La facturación del comercio minorista de Mendoza acumula este año un crecimiento en términos reales del 24% respecto a las cifras registradas en 2019, antes del inicio de la pandemia de coronavirus, conforme a los datos aportados por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE).
De acuerdo al relevamiento del organismo provincial, entre enero y mayo del 2022 algunos rubros llegaron a tener un incremento de tres cifras si se lo compara con 2019. Tal es el caso de “amoblamientos, decoración, sanitarios, iluminación y textiles para el hogar (232%) y “ropa y artículos deportivos” (112%). Otros de los que presentaron una importante mejora, pero ya en dos dígitos, fueron “electrónicos, CD, cassettes, electrodomésticos y artículos de computación” (60%); “juguetes” (55%); “indumentaria, calzado y marroquinería” (48%) y “patio de comidas, alimentos, bebidas y kioscos” (43%). En tanto, el rubro “perfumería, farmacia, óptica y fotografía” registró una mejora del 4% y “librería y papelería” un 3%. Los únicos con saldo negativo fueron “diversión y esparcimiento” (-20%) y “otros” (-60%).
“El dato es positivo, porque no hablamos de un efecto rebote por la pandemia, sino que es una recuperación y crecimiento. Pero hay que tener en cuenta que los números previos a la pandemia eran muy malos”, sostuvo Juan Manuel Gispert, director ejecutivo de la Federación Económica de Mendoza (FEM).
Para Adrián Alín, presidente de la Cecitys (Cámara Empresaria de Comercio, Industria, Turismo y Servicios), la mayor facturación respecto a 2019 no es sinónimo de que los comerciantes estén ganando más dinero, pero reconoció que esto ha permitido mantener las fuentes de empleo y la cantidad de locales activos. Asimismo, resaltó que el equilibrio corre peligro, por lo que consideran necesario un reacomodamiento de la economía y un mayor control respecto al comercio “en negro”, para así poder mantener la lealtad comercial.
Para entender los motivos de este crecimiento, el economista Carlos Rodríguez explicó que la economía se mueve por ciclos de expansión y contracción. Y recordó que en los primeros cincos meses de 2019 Argentina estaba en una etapa recesiva, que luego se profundizó por la pandemia. “Sería normal ver una recuperación respecto a ese periodo”, argumentó.
“Los números son demasiado buenos. Cuando hay rubros con crecimientos como el de ‘amoblamientos, decoración, sanitarios, iluminación y textiles para el hogar’ y ‘ropa y artículos deportivos’, se genera una fuerza sobre toda la serie, por una cuestión matemática. Es previsible una recuperación. Categorías como la primera de ellas se suelen dejar de lado en la época de recesión para darle prioridad para consumos más inmediatos. Cuando esto termina, todo lo que no se había hecho se vuelve a tomar”, argumentó el experto.
El economista José Vargas coincidió con Rodríguez en que 2019 fue un año con cifras muy bajas que se profundizó en 2020, por lo que desde su punto de vista esto podría ser la continuidad del “efecto rebote” que se vio en 2021. “Ha habido una serie de acomodamientos salariales y ayudas económicas. Mucha gente dedica su ingreso a consumir, porque el ahorro termina devorado por la inflación”, detalló el referente de Evaluecon.Una pausa al crecimiento
Pese al saldo positivo de los primeros cinco meses del año, el panorama ha cambiado en el último tiempo. “Estos dos últimos meses se ha desacelerado el crecimiento. Con la renuncia de Guzmán hubo un parate y es necesario un reacomodamiento de la economía”, puntualizó Adrián Alín.
Desde la FEM, Gispert señaló que teniendo en cuenta sus registros, julio ya presenta saldo negativo, consecuencia de la incertidumbre que hubo por la cotización del dólar y la suba de precios generalizada. “Era algo esperable, que terminó ocurriendo, pero por lo pronto no vemos una espiralización de la economía. En agosto probablemente la comparativa interanual tenga una caída menor, igualando las cifras del 2020, o muy por debajo, pero estamos en un punto de incertidumbre generalizado”, sostuvo.
Carlos Rodríguez manifestó que sería normal una merma en el crecimiento. “La incertidumbre política lleva a la gente a buscar refugio en otro tipo de activos. Por otra parte, influye mucho el problema inflacionario, que nos hace más pobres a todos y va quitando poder adquisitivo a los que tienen ingresos fijos”, declaró.
Qué esperar a futuro
Respecto a lo que puede llegar a pasar en lo que queda de este 2022, el economista José Vargas planteó: “Es probable que hacia fin de año la situación mejore, sobre todo en meses estacionales como diciembre. Depende de lo que suceda con las decisiones económicas del Gobierno en lo que tiene que ver con el tipo de cambio, el reacomodamiento salarial de algunos sectores y ayudas, así como de los aumentos de tarifas de los servicios públicos y medicina prepaga, por mencionar algunos ejemplos. No creo que haya una recuperación mayor de acá a noviembre, pero sí se podría ver algo en diciembre”.
Rodríguez se mantuvo un poco más cauto al respecto: “El gran inconveniente es que los problemas básicos de la economía no están resueltos, principalmente la falta de dólares. Las medidas que han tomado las autoridades, como el aumento de tarifas o de la tasa de interés, van a dar el marco general de una recesión. Es posible pensar que el crecimiento va a tener un freno. Pero no se puede descartar que la situación se revierta”, opinó.
Desde la cámaras sectoriales mantuvieron el optimismo al momento de anticipar lo que puede pasar en 2022. “Siempre reina el optimismo. En el mercado tenemos una paz relativa con la llegada de Massa y se espera cierta previsibilidad hacia fin de año. También algunos gremios han acordado nuevos aumentos salariales, por lo que la gente tendrá más dinero para el consumo. Pero todo depende mucho del humor social. Necesitamos mejorar la calidad de vida para aumentar el consumo”, anticipó el presidente de la Cecitys.
Por su parte, el Director Ejecutivo de la FEM dividió el panorama entre lo que esperan que pase y lo que quieren que pase: “Lo que creemos que va a pasar es que se va a mantener el crecimiento interanual, pero va a ir desacelerándose. Se va a ir enfriando la economía, por lo que va a tender a la baja. La inflación alta sigue haciendo daño en el poder adquisitivo, por lo que si no hay paritarias generalizadas vamos a cerrar el año con iguales o menores ventas que el año pasado. Lo que queremos que pase es que no haya políticas de restricciones del poder adquisitivo para mantener el crecimiento que estamos acumulando. Pero estamos muy lejos del 2015 y 2016, que fueron los mejores años para el comercio minorista”, concluyó.