A la merma en la producción vitivinícola esperada para este año por heladas tardías y granizo, se suma ahora un nuevo factor que podría reducir la cantidad y calidad de la uva disponible: las lluvias sostenidas durante el mes de febrero. Las precipitaciones sucesivas y los días nublados han demorado el proceso de maduración y están generando podredumbre en algunos viñedos, en especial en los de las variedades más susceptibles a enfermedades asociadas a la humedad.
Alfredo Draque, coordinador de campo y parcelas experimentales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, señaló que las condiciones actuales de humedad son muy complicadas cuando la uva comienza a acumular azúcar, porque favorece la aparición de hongos. Y esto no sólo puede afectar la cantidad de granos, ya que algunos se dañan, sino, sobre todo, la calidad, lo que repercute en la elaboración.
Es que, si bien algunas bodegas seleccionan los racimos, en muchas se vacía el camión completo en el lagar y esto puede llevar a que haya un porcentaje significativo de uvas afectadas. La botrytis, detalló el ingeniero agrónomo, genera una enzima que acelera la oxidación del mosto y esto provoca que un vino joven, que debería tener un color rojo fuerte con tonalidades azules se presente amarronado (rojo ladrillo) y que los aromas a fruta fresca sean desplazados por uno de moho.
Las bodegas con termovinificadores pueden evitar este resultado no deseado, porque la temperatura mata esa enzima, aunque es probable que lo más extendido sea un uso superior al acostumbrado de anhídrido sulfuroso en el proceso de elaboración. Draque lamentó que esto haya sucedido porque, hasta que empezó febrero, la calidad era muy buena.
Pero señaló que la disminución en la producción va a contribuir a frenar la proliferación de la botrytis de modo natural, porque, al haber menos uva, están más aireados los racimos. Si hubiera sido una cosecha récord, el daño podría haber sido mucho mayor. De hecho, comentó que los productores pueden recurrir a técnicas de manejo para prevenir una afectación extendida.
Draque señaló que se debe mantener aireada la canopia para que la humedad desaparezca más rápido, por lo que se pueden hacer deshojes para liberar el racimo; aunque hay que evitar excederse para que el sol no deshidrate los granos. También se recomienda mantener el suelo con la menor cantidad posible de malezas, para favorecer el secado e incluso, cuando se observa un foco puntual de botrytis, se puede hacer un raleo de racimos para facilitar la circulación de aire.
El ingeniero mencionó que algunos productores aplican diferentes métodos para evitar el daño provocado por Botrytis, como espolvorear sobre los racimos Metabisulfito de potasio o Bentonita entre otras acciones puntuales. Lo que sí planteó es que lo ideal es utilizar las técnicas de manejo de canopia y suelo, complementando con los productos químicos permitidos para aplicar en vid, para favorecer la acción de los mismos o eventualmente evitar su aplicación, teniendo en cuenta que estos agroquímicos son muy costosos. Además, porque se debe tener en cuenta el período de carencia, en muchos casos no se pueden aplicar cerca de la madurez de la uva. Como último recurso, añadió, se puede adelantar la cosecha cuando es posible.
Draque planteó que la botrytis genera un daño muy importante en muy poco tiempo. Y que para la producción es más complicado tener muchos días de lluvia con alta humedad que tormentas torrenciales pero puntuales.
Carlos Bustos, meteorólogo de la Dirección de Contingencias Climáticas, detalló que el fin de semana estará parcialmente nublado, con ascenso de temperatura, que a partir del lunes vuelve el calor y que recién se esperan tormentas para el próximo viernes. Por eso, estimó que esta semana se podrá avanzar en la cosecha. Y añadió que las lluvias, para lo que queda del verano, estarán en la media o un poco por encima de los valores normales.
Draque añadió que los productores no sólo deben concentrarse en la botrytis, sino también estar alertas a otros hongos que pueden aparecer, como la peronóspera, y subrayó que es el momento de realizar aplicaciones preventivas. Esta enfermedad ataca la hoja y, cuando supera el 40% de la superficie dañada, la planta se deshace de ella, lo que genera un adelanto de la entrada en el receso invernal. Esto, sumó, provoca que el viñedo se pierda la oportunidad de acumular nutrientes para la próxima brotación.
Gustavo Aliquó, investigador de la estación experimental agropecuaria Mendoza del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), señaló que las variedades en mayor riesgo de podredumbre son aquellas de racimos apretados, como bonarda, syrah, pinot noir, chardonay y sauvignon blanc. Y mientras la últimas ya han alcanzado los grados brick (cantidad de azúcar) necesarios para cosecharlas, y se están levantando cuando las condiciones lo permiten, las dos primeras aún necesitan un buen tiempo de maduración. De hecho, al estar nublado o parcialmente cubierto el sol, el proceso de fotosíntesis se frena y la uva demora más en alcanzar el punto adecuado para la cosecha.
Aliquó detalló que, en este contexto, los productores tienen que salir “sí o sí” a curar las variedades que tienen tendencia a pudrirse. Pero resaltó que se deben respetar los períodos de carencia del producto que se aplica, porque de lo contrario pueden quedar residuos y, por tratarse de fungicidas de amplio espectro, podrían matar las levaduras y afectar la fermentación.
El ingeniero del INTA indicó que febrero suele ser lluvioso y por eso se recomienda vigilar muy bien el cultivo y contar con un pluviómetro para medir las precipitaciones y, en función de eso, determinar si es necesario realizar curaciones. Se trata, acotó, de un cálculo de costo-beneficio, ya que la aplicación demanda una inversión, pero de lo contrario se puede perder parte de la producción.
Fabián Ruggeri, ingeniero agrónomo de Acovi, comentó que están viendo que, después de las lluvias de las dos últimas semanas, las variedades que siempre son conflictivas –como bonarda y cereza, básicamente, pero también torrontés- han empezado a presentar signos de botrytis (hongo).
Son, además, las que aún se encuentran a varios días de empezar la cosecha, por lo que es necesario hacer alguna aplicación, respetando los períodos de carencia y utilizando principios activos autorizados.
Ruggeri añadió que no se trata de focos pequeños de botrytis, sino que se observan varios dentro de un mismo cuartel, por lo que puede hablarse de afectación generalizada y requiere de seguimiento muy preciso. Es que no sólo se deben utilizar los productos adecuados –que tengan efecto sistémico y no únicamente en la parte de la planta que tocan- y las maquinarias en condiciones (para asegurarse de que la aplicación sea efectiva), sino que también deben acompañar el tiempo, ya que, si se matan las esporas o el hongo, pero queda uno por germinar y se mantienen las condiciones predisponentes, retoma el ataque.
El ingeniero explicó que, la semana pasada, por la humedad y las bajas temperaturas hubo muy poca evolución de la maduración, lo que ha provocado que se retrase el proceso en variedades que para esta época del año ya deberían estar a pleno. Y añadió que, si sigue la humedad, sumado a la disminución de la producción, van a haber problemas.