Comienzan a aparecer los datos sociales del 2023. Ahora tenemos el informe de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) que señala que entre octubre del 22 y el mismo mes del 2023 la pobreza en Mendoza pasó del 40,1 al 41,6%, con más de 200% de inflación aquí la pobreza casi no se movió; raro, rarísimo, muy raro.
Sí subió fuerte la indigencia, 5,8 puntos, debido a que en octubre del 2022 era del 4,9% y llegó al 10,7% en el mismo mes del 2023.
El informa de la DEIE señala que “la población aproximada de las zonas urbanas de la provincia de Mendoza en 2023 es de 1.529.125 personas, constituidas en 499.791 hogares. Los porcentajes presentados muestran que, en el mes de octubre de 2023, se encuentran debajo de la línea de pobreza alrededor de 155.773 hogares, que incluyen 636.188 personas aproximadamente. Dentro de este conjunto, 42.859 hogares se encuentran bajo la línea de indigencia, los cuales incluyen aproximadamente a 163.807 personas indigentes”.
Bueno bien, con estos números vemos lo siguiente. El año pasado, según la DEIE, había en Mendoza 579.630 personas pobres, hoy hay 56.558 individuos más que llegaron a la pobreza.
También según la DEIE, el año pasado teníamos 70.828 indigentes, hoy llegan a 163.807; es decir que se sumaron 92.979 personas a la indigencia.
El de la indigencia es un dato fuerte que da el mismo gobierno de Mendoza y que se suma al que difundió Los Andes en exclusividad el lunes pasado cuando informó que en el Gran Mendoza la pobreza infantil llega al 65% según datos del Indec correspondientes al segundo semestre del 2023.
Recordemos que el indigente es el que no llega a cubrir sus necesidades de alimentación, lo que se denomina Canasta Básica, mientras que el pobre no llega a cubrir la Canasta Básica Total en la que están alimentos y servicios.
Anabel Nicolai (38), es Licenciada en minoridad y familia y trabaja desde hace cinco años en el gabinete del área social de una escuela y cuenta que a diario se percibe la terrible deuda de todos los gobiernos con la pobreza. “Las primeras infancias si no tienen las necesidades satisfechas y así se complican también los problemas mentales o discapacidades mentales. Los asesoramos para que los contengan porque la escuela es el primer lugar donde llegan con necesidades. Hay más deterioro, no se ven proyectos que puedan ser llevados a cabo, a mediano a corto y largo plazo” explica pero no se queda con eso. Ella tiene claro dónde está el problema: “No sólo es necesario el asistencialismo, “hace falta que vengan al terreno para que charlen con la gente que está en trabajo social o los psicólogos para que vean la realidad desde otro lado. Si yo puedo tejer redes de trabajo, cómo no lo van a hacer desde el Gobierno. Tienen falencias graves de comunicación porque no conocen la realidad”.
Graciela Bacarelli, no pierde el tiempo, es fonoaudióloga, vicepresidenta de Nuestra Mendoza, presidenta de la Fundación Vínculos Estratégicos y presidenta de Fadem (Federación de Entidades No Gubernamentales de Niñez y Adolescencia de Mendoza).
Arrancó hace muchos años su trabajo social en Conin con Abel Albino y hoy afirma que “si vas a las zonas de los basurales es como el 2001 y para colmo hay programas de Nación como el PNUD que se demoran en llegar y son de asistencia alimentaria firme con carne, pollo, huevo, no es un bolsón seco”.
Advierte también que está faltando “vincularse y articular el municipio con la provincia y la Nación. Cada gobierno empieza de nuevo en lo social. Falta un vínculo o red para saber con quién trabajar, cómo y qué hacer”.
Además de sorprenderle el poco incremento de la pobreza según la medición local, Bacarelli tiene claro que “hay que hacer acompañamiento y una trazabilidad del dinero social para definir si terminó siendo gasto o inversión, para saber cómo usó el dinero y qué resultados hubo, si el chico come todos los días y si va a la escuela”.