Las recientes tensiones en el mercado cambiario volvieron a exponer el estrecho sendero que recorre la administración de Alberto Fernández para tratar de contener al dólar, aunque sin interrumpir su avance por goteo con la esperanza de transformarlo en una de las variables que apuntale la salida recesión. Los pasos aún se definen según las urgencias y la efectividad depende de la negociación de la deuda y de las señales políticas.
Con el cepo y el refuerzo de su alcance, el Gobierno logró que los dólares oficiales tengan una carrera similar, sin grandes sobresaltos y superior a la evolución de la inflación: los precios acumularon un incremento del 13,6% en el primer semestre, mientras que en ese período el dólar minorista avanzó 20,57%, y el mayorista, 20,03 por ciento.
Por lo pronto, con su marcha incesante el denominado “dólar solidario”, al que acceden los pequeños ahorristas con un límite de U$S200 mensuales y el recargo del 30% correspondiente al Impuesto PAIS (Para una Argentina Inclusiva y Solidaria), cerró la semana a $98,48 y se prepara para superar la barrera de los 100 pesos por unidad.
El nivel del tipo de cambio oficial se explica por el rumbo que estableció el presidente Fernández y que trató de describir recientemente, al exponer ante los inversores internacionales durante un evento del Consejo de las Américas. “Tenemos que tener una divisa competitiva, un precio del dólar competitivo que nos permita vender y entrar al mundo”, dijo y explicó que esa variable será la que permitirá acumular reservas y pagar los compromisos de deuda asumidos para retornar al mercado de crédito.
Pero además el Presidente blanqueó allí que “este no es el momento de resolver el tema del déficit” de las cuentas públicas, fundamentalmente, porque en el corto plazo el Estado deberá redoblar los esfuerzos para sostener a los sectores más afectados y para apuntalar la recuperación.
“¿Y cómo lo van a financiar?”, se preguntan con ironía los operadores del mercado que alertan sobre los efectos de la emisión monetaria, que inclusive superó la capacidad local para imprimir billetes y obligó a la Casa de la Moneda a abrir una licitación internacional para satisfacer la demanda.
“Lo que más perjudica al tipo de cambio es la emisión de pesos, porque si consiguieras fuentes de financiación no habría problemas. El problema es que cada vez se inyectan más pesos y los dólares siguen siendo los mismos”, explicó el analista financiero Christian Buteler ante la consulta de este medio. Y claro que ese fenómeno preocupa aún más con el frente de la deuda irresuelto.
Es regla: la lluvia de pesos no hace otra cosa más que sumarle atractivo al dólar y, sobre todo, cuando se presume que la inflación se acelerará en la segunda mitad del año, a pesar del congelamiento de tarifas y los controles de precios.
Buteler señala que la marcha del dólar informal o “Blue” es la “más acorde” con el fenómeno de la emisión. A saber, esa divisa tocó el viernes su máximo histórico de $140, mantiene así una brecha de 83% con el oficial, y en lo que va del año ya ganó 80,5 por ciento.
Con el sector agroexportador como fuente primaria de divisas, cualquier turbulencia en la oferta o en la demanda complica la posición del Gobierno. En este contexto, un primer paso clave será alcanzar un acuerdo favorable con los acreedores externos. El economista e investigador jefe del IREAL de la Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos, consideró que ello influirá en una serie de variables económicas, como las tasas de los plazos fijos, que ayudarán a descomprimir el mercado de cambios.
“Por las condiciones macroeconómicas sigue habiendo mucha preferencia por el dólar. De hecho, las ventas legales de los bancos a los pequeños ahorristas siguen siendo muy fuertes: en mayo fueron U$S450 millones y en junio seguramente van a estar arriba de los U$S500 millones”, argumentó Vasconcelos.
Sin embargo, en el horizonte no se vislumbra el levantamiento de las restricciones y la calma entonces llegaría para la plaza de los dólares paralelos, que se negocian por encima de los 114 pesos, y seguramente en las cuevas. Por ellos, los más optimistas creen que el Blue se posicionó en lo que podría ser un techo.
“Si arreglan el asunto de la deuda, puede que la situación se descomprima parcialmente, por un tiempo. Pero el tema de la deuda es uno de los muchísimos problemas que tiene la Argentina. El panorama es complicado”, resumió Gustavo Quintana, un operador cambiario con casi 50 años de experiencia.
Por supuesto que las señales políticas también serán determinantes para aplacar los ánimos, darle protagonismo al peso y acceder a los recursos que hoy brillan por su ausencia. Lo hecho con Vicentin y las recientes proclamas kirchneristas para avanzar sobre Edesur dificultan ese camino y alimentan voces de aquellos, que para defender sus intereses, denuncian avances contra las libertades, la propiedad privada y la seguridad jurídica, tres elementos esenciales para construir confianza.