Mendoza es una provincia vibrante, con una identidad fuerte y un potencial de crecimiento extraordinario. Sin embargo, para garantizar un futuro en el que prosperen las generaciones venideras, necesitamos adoptar una visión clara y focalizar nuestros esfuerzos en áreas estratégicas.
Nuestra economía sigue dependiendo fuertemente de la agricultura y, en particular, de la vitivinicultura. Desde hace varios años ya, también el turismo es una actividad respetada y con vida propia. El petróleo sigue siendo fuente de riqueza, aunque el desafío es salir de su explotación convencional para aprovechar las reservas existentes al sur de la Provincia. De igual manera, la minería metalífera tiene una gran oportunidad de crecimiento en esa misma zona, mediante un enfoque práctico y legal que dará viabilidad a las grandes inversiones requeridas.
Al sureste, la ganadería está tomando relevancia, con una interesante organización sectorial y planes estratégicos que redundarán en mayores oportunidades para toda la zona.
Para que esta diversificación de la matriz productiva prospere, es imprescindible trabajar sobre cuestiones estructurales.
Para asegurar un suministro sostenible del recurso hídrico, necesitamos adoptar políticas de gestión basadas en la eficiencia y en la conservación. Esto incluye no solo invertir en infraestructura de riego moderno, sino también generar condiciones que alienten un uso responsable.
El crecimiento no debe perder de vista la sostenibilidad. Para lograr que las actividades económicas generen empleo y riqueza, se debe hacer mediante un enfoque sustentable.
Por su parte, invertir en educación es fundamental para que Mendoza pueda competir en una economía cada vez más global y digital. La capacitación en habilidades digitales, el fortalecimiento de la enseñanza técnica y el impulso a la innovación desde la juventud serán clave para crear un capital humano valioso.
La ubicación geográfica de Mendoza como la principal puerta de entrada y salida a Chile y el Pacífico, nos posiciona como un nodo estratégico para el comercio regional y global. Para aprovechar esta ventaja, es esencial mejorar nuestra infraestructura logística y de transporte. Esto implica invertir en la modernización de rutas, optimizar los procesos estatales de control y facilitar el acceso a nuevas tecnologías. Así, Mendoza podrá consolidarse como un centro logístico clave, generando empleos y oportunidades de inversión.
El futuro de Mendoza depende de decisiones tomadas hoy. Como empresarios, ciudadanos y líderes, tenemos la responsabilidad de trabajar hacia una Mendoza más resiliente, sostenible y próspera. Enfocándonos en estos aspectos, construiremos una provincia que no solo crezca en términos económicos, sino también en calidad de vida y oportunidades para todos sus habitantes.