Según datos de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), en el primer semestre de 2022 había 337.398 asalariados en el Gran Mendoza, pero entre ellos, 147.229 se desempeñaban en el sector informal (43,6% del total). Se trata del nivel de informalidad más alto para ese período desde el año 2004, cuando el 46,6% de los trabajadores estaba en negro.
El empeoramiento de la situación se ve con facilidad. Entre enero y marzo de 2021 el universo de trabajadores era de 330.307 personas, de las cuales 190.998 estaban en blanco y 139.309 en negro. Cuando se compara los números con los de este año, se encuentran que hay 7.920 trabajadores informales más y 829 empleados formales menos.
Los economistas coinciden en señalar que la recuperación del empleo después de la pandemia en Mendoza ha estado asociada, principalmente, al trabajo en negro y plantean que, si bien es un dato alentador que haya más personas que tienen un ingreso, se debe apuntar a que sean empleos de calidad y con aportes.
Para entenderlo, antes de la pandemia, en el primer trimestre de 2020, la cantidad de personas que tenían un empleo informal, también según el relevamiento de la DEIE en base a la Encuesta Permanente de Hogares, era de 121.981, lo que representaba el 38% del total de asalariados (versus el 43,6% de los tres primeros meses de 2022).
El economista del Ieral (Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, de la Fundación Mediterránea), Jorge Day, señaló que cuando desde la institución elaboraron la propuesta -impulsada por el Consejo Empresario Mendocino a fines del año pasado- de reducir la alícuota de Ingresos Brutos a aquellas empresas que generaran empleo registrado, tenían en cuenta esta problemática.
Day indicó que se observa una recuperación de la economía, que se traduce en que los datos de empleo privado siguen creciendo, pero de a poco. Sin embargo, también hay mucha incertidumbre y no se sabe qué va a pasar el año que viene; mucho menos en 2024. Ante este contexto, los empresarios evitan contratar gente -ya que, además, se suma una presión impositiva récord, acotó-, pero como la necesitan porque se ha incrementado la actividad, optan por tomarla, pero de manera informal.
Desaceleración económica
El economista del Ieral aclaró que se ha ido frenando la reactivación postpandemia y que Argentina está a punto de entrar en recesión; lo que tampoco favorece el crecimiento del empleo formal. Sucede algo similar, ilustró, con las inversiones. “Tal vez las desarrollan quienes no pueden comprar dólares ni sacar los pesos de país, pero la mayoría espera hasta que esté más claro el panorama”, apuntó.
Jorge Day analizó también la relación de la informalidad con la composición de la matriz productiva de Mendoza. “Las provincias petroleras son las que mayor formalidad tienen. Esto, porque las grandes compañías tienen a su personal registrado y suelen exigir que sus proveedoras también tengan a sus empleados en blanco; lo que genera un efecto cascada. En cambio, en las que hay mayor preponderancia de pymes, el control se dificulta. Es que si bien las pequeñas y medianas empresas, en conjunto, contratan mucha gente, el costo de controlarlas es altísimo, y por eso se da una mayor informalidad”, sostuvo el especialista.
De todos modos, el economista del Ieral planteó que la informalidad es una mala noticia, pero si se elige ver el vaso medio lleno, por lo menos ha aumentado el empleo. “El gran temor es que en algún momento se deje de contratar gente”, lanzó.
Problema generalizado
El martes, el Indec dio a conocer su informe “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra”, con datos correspondientes al segundo trimestre de este año. Si bien no están desagregados por provincias, se observa que en todo el país hay unos 16.243.000 puestos de trabajo, de los cuales 10.843.000 son registrados (66,75%) y 5.400.000 no registrados (33,25%). Es decir que Mendoza tiene 10,35 puntos porcentuales más de informalidad que la media nacional.
La economista y docente Carina Farah señaló que, cuando se observa la informalidad por ramas de actividad, se encuentra que hay sectores, como el turístico, que son de los que más empleo informal tienen, como también peores condiciones laborales -francos rotativos, horarios nocturnos- e inestabilidad (por los eventuales, ligados a las temporadas alta y baja). De ahí que consideró que, si bien el PreViaje ha servido para dinamizar un sector que fue muy afectado por la pandemia, no se ha traducido en mejores indicadores de empleo.
En este sentido, señaló que la inversión del Estado debería enfocarse en sectores más dinámicos y que aumentan rápidamente el empleo registrado, como el automotriz; y, en general, en estimular la oferta de la economía, en lugar de la demanda. También señaló que la construcción, aunque no se asocia tanto al trabajo en blanco, ofrece mejores salarios, no es tan estacional y tiene un gran efecto multiplicador.
Por otra parte, Farah destacó que en el empleo informal hay una sobre representación de las mujeres. Así, mientras en el total de asalariadas, un 38,4% son empleadas en negro; en el caso de los hombres este porcentaje baja al 34,6%. Esta brecha de género se extiende, resaltó, a la desocupación, la subocupación horaria y los salarios, sobre todo en los quintiles de menores ingresos.
Recientemente, en una nota que se vinculaba con esta problemática y hacía referencia a que, de acuerdo con el relevamiento del Ministerio de Trabajo de la Nación, en la última década, Mendoza no sólo no generó nuevos puestos de trabajo formales en el sector privado, sino que perdió casi 4.500, el asesor del Ministerio de Economía y Energía de la provincia, Sebastián Laza, señaló que, entre 2012 y 2022, hubo mucho atraso del tipo de cambio real.
A esto agregó que Mendoza es una de las provincias más sensibles al atraso cambiario, porque es muy fuerte en exportaciones de vino y en turismo receptivo y, cuando el dólar se estanca, caen las ventas al exterior de vinos y se recibe un menor flujo turístico. Laza expresó que esta es una de las principales razones que explica la pérdida de puestos de trabajo en el sector privado formal.