En las últimas semanas se ha estado analizando la posibilidad de importar medicamentos desde países cuyo ingreso al país no es automático. En su visita a la provincia para participar de la convención anual del IAEF (Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, aseguró que se podrán traer, tal como había solicitado el Gobierno mendocino, desde la India.
El principal factor por el que se propone esto es el ahorro que implicaría para los estados provinciales. Sin embargo, desde el Instituto Universitario para el Desarrollo Productivo y Tecnológico Empresarial de la Argentina (Iudpt) sostienen que no hay evidencia de que el ingreso de productos de países como los incluidos en el Anexo II del Decreto 150/92 (India, Irlanda, China, Brasil o Suecia, entre otros), que regula la importación de medicamentos, podría impactar en la reducción de precios del mercado local.
Sonia Tarragona, ex jefa de Gabinete del Ministerio de Salud de la Nación, advirtió que esto se debe a la complejidad en cuanto a tipos de precios y mecanismos de financiamiento que existen en nuestro país. La coordinadora académica del curso de posgrado sobre “Economía de la Salud y los Medicamentos”, parte de la Maestría en Bioeconomía del Iudpt, asegura, además, que “incrementar la importación de productos farmacéuticos acrecienta la dependencia comercial y se contrapone al proceso de autosuficiencia sanitaria que se viene impulsando a escala mundial, a raíz de las lecciones aprendidas durante la pandemia de Covid-19″.
En ese sentido, la también directora de la Maestría de Farmacopolíticas de la Universidad Isalud observa que, “dado el rol que los países del Anexo II tienen en el mercado mundial y las economías de escala que presentan en su producción, esto afectaría, en primer lugar, segmentos como los de venta libre y los genéricos de marca, que representan más del 70% de los medicamentos consumidos en el país”.
Agrega que, “con una balanza comercial del sector ya deficitaria en más de US$ 7.000 millones, por cada incremento adicional del 10% anual en el monto total de importaciones, la demanda y el egreso de dólares para poder financiarlas rondaría los US$ 7.370 millones adicionales. Además, impactaría fuertemente sobre los laboratorios nacionales de menor escala. Implicaría sustituir empleo local en los distintos eslabones de la cadena de comercialización de medicamentos”.
De acuerdo con la experta, casi el 80% de las importaciones de medicamentos en nuestro país proviene de países con alta vigilancia sanitaria. Sin embargo, la importación de principios activos necesarios para la producción de medicamentos presenta un crecimiento sostenido en la última década y su procedencia es casi en un 70% originada en países del Anexo II.
”Los requisitos de importación obedecen a criterios estrictamente sanitarios y regulatorios destinados a garantizar la seguridad y eficacia de los productos que consumirá la población argentina. La importación de medicamentos sin requerir inspección de la planta elaboradora ni verificación del cumplimiento de los estándares de Buenas Prácticas de Fabricación, por parte de la Anmat o de otra autoridad de un país de alta vigilancia sanitaria, incrementa significativamente el riesgo de que los lugares en los que se fabrican no cumplan con los estándares mínimos que nuestro país exige a todos los fabricantes”, subraya.
Tarragona concluye que “la búsqueda de soluciones contra la suba de precios no debería darse con la potencial importación de medicamentos más baratos, pero con menos controles de calidad o mano de obra subsidiada, sino con el fortalecimiento de la prescripción por genéricos, el cumplimiento de los precios de referencias para la seguridad social y el fortalecimiento de la producción pública estratégica.”