Con una economía estancada y una inflación crónica, la economía nacional y la provincial enfrentan serios retos para poder crecer. En ese marco, el Consejo Empresario Mendocino (CEM) elaboró un informe titulado “Competitividad y desarrollo”, donde se pone la lupa sobre las dificultades de la producción local con respecto a otros países de la región y del mundo, señalando algunas medidas para poder mejor la situación.
No es una novedad señalar los problemas económicos de Argentina, que en los últimos diez años se contrajo un 3 % en términos reales y sin capacidad de crear empleo privado formal de calidad, con mayor participación del sector público en los últimos años. La consecuencia sobre el ingreso por habitante es directa, y se refleja en los crecientes niveles de pobreza, que rozan el 40% en el país y es aún mayor en Mendoza.
Lo que sí es distinto es poner el foco sobre dos aspectos claves de la economía, la competitividad y la productividad. Es así como el CEM, presidido ahora por Eduardo Pulenta, elaboró este informe con la asesoría del economista Gustavo Rivarola, así como antes se han elaborado documentos sobre finanzas públicas y carga impositiva.
Silvia Jardel, gerente general del CEM, destacó que el informe pone en perspectiva la economía argentina, “no solo mostrando los problemas de competitividad sistémicos que tenemos en relación a otros países, sino que se pone el foco en cuáles son los factores que obstaculizan nuestro desarrollo, el crecimiento, y explican los síntomas de una economía enferma”.
A mayor productividad se corresponde una mayor competitividad, mayores niveles de ingreso por habitante de un país y, en promedio, mayor bienestar de sus habitantes. Dicho en otras palabras, una economía competitiva es una economía productiva, y los países que desean brindar más bienestar y más oportunidades a sus ciudadanos deben mejorar ambas cosas. “Es fundamental que la mejora de la competitividad sea ‘LA política de estado’ en Argentina y de Mendoza, aglutinando a todas las demás políticas públicas”, afirman desde el CEM.
Comparados con el mundo
¿Qué indican los rankings mundiales con respecto a la competitividad argentina? Que su competitividad es baja tanto a nivel mundial como a nivel regional. Argentina se ubica en el puesto 83 (de un total de 141 países) en el último Ranking de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, de 2019, y en el puesto 62 de 63 países en el Ranking Mundial de Competitividad 2022 del Institute of Management Development (IMD).
Para el Foro Económico Mundial (World Economic Forum), la competitividad “es el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Mientras tanto, el IMD define a la competitividad como “el grado en que una economía gestiona la totalidad de sus recursos y competencias para aumentar la prosperidad de su población”.
“A nivel regional, América del Sur es la región menos competitiva del mundo, y Chile es el país más competitivo de América Latina, seguido por México. En tanto, Argentina es la menos competitiva de las 5 economías más grandes de la región, por detrás de los mencionados y de Colombia y Brasil”, sintetiza el informe del CEM.
Si se mira el vaso medio lleno, las mejores calificaciones de Argentina están en aspectos tales como habilidades para el trabajo (vinculado a educación), tamaño de mercado, salud y capacidad para innovar. Si se mira el vaso medio vacío, los desempeños más bajos del país están en estabilidad macroeconómica, en funcionamiento de mercados (de productos, laboral y financiero) y en instituciones.
En concreto, uno de los puntos más débiles en el ranking del Foro Económico Mundial es la estabilidad macroeconómica (Argentina califica 139 entre 141 países en este pilar). “La carencia de orden macroeconómico constituye uno de los principales temas que Argentina debe resolver para ser más competitiva y próspera. Las consecuencias de una macro sin objetivos están a la vista. Y, en Argentina, el orden macroeconómico comienza por el orden fiscal y la reconstrucción de la confianza en la moneda”, analizan en el CEM.
En cuanto al ranking de IMD, otro dato que se desprende es que no solo la competitividad argentina es baja, sino que se ha deteriorado en los últimos 5 años: en el ranking general Argentina pasó del puesto 56 entre 63 países en 2018 al puesto 62 de 63 países en 2022. Cayeron los factores eficiencia gubernamental, eficiencia del entorno de negocios e infraestructura, aunque dentro de América Latina lidera en el factor educación.
Estado y presión tributaria
Al analizar posibles causas de la baja competitividad, el informe del CEM señala que el sector público creció en los últimos 15 años del 30 % al 44 % del PIB -sin un correlato equivalente en cantidad, calidad y cobertura de servicios- “hipertrofiándose y ahogando al sector privado con más impuestos, una maraña regulatoria creciente, un gasto público ineficiente, y compitiendo con el sector privado por el escaso financiamiento interno disponible”.
En ese sentido, la presión tributaria de nuestro país es una de las más elevadas de América Latina, por encima del promedio (en Argentina alcanzó el 29,4 % del PIB en 2020, mientras que la de América Latina se ubicó en el 21,9 %). En el período que va del 2004 al 2020, Argentina incrementó la presión tributaria 4,7 puntos porcentuales más que el promedio de Latinoamérica.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) indica en el Vademécum tributario 2022 unos 165 impuestos y tasas entre los tres niveles de gobierno, y los 12 impuestos más significativos en monto representan el 91 % de la recaudación. “Argentina lidera también en carga tributaria sobre empresas (106% de sus beneficios) y en impuestos sobre el trabajo, con una cuña fiscal cercana al 35%. Asimismo, la participación de los impuestos distorsivos aumentó más de 3 veces en 20 años, del 2,5% al 8,8% del PIB”, señala el informe.
Para el CEM, la readecuación del tamaño y estructura del Estado en sus tres niveles es “un aporte impostergable a la competitividad sistémica de Argentina”, y llaman a que el Estado tenga un tamaño razonable y financiable por el sector privado. El pedido es simplificar el sistema impositivo actual para que sea menos distorsivo y regresivo, impulsando la disminución de alícuotas y la formalidad tributaria.
“Nuestra provincia ha dado muestras en este sentido y entendemos que el esfuerzo de ordenamiento fiscal y de reducción de impuestos debe continuar, poniendo el énfasis en la creación de empleo privado registrado”, señaló esta cámara empresaria. Además, recordaron que el IERAL–Fundación Mediterránea realizó para el CEM un estudio que propone reducir las alícuotas del impuesto a los ingresos brutos a cambio de generar empleo formal.
“Las mejoras de competitividad surgen de políticas y acciones cuyos resultados trascienden a una gestión de gobierno; trabajar en la competitividad implica que los gobiernos, y el sector privado, tomen decisiones cuyos resultados, en muchos casos, beneficiarán a generaciones futuras. Ese es el desafío”, reflexionaron desde el CEM.