El Gobierno nacional anunció hoy que la Argentina buscará una reducción progresiva del déficit fiscal para llegar al equilibrio en 2025, sin un salto devaluatorio y con un compromiso de ir reduciendo la emisión monetaria para ponerle fin a la dependencia sistemática del Banco Central, con la idea de reducir la inflación en ese proceso.
El jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, dieron a conocer algunos detalles del acuerdo con el Fondo Monetario que se alcanzó en la madrugada de este mismo viernes. “Se llegó al mejor acuerdo que se podía lograr”, dijo Guzmán. Y afirmó que esto “abre un camino transitable, para construir una Argentina con más trabajo, con producción y estabilidad”.
El programa, precisó, tendrá una duración de dos años y medio. “Es un entendimiento sobre el marco macroeconómico y las políticas claves para un nuevo programa con el Fondo”, dijo el ministro de Economía.
Ese marco general tiene dos bloques: por una parte, el esquema general de política macroeconómica; por otra parte, las medidas que promuevan el crecimiento de mediano plazo y una estabilidad duradera.
¿Qué pasará con el déficit fiscal?
En cuanto al sendero fiscal, se acordó que habrá una política que no inhiba las posibilidades de aplicar una política fiscal expansiva moderada, “sin que haya políticas de ajuste”. Al mismo tiempo, se plantea una reducción gradual del déficit.
Para el 2022 se proyecta un déficit fiscal primario del 2,5% del PIB; para el 2023, pasa al 1,9%; y para el 2024, baja al 0,9% del PIB. El equilibrio fiscal se alcanzaría, entonces, en 2025.
“Como parte del esquema fiscal, habrá una mejor focalización de los recursos del Estado y una expansión de la inversión pública, para que el sector privado esté en condiciones de tener una recuperación más vibrante”, dijo Guzmán.
Habrá medidas para atacar la evasión fiscal y el lavado de dinero, con la idea de que los ingresos del fisco se puedan fortalecer en paralelo al crecimiento económico proyectado.
El frente monetario
Habrá una “reducción gradual pero decidida” de la asistencia que realiza el Banco Central al Tesoro, que en 2021 había alcanzado 3,7% del PIB, después de que en 2020 –en el contexto de pandemia- había sido de 7,3% del PIB.
Se apunta a que en 2022 el financiamiento monetario sea de 1% del PIB; que en 2023 pase al 0,6% del PIB; y que en 2024, esté cercano a cero. Con la idea de converger luego a que no haya más financiamiento sistemático del Banco Central al Tesoro.
“Se avanzará hacia una economía más normalizada en la que la oferta monetaria se pueda mover de una forma consistente con la demanda de la moneda, sin que ellos conlleve presiones adicionales en los tipos de cambio y por lo tanto en la inflación”, dijo Guzmán.
En el marco monetario, se buscará una estructura de tasas de interés reales con valores positivos (por encima de la inflación) para contribuir a la estabilidad cambiaria y financiera, señaló el funcionario.
E indicó que se avanzará en la reconstrucción del mercado de capitales en moneda nacional, para ir reduciendo justamente la dependencia de la emisión monetaria. “Se va a continuar profundizando ese proceso”, afirmó el ministro.
La inflación
Se acordó un “enfoque integral”, partiendo de la base de que la inflación es un fenómeno multicausal.
Uno de esos factores es productivo, por la incapacidad histórica de la Argentina para sostener e incrementar sus exportaciones, dado que eso es fundamental para el fortalecimiento de las reservas del Banco Central.
En segundo lugar, se mejorará el perfil fiscal monetario, por lo que se irá reduciendo la emisión monetaria en paralelo a una reducción del déficit fiscal. A ello acompañarán las tasas de interés positivas.
Y por último, el Estado va a jugar un rol de árbitro para ir mejorando las expectativas económicas a través de, por ejemplo, acuerdos de precios. Aquí va a ser importante el trabajo coordinado entre el sector público y el privado.
Qué pasará con el dólar
“No habrá ningún salto cambiario”, afirmó el ministro de Economía. La política cambiaria va a seguir en la línea en la que se ha venido llevando a cabo. Y se plantea una acumulación de 5.000 millones de dólares de reservas este año.
En paralelo, seguirá habiendo regulaciones en la cuenta financiera que impidan que la Argentina transiten una situación de inestabilidad mientras que apunta a un horizonte de regulaciones macroprudenciales para desalentar el ingreso de capitales especulativos.
El capítulo político
Manzur destacó que la Argentina accedió a un acuerdo con el FMI. “Todos sabemos lo que representaba esta deuda. Esto era una tragedia para la Argentina, lo que hizo el Gobierno del ex presidente Macri, quien endeudó irresponsablemente a la Argentina”, afirmó.
Según el funcionario, el endeudamiento con el FMI era una “espada de Damocles, una soga al cuello que tenía la Argentina”, que cercenaba las posibilidades que tenía la Argentina de administrar su política económica en pos del crecimiento de la actividad.
“Este acuerdo respeta lo que el Gobierno siempre sostuvo: lo único que pedíamos era que la Argentina pueda seguir creciendo. Y finalmente esto es lo que se logró”, afirmó el jefe de Gabinete.
El ministro de Economía afirmó que el punto de partida de la presentación debe ser que se entienda de dónde se venía. En ese sentido, repasó que la gestión de Macri había acudido a un préstamo de hasta 57.000 millones de dólares con el FMI, de lo cual se desembolsaron 45.000 millones.
“El programa de políticas acordado en 2018 resultó en un profundo fracaso y de deterioro de los indicadores económicos y sociales de la Argentina. Y el propio Fondo reconoció que el programa falló”, dijo Guzmán.
El dinero, dijo, se utilizó para financiar la salida de capitales de la Argentina y para pagar deuda que ya estaba en situación de insostenibilidad. “Y nos dejó con una carga de vencimientos aplastante y con una profunda dependencia de un organismo con el que históricamente la Argentina ha tenido fuertes problemas”, dijo Guzmán.