El dólar es sinónimo de reserva de valor para los argentinos, que apuestan a la divisa para colocar sus ahorros, no obstante, la moneda tiene su propia devaluación, aunque va a un ritmo mucho menor al de los pesos argentinos.
En la actualidad, el dólar estadounidense se vende en $169 en el mercado paralelo, en poco más de $166 en la bolsa, y con impuestos, para quienes pueden acceder al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), y comprar divisas en los bancos, se vende en $166,24 (promedio). Esas diferencias, que en algunos casos, ni siquiera son legales, incluso permiten generar pequeñas ganancias pasando de un mercado a otro, y el mundo del dólar tiene un significado diferente en esta parte del mundo.
No obstante, existen otras monedas a las que apostar, y de acuerdo con Kevin Thozet, miembro del comité de inversión de Carmignac (sociedad de gestión de activos), “tras un ciclo de apreciación de varios años, el dólar se enfrenta hoy a un número cada vez mayor de factores que podrían situar a la moneda estadounidense al otro lado de la balanza”.
El dólar en las últimas ocho semanas
No todas las regiones del mundo están saliendo de la crisis de la COVID-19 con la misma dinámica de crecimiento. Este entorno de expansión mundial desincronizada responde a las grandes disparidades en la forma en que los países han gestionado la pandemia y la heterogeneidad de las medidas adoptadas para responder a las consecuencias económicas de esta crisis.
En Estados Unidos, los distintos planes de ayuda y las campañas de vacunación han permitido una notable recuperación de la economía nacional. Distintos datos económicos y publicaciones de resultados empresariales parecen confirmar actualmente esta tendencia. Además, los 6 billones de dólares que el Gobierno de EE. UU. tiene previsto destinar a su economía en 2022 sugieren que esta última continuará por esta senda más allá de este año de repunte.
Un crecimiento económico tan fuerte tanto en términos absolutos como en relación con el resto del mundo debería ir acompañado de un buen desempeño de la moneda estadounidense; sin embargo, el dólar se ha dejado gran parte de sus ganancias del primer trimestre. Con todo, esta aparente paradoja no debería sorprender.
En primer lugar, la cantidad de gasto público para aupar la economía estadounidense y el endeudamiento que requiere alcanzarán niveles récord. Este es un primer elemento que tira a la baja del dólar.
Otro elemento que contribuirá al mismo punto, es la financiación de una parte del presupuesto estadounidense mediante subidas de impuestos. Ello podría mermar el atractivo de la renta variable estadounidense y, por tanto, del billete verde. Además, las medidas de apoyo adoptadas al otro lado del Atlántico fomentan el consumo, y por tanto la inflación, mientras que los planes de estímulo en China y Europa van más encaminados a respaldar la producción.
Pero existen otros factores que podrían reducir la demanda de dólares a medio plazo. La actual heterogeneidad de la economía mundial implica que los bancos centrales —cuyas decisiones tienen por objeto regular la actividad económica y el aumento de los precios influyendo en el nivel de los tipos de interés— aplican políticas diferentes. Y a diferencia de algunos de sus homólogos, las autoridades monetarias estadounidenses se muestran pacientes, incluso expectantes, al considerar que el aumento de los precios es solo transitorio y que, por tanto, no es necesario subir tipos a corto plazo.
Esta nueva función de reacción de la Reserva Federal (Fed), que consiste en dejar que la inflación avance antes de intervenir, repercute también de otro modo en el dólar estadounidense. Hay que tener en cuenta que la inflación erosiona el valor temporal de una divisa: con la subida de los precios, un dólar no permitirá adquirir mañana tantos bienes y servicios como hoy.
La actitud de la Fed también plantea dudas sobre la sacrosanta independencia del banco central respecto del Gobierno, ya que financiará parte de un presupuesto estadounidense récord comprando aproximadamente una cuarta parte de la deuda emitida por el país este año. Estos interrogantes también se han visto alimentados por la llegada al Ejecutivo de Janet Yellen, la antigua presidenta de la Reserva Federal.
Otras regiones más interesantes
A estos diversos elementos se suma una particularidad del mercado de divisas: las estrategias de inversión aplicables al mismo se basan en pares. Sin embargo, a pesar de la notable recuperación económica en Estados Unidos, algunas zonas geográficas atraen a más inversores.
Así, el atractivo de Europa ha aumentado gracias a un refuerzo de la cooperación política. La zona también ofrece oportunidades de inversión, con un conjunto de empresas especialmente sensibles a la recuperación en los sectores del consumo, el turismo, las finanzas y las materias primas. Las empresas europeas podrían seguir beneficiándose de una dinámica de crecimiento relativamente más favorable, ya que la recuperación económica de la región apenas está empezando.
Asia, por su parte, es la punta de lanza de la cuarta revolución industrial. Además, el nivel superior de algunos tipos de interés en la región atrae a los inversores, lo que favorece a las monedas locales, como el yuan.
Por último, no se puede descartar una recuperación de las monedas de los países exportadores de materias primas, aupadas por unos fundamentales sólidos y una gestión económica disciplinada, mientras que los precios de las materias primas, tan importantes para la recuperación, han regresado a sus niveles de hace cinco años.
“En materia de inversión, la estructuración de nuestras carteras continúa equilibrando las convicciones a largo y a corto plazo. La ventaja de la desincronización del crecimiento económico mundial es que permite diversificar. Estos catalizadores de rentabilidad para nuestros fondos se complementan con estrategias de cobertura para proteger nuestras carteras frente al riesgo de tipos de interés y de tipos de cambio. Contrariamente a lo que podríamos pensar de forma intuitiva, la caída del dólar no descarta el riesgo de asistir a una subida de tipos. Como hemos visto desde hace varios meses, este entorno favorece una gestión activa del ahorro”, cerró Kevin Thozet.