado y, de no recibirlo, se va a otra propiedad, cuando los cosechadores escasean.
Los desafíos de la temporada
El gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, Mauro Sosa, manifestó que este año va a tener dos particularidades. Por un lado, planteó que se debe esperar a ver cuál es el impacto del decreto 514/21 (de agosto del año pasado), que establece que el trabajador no permanente que recibe un beneficio social no deja de percibirlo cuando es dado de alta. Sobre esto, indicó que con la cosecha de yerba mate sucedió que no era suficientemente conocido por los trabajadores o dudaban de que esto fuera a ser así, por lo que siguieron siendo resistentes a la registración.
En este sentido, consideró necesario darle una mayor difusión para la vitivinicultura, para que el cosechador no tenga temor de quedarse sin el plan durante los dos o tres meses que tomaba antes que le dieran el alta para volver a cobrar el beneficio.
Por otra parte, indicó que el desafío será resolver este nuevo problema del ausentismo por enfermedad y señaló la necesidad de que el gobierno provincial establezca un protocolo, para que las personas que vengan a cosechar sepan si van a necesitar el pase sanitario, cuántas vacunas se les van a pedir y qué pasa si se enferman en Mendoza. Es que expresó que hay trabajadores de otras provincias que ya están manifestando su deseo de venir a trabajar, pero quieren conocer las condiciones de traslado, ingreso, permanencia y regreso. Sosa también insistió en la importancia de que suceda pronto, porque la uva base para espumante se empieza a cosechar entre el 15 y el 20 de enero.
Sebastián Lafalla, titular de la Cámara de Agricultura, Comercio e Industria de Tupungato, coincidió en que el sector ya tiene los mecanismos de manejo de la pandemia aceitados y que la mayor complicación la enfrentaron en 2021 y se pudo resolver con una mayor presencia de mano de obra local. Asimismo, contó que ha habido reuniones con los ministerios de Economía y de Salud para reforzar los operativos de vacunación en los oasis, incluso para la gente que viene de afuera.
De todos modos, planteó que la dificultad para conseguir mano de obra se va a sentir, porque es una problemática que se va agravando cada año (más allá de la pandemia). La solución, indicó, sería seguir avanzando en la mecanización de la cosecha, pero muchos viñedos chicos y bodegas no están acondicionados para esta modalidad.
Asimismo, Lafalla adelantó que posiblemente el costo de la cosecha tenga una suba del 25% al 30%, por las paritarias y la inflación. Reconoció que este porcentaje se queda bastante por detrás del avance de los precios –del 51,8% acumulado en Mendoza en 2021-, pero que, en momentos de un elevado ritmo inflacionario, los salarios sufren un desfasaje.
Con respecto al volumen, mencionó que los oasis Norte y Este se han visto muy afectados por el granizo, y el Valle de Uco en menor medida, por tormentas en noviembre y diciembre, pese a que lo típico es que comiencen en enero. Por otro lado, insistió en que para el productor es fundamental contar con un pronóstico de cosecha bien hecho y lo antes posible, porque es una herramienta que le permite tomar decisiones. En este sentido, subrayó que el INV ha establecido que participen diversas entidades, pero no todas están en condiciones de realizar una evaluación técnica. Por eso el pronóstico 2021 le erró por varios millones de quintales. Esto, además de que dejó de presentarse en diciembre para difundirlo el febrero.