La idea esbozada por el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, sobre una eventual suba de los derechos de exportación a la carne vacuna no tiene, al menos por ahora, en el Gobierno el cuórum necesario para avanzar.
“El productor no es formador de precios en la Argentina”, dijo, tajante, el ministro de Agricultura y Ganadería, Julián Domínguez en un discurso expresado el lunes en la 46° Exposición y Feria de Ganado Mayor de la Sociedad Rural de Lago Argentino.
Ambos forman parte de una mesa de funcionarios integrada también por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el titular de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. A ellos el presidente Alberto Fernández les pidió que se ocupen de la suba de precio de la carne.
Fernández y sus tres ministros creen que no hay margen político para generar un nuevo conflicto con el campo que pueda llevar a los productores a las rutas. Pero al margen, entienden que ahora el problema no está en el campo sino de la tranquera para afuera.
Al menos dos ministros de la mesa creen que el productor es hoy el eslabón más débil de la cadena, dado que es el que mayor riesgo afronta y, admiten, está recibiendo apenas el 45% del precio total de exportación por tipos de cambio y por retenciones del 9% que ya pagan.
En el propio gobierno recuerdan que el último funcionario en proponer una suba de las retenciones había sido Luis Basterra, a principios de septiembre, como solución posible para la reapertura de las exportaciones de carne. Pocos días después le pidieron la renuncia.
Domínguez se mostró en El Calafate junto a Jorge Chemes, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y miembro de la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias (CEEA).
Allí, como mensaje al campo, aseguró que sueña con avanzar en el plan ganadero diseñado durante el Gobierno de Cristina Kirchner en 2011: exportar un millón de toneladas de carne al año, una meta cercana.