La horticultura en Mendoza, una de las principales actividades agropecuarias de la provincia, presenta varias particularidades, como una tendencia hacia la concentración de la producción y un sistema entre “patrones y chacareros” que dista de ser una relación entre iguales. Estas características fueron analizadas para el especial multimedia “Grito en el Campo”, de diario Los Andes.
En principio, se les llama cinturones verdes a las áreas agrícolas a unos 10 kilómetros alrededor de una ciudad. En el caso de Mendoza, estudios del INTA definen que el Cinturón Verde ocupa las áreas bajo riego de Guaymallén, Maipú (distritos Coquimbito, Rodeo del Medio, Fray Luis Beltrán, San Roque y General Ortega) y el sur de Lavalle (distritos El Vergel y Las Violetas).
En ese territorio hay una producción en fresco con más de 50 especies de cultivos, desde acelga y tomate perita, hasta zapallo y repollo. La producción hortícola, incluyendo las hortalizas pesadas fuera del cinturón, es la tercera actividad agrícola en cuanto a superficie (detrás de vid y frutales) y Mendoza es la segunda productora hortícola nacional, después de Buenos Aires.
Oscar Carballo, sociólogo rural que se desempeña en el Conicet, analiza datos del Censo Agropecuario Nacional y señala como alarmante la reducción entre 1988 y 2018 de la cantidad de explotaciones agrícolas, de 7.000 a 2.700, una caída de casi un 60 %. Sin embargo, la cantidad de hectáreas no disminuyó tanto en ese tiempo (pasó de 34.515 ha a 29.860 ha), lo que indica que hay menos explotaciones agrícolas, pero algunas con muchas más hectáreas.
“En los últimos 30 años, la horticultura de Mendoza ha experimentado una concentración de la producción bastante considerable. La superficie cultivada con hortalizas en la provincia se ha mantenido estable, en torno a las 30 mil hectáreas, pero ha ido disminuyendo bastante las explotaciones. Es más, en el censo de 1988 había 7 mil explotaciones con cultivos hortícolas y en 2018 hay en torno a las 2.700 explotaciones”, apunta Carballo.
Para este sociólogo, en especial han caído los productores chicos de hasta 5 hectáreas: “Los problemas principales son el aumento de los costos y los insumos. Las semillas tienen precios dolarizados, se nota el aumento de la electricidad y varios la necesitan para el riego. Además, hay una salida muy fuerte de productores de origen criollo que han envejecido y no tienen un reemplazo generacional”.
Precariedad laboral
Las relaciones entre el “patrón” (como se suele llamar al dueño de la tierra) y el “chacarero” se enmarcan dentro de la Ley 13.246 de Arrendamientos y Aparcerías Rurales, una ley de 1948 actualizada en 1980. A través de un contrato, el propietario de un terreno agrícola aporta el terreno, las semillas y los instrumentos y el chacarero pone la mano de obra.
La ley estipula que, al final, las partes se repartirán los frutos, pero aclara que “podrán convenir libremente el porcentaje de distribución”. Se estima que en los años 60′ el chacarero se quedaba con un 65 % de la cosecha, pero hoy cobra entre un 25 y un 30 %.
Para Lautaro Breitman Pacheco, sociólogo que trabaja en la Federación de Cooperativas Campesinas y de la Agricultura Familiar (Fecocaf), se trata de “una relación laboral que no está reconocida como tal” y “si bien la ley postula a ambas partes como iguales, en la actualidad esa no es la realidad”.
“Las relaciones entre el patrón y el chacarero o aparcero son de extrema precariedad e inestabilidad. Se dan en condiciones paupérrimas en cuanto a las inseguridades y las obligaciones del trabajo cotidiano en la chacra”, afirma Breitman Pacheco, aclarando que habla de casos generales.
El sociólogo de Fecocaf menciona que muchas veces no hay un contrato escrito, sino de palabra, la vivienda suele ser muy precaria y recién se cobra después de vender la cosecha, si es que no se perdió todo por una contingencia. Además, la mano de obra incluye a la familia del chacarero, involucrando en las etapas intensivas a “relaciones de reciprocidad” (pedir favores) para que otra familia les ayude con las labores a cambio de después ayudarles a ellos.
Tanto Carballo como Breitman Pacheco consideran que sería importante que los propios chacareros puedan trabajar en conjunto para dar fuerza a sus reclamos. Por otro lado, sería positivo que poco a poco puedan acceder a una tierra propia, para ir ganando independencia, y que puedan realizar modelos de cultivo de tipo agroecológico.
Para denuncias de explotación, se puede llamar a los teléfonos 145 (trata de personas con fines de explotación laboral) y 0800 666 4100 (ministerio de trabajo de la nación). Para coordinar acciones de capacitación y prevención se puede escribir a at-mendoza@trabajo.gob.ar
*Producción periodística: Sandra Conte, Soledad González y Mauricio Manini
*Fotografía y videos: Ignacio Blanco - Claudio Gutiérrez