El financiamiento no sólo permite a las empresas desarrollar inversiones para crecer a un ritmo más rápido que cuando cuentan con fondos propios, sino que también es fundamental para poder seguir en actividad, en especial en aquellos rubros de capital intensivo. Sin embargo, el acceso al crédito a tasas convenientes es limitado y resulta posible para las compañías que tienen una cierta estructura, mientras que en la banca privada las tasas son muy altas.
Federico Pagano, economista y gerente general de la compañía financiera Montemar, comentó que los préstamos para las empresas están, como en general el crédito, bastante reducidos. Existen, detalló, diversas opciones a tasas subsidiadas, pero resaltó que son de difícil acceso, ya que, en el caso de los bancos oficiales, la tramitación es un proceso largo y complejo, mientras que, en los privados, como es la entidad bancaria la que debe poner el capital y hacerse cargo del riesgo, las condiciones siguen siendo exigentes.
Después, detalló, está la asistencia financiera para empresas, que depende mucho del rubro de actividad, pero, en general, están tomando líneas de financiamiento cortas, como mucho a 30 días, en pesos, para cubrir necesidades de caja. O también porque los fondos que necesitan superan el monto que les prestan de manera subsidiada. Las tasas oscilan, en el mejor de los casos, en el 145% y alcanzan el 200%.
A modo de ejemplo, señaló que un banco de primera línea, para un crédito de $60 millones, ofrece una tasa nominal anual, sin IVA, del 166%; que, al sumarle el impuesto, trepa al 200%. Si se trata de un préstamo productivo, al ser un IVA del 10,5%, en lugar del 21%, se va al 183%. Reconoció que las tasas son altas, pero que hay rubros que tienen una capacidad de remarcar y pueden cubrir esos intereses, mientras otros, al no poder trasladarlos, no toman financiamiento.
Principales obstáculos
La situación responde, en gran medida, a que el Estado es el que ha absorbido la porción mayoritaria de la capacidad del sistema financiero, que de por sí es pequeña. Alrededor del 65% de lo que tiene prestado, precisó Pagano, es al Estado provincial y nacional, a través de títulos, bonos y Leliq, entre otras herramientas, ya que pagan altas tasas y, supuestamente, tienen menor riesgo.
Por otra parte, para entender la acotada capacidad de crédito del sistema financiero, Pagano comentó que, en Argentina representa alrededor del 7,5% del PBI, cuando otros países de la región están en el orden del 50% y Chile supera el 100%. Esto significa que, en el vecino país, apalanca en más de una vez el producto bruto anual, lo que permite duplicar el capital de las empresas para incrementar la producción. Y resaltó que, de ese 7,5% disponible en el país, una gran parte se destina al sector público.
Sin embargo, esto no siempre fue así: en los ‘90, el sistema financiero era mucho más fuerte. Pero cuando se implementó la pesificación asimétrica -a $1,40 las deudas, pero dejando a $1 los préstamos-, se fundió y recién puedo empezar a recuperarse en 2004 a 2005 y fue creciendo, hasta alcanzar un pico en 2008; para volver a caer.
El principal problema, indicó, es que, para que exista capacidad de crédito, la gente y las empresas deben tener sus ahorros en los bancos. Pero, producto también de la pesificación, hay mucha resistencia a tener pesos o dólares depositados. Y sumó que las divisas norteamericanas que están en una entidad bancaria sólo se pueden utilizar para financiar exportaciones, no personas. Esto, esbozó, podría empezar a cambiar en el caso de que se implementara un bimonetarismo o dolarización y se recuperara la confianza en los bancos.
Jorge Day, economista del Ieral (Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, de la Fundación Mediterránea), aportó, en la misma línea, que Argentina es un país de bajo crédito porque la “materia prima” de los bancos para ofrecerlos son los depósitos y la gente desconfía de tener su dinero en el sistema bancario. Si bien algunos tienen plazos fijos, indicó que la mayoría trata de comprar dólares, por lo que las entidades cuentan con pocos pesos para prestar.
Asimismo, explicó que, pese a que los bancos deberían prestar el 80% de los depósitos, actualmente, sólo utilizan para créditos el 30% y el resto lo utilizan para comprar Leliq y títulos, con lo que están financiando al Gobierno. Esto confirma la idea, en economía, de que el gasto público desplaza a la inversión, ya que deja menos fondos disponibles para los privados.
Day detalló que, después, cuando el Estado ve que hay poco crédito -en comparación con el tamaño de la economía-, y es caro, baja la tasa de interés. Pero para los bancos no es negocio, como sí lo es invertir en Leliq. De ahí que haya préstamos con un 50% de tasa nominal, que hoy es muy conveniente, pero al que pocos “afortunados” pueden acceder. Y fuera de esas opciones subsidiadas, se pasa al 120% nominal anual y se llega a un 350% de tasa efectiva cuando se suman los impuestos.
Cupos y burocracia
Santiago Laugero, presidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM), comentó que, si bien no es un tema que hayan tratado en las reuniones de comisión directiva últimamente, tanto en su empresa como aquellas con las que tiene contacto comparten que, desde hace unos tres meses, las alternativas de financiamiento de los bancos que más acompañan al sector productivo -en especial, el Nación, pero también el Supervielle y el Credicoop- se han “aquietado” los créditos.
Sumó que los cupos que manejan los bancos para los préstamos de tasas que van siguiendo o, incluso, están por debajo de la inflación, se han reducido. En cuanto a la alternativa que tienen las empresas del rubro de la construcción que se dedican a la obra pública, que es el descuento de los certificados, resaltó que el sistema financiero sólo está aceptando los de clientes muy especiales y no de cualquier comitente.
Desde la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la provincia de Mendoza (Asinmet), Mariano Guizzo, su presidente, comentó que, desde que subieron las tasas de interés, hace varios meses, el acceso al crédito se cortó. Recientemente, hay una línea con un interés del 60% -cuando hasta hace unos 15 días oscilaba entre el 120% y el 150%-, pero los cupos son limitados y hay que tener la carpeta crediticia al día.
Comentó que hay empresas de la cámara que ya están en tratativas para acceder, porque se trata de tasas negativas; mientras que, con las vigentes fuera de estos préstamos subsidiados, “no hay rentabilidad que te cubra el interés”.
Fernando Barbera, directivo de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Mendoza (Aehga), comentó que en la banca privada las tasas son demasiado altas, lo que deja como opciones al Banco Nación y el Fondo para la Transformación y el Crecimiento, que ofrecen créditos a tasa fija, en pesos, que resultan muy convenientes, ya que el interés termina siendo negativo.
Sin embargo, señaló que las empresas pequeñas tienen dificultades para acceder, porque no cuentan con una estructura administrativa que pueda encargarse de armar un proyecto bajo ciertos parámetros, realizar los trámites, buscar una SGR (Sociedad de Garantías Recíprocas). En este sentido, consideró importante que se busquen mecanismos para que los más pequeños, como un hotel de 1 o 2 estrellas, se les facilite la gestión.
En cuanto a los cupos de préstamos del Banco Nación, Barbera recordó que, durante la pandemia, era muy difícil conseguir uno, pero que Marcelo Costa, quien es mendocino e integra el directorio, consiguió que se ampliara el cupo para la provincia.
Impacto en el crecimiento
Sobre el impacto que tiene la escasez de créditos en la economía, Jorge Day explicó que entre los más relevantes están los de capital de trabajo que permiten que, por ejemplo, un productor tenga fondos para invertir en un cultivo y recién cobrar cuando cosecha. De lo contrario, tiene que hacerlo con recursos propios y esto limita sus posibilidades de crecimiento, o le resulta muy difícil después de una temporada mala (por heladas, granizo, falta de agua).
También hay préstamos para hacer inversiones -ampliar la producción, abrir un nuevo local, construir un galpón- y, cuando las tasas son demasiado altas, no se realizan. La actividad económica se mantiene, pero se estanca (la economía argentina creció hasta 2011 y luego se estancó). Esto explica por qué, indicó Day, los ingresos de los trabajadores tampoco crecen, ya que se vinculan con la productividad y ésta aumenta cuando se invierte.
Por su parte, Federico Pagano comentó que, cuando las empresas no tienen crédito, tienen que financiar sus inversiones con el propio éxito comercial, lo que hace que el progreso sea muy lento; sobre todo en el contexto de una situación económica compleja. Si, en cambio, pueden contraer deuda, que pagan con la ganancia futura, pueden crecer más rápido, con lo que aumenta el empleo, la producción, el pago de impuestos y se genera un círculo virtuoso.
Un sistema financiero grande permite que eso ocurra, acotó, porque pueden brindar tasas más bajas y extender los plazos de pago. En uno que tiene intereses altos y tiempos de repago cortos, sólo pueden financiarse las empresas que tienen una rentabilidad muy elevada.
Créditos en declive
El economista Raúl Mercau señaló que, desde 2019, los préstamos han ido cayendo en términos reales (es decir, el monto total cuando se ajusta por inflación), según revelan los datos del Banco Central. Y lo hicieron un 24% en 2019 con respecto a 2018, casi 15% en 2020, 10% en 2021, 8% en 2022 y 12% en lo que va de 2023. Señaló que la tendencia se verifica tanto en las personas físicas como en las jurídicas (el 24% de los tomadores de crédito son pequeñas y medianas empresas, y cerca del 50% individuos).
En cuanto a las razones de este declive, consideró que la principal es que las tasas están muy altas. Los adelantos en cuenta corriente están al 112% con acuerdo y el 140% sin acuerdo; el descuento de documentos a sola firma es de 103% o 126%, según el plazo; los créditos hipotecarios están a 97% pero sólo por 5 años (no hay por un plazo más extenso); los prendarios, el 80% en promedio; y los personales, entre 120% y 150%. Se trata de tasas nominales, que aumentan cuando se suman comisiones y seguros.
Mercau añadió que los préstamos se reducen porque la economía está estancada, pero que, a su vez, la falta de financiamiento impacta en la tasa de inversión del sector privado y en los niveles de actividad. En cuanto a cómo revertir esta situación, consideró fundamental que baje la inflación, para que crezcan los depósitos (la suba de precios erosiona el valor del dinero), y que los ahorros en los bancos no se destinen principalmente a financiar al Banco Central, a través de las Leliq.