Mucho se ha hablado de los desafíos de emprender en la Argentina, la presión impositiva y los cambios de gobierno, con sus diferentes ideologías, siempre significaron desafíos para los emprendedores y esto sigue siendo así. No obstante, existen casos que permiten mirar hacia adelante, empresas con décadas o más de un siglo de historia, y es bueno conocer cuáles fueron sus secretos para mantenerse vigentes:
Por ejemplo, con casi 100 años, “El Oro Negro”, es conocido por los mendocinos, pero ha enfrentado muchos cambios en su historia, quizás no todos sepan que tuvo sus orígenes en 1928 cuando Elías José Elmelaj, un inmigrante libanés, fundó la empresa de transportes “El Carrizal”. En 1939, estableció una relación comercial con Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), que influyó en el cambio de su denominación a El Oro Negro, haciendo referencia al petróleo. En 1948, lanzó el histórico CITYTOUR en LA BATEA, un recorrido turístico por los paisajes mendocinos. Con el tiempo, expandieron sus servicios turísticos, fundando la agencia de turismo El Oro Negro en 1978.
Desde la firma expresaron que durante su extensa trayectoria, enfrentaron varias crisis significativas: “La primera gran crisis fue durante la hiperinflación de finales de la década de 1980. Debido a la inestabilidad económica y la rápida devaluación de la moneda tuvimos que ajustar nuestras tarifas frecuentemente y buscar maneras innovadoras de mantener la operatividad sin comprometer la calidad del servicio”, señalaron.
La extensa trayectoria de la firma hizo que conocieran muchas crisis del país, y en 2001 no fue la inflación, sino la devaluación del peso, el congelamiento de depósitos bancarios y la incertidumbre generalizada, las que llevaron a una disminución drástica en el turismo y los servicios de transporte. “Nos vimos obligados a reestructurar nuestras operaciones, reducir costos y buscar nuevas alianzas estratégicas”, señalaron.
Ya en la historia reciente, la pandemia de COVID-19 representó otro desafío: “Las restricciones de movilidad y las medidas de cuarentena detuvieron nuestras operaciones por 11 meses”, destacaron.
“Definitivamente, la familia es un pilar fundamental. Desde su fundación en 1928, la empresa ha sido gestionada y dirigida por generaciones de la misma familia. Actualmente, es la cuarta generación la que está al frente, manteniendo vivos los valores y la tradición que han caracterizado a la empresa a lo largo de los años. Este enfoque familiar no solo nos ha permitido una gestión coherente y unida, sino que también ha reforzado la confianza y lealtad tanto entre los empleados como entre los clientes”, señalaron.
Pero otra clave importante es el “capital humano”, su gente. “Actualmente contamos con 25 empleados de manera directa y casi 60 de manera indirecta, incluyendo guías y todos los talleres que trabajan de forma diaria con nosotros. La capacitación constante del personal es fundamental para mantener los estándares de calidad y servicio que nos hemos propuesto”, señalaron.
“Estamos realizando un convenio con la Municipalidad de Luján para crear una escuela de conductores. Además, estamos en proceso de certificación de normas ODS, lo que implica no solo considerar aspectos humanos sino también sumar en la parte ambiental y otros procesos de gestión. Este compromiso con el desarrollo del capital humano y la sostenibilidad refuerza nuestra misión de superar nuestras expectativas como empresa de transporte y turismo en Mendoza”, cerraron.
Otra empresa que ostenta nueve décadas de historia es Casa Castro. Se iniciaron hace casi 90 años, como un almacén de ramos generales y se fueron incorporando distintos productos hasta llegar a convertirse en una empresa de venta de materiales de construcción en una de las zonas icónicas de la ciudad de Mendoza proveedora de obras públicas y privadas. “Estamos ubicados en el corazón de la ciudad, frente al Área Fundacional. Allí era la casa de sus fundadores y funcionaba el local”, contaron.
También destacaron la crisis del 2001 como la más difícil que les tocó sortear, pero “fue la familia, el lazo y el compromiso con la empresa lo que la ha mantenido viva”. “Somos la 4ta generación que trabaja en Casa Castro y es algo que nos enorgullece”, explicaron, y sumaron que, “otra clave del crecimiento ha sido la continua capacitación de todas las personas que integran Casa Castro”.
Hace 90 años también, inició la historia de la joyería más famosa de la provincia, de la mano de su fundador, Vicente Vendemmia, quien a sus 11 años de edad comenzó a trabajar en un pequeño taller de joyeros como aprendiz; y en 1934 decidió abrir su propio local de joyas en la ciudad de Mendoza: Vendemmia Joyero.
“Combinando el arte milenario de la orfebrería con nueva tecnología y diseños únicos, rápidamente, la marca se posicionó como líder en el mercado.Luego se incorporó al negocio la relojería de la mano de grandes marcas como Rolex, Cartier, Omega y Baume & Mercier, entre otras”, explicaron. La firma hoy cuenta con 3 locales comerciales y “la familia Vendemmia continúa trabajando con la misma pasión y los valores que caracterizan a la marca desde siempre”.
Distinción municipal, empresas con más de 60 años de historia
Recientemente, el Honorable Concejo Deliberante de Godoy Cruz reconoció a comercios históricos en el Día del Comerciante, como parte del Programa Memoria Viva y Participación Ciudadana, liderado por la Junta de Estudios Históricos y la Municipalidad. Estos comercios fueron elogiados por su resistencia a lo largo de las crisis económicas, manteniendo su identidad comercial. Se homenajeó a diez negocios, entre ellos Taller Morici (desde 1906), Farmacia Godoy Cruz (desde 1908), Casa Plana (desde 1916), Ferreterías Suárez y Pannocchia, Farmacia Chester-Barraquero, Panadería Sol de Mayo, Café The Sportman, Industria metalúrgica Fermachin, y Restaurante La Parrala, todos con más de 60 años de antigüedad y en su rubro original.
El alfajor de la infancia, más de 50 años de compromiso con Mendoza
En San José, Guaymallén, se ubica la fábrica Anbi, que fue creada por Lucio Escorihuela en el año 76, quien continúa trabajando 48 años después, pero ahora junto a su hija y a sus dos nietos.
Valentina Mailhos de Anbi, fábrica de Alfajores contó que fue su abuelo quien inició con la empresa, al principio con tapas para alfajores y alfajores, y luego se sumaron otros productos que hoy ya son muy reconocidos: conitos de dulce de leche, galletas surtidas, entre otros.
“Mi mamá y mi abuelo recuerdan crisis en las que era difícil saber a qué precio trabajar, y muchos negocios les estiraban los pagos a 30 o 60 días y para cuando cobraban, ese dinero ya no alcanzaba”, señaló Mailhos y contó que a pesar de ello, “siempre sortearon las crisis” y 48 años después, no solo celebran la continuidad de la firma, sino que recientemente abrieron un nuevo local en Guaymallén.
“La familia es muy importante para la empresa, mi abuelo no falta nunca, a pesar de que ya está jubilado, y yo, y mis otros dos hermanos trabajamos también. Son tres generaciones trabajando juntas”, comentó.
Asimismo, destacó que la capacitación constante es clave para mantener “los objetivos claros”, al igual que “mantener las puertas siempre abiertas” para los 10 empleados que trabajan en la planta, repartiendo o vendiendo, así como para sus clientes. “Es fundamental que todos los que son parte de Anbi encuentren siempre una respuesta”, cerró.
Metalmecánica mendocina: 30 años de expansión
El 1 de agosto, la empresa Sur Técnica S.A, cumplirá 30 años, su fundador, Julio Totero contó cómo inició la historia de la firma, poco tiempo después de que terminara la facultad. “Como ingeniero en petróleo, poco entendía de metalmecánica, pero sí sabía realizar los cálculos que requerían las maquinarias e inicié prestando servicios para el sector agroindustrial”, destacó y señaló que con el tiempo fue necesario empezar a fabricar los componentes y los equipos”.
“Con el advenimiento de la minería entre 2005 y 2006, en San Juan, empezamos a fabricar rodillos para cintas transportadoras y ahí iniciamos con los grandes proyectos como los de minas Casposo y Gualcamayo. Eso nos sirvió como un trampolín para incursionar en el mercado de las cintas transportadoras para áridos, canteras, mineras, litio y dejar de lado el sector agroindustrial por este que demandaba otros equipos. Nos extendimos al resto del país y hoy trabajamos con cerealeras y puertos, en donde se requieren nuestros equipos, y sumamos equipos para aeropuertos (escaleras para subir aviones y carruseles para retirar valijas)”, comentó.
Para Totero “la clave del éxito” está en “reconvertirse en función de lo que demanda el mercado”.
El trabajo en familia también cobra relevancia para esta firma, de acuerdo con Totero, desde el año 94 hasta la fecha, tanto el empresario como su hijo Franco, pueden contar que han sorteado todas las crisis que afectaron al país, tanto internas como externas. A pesar de estos desafíos, la empresa ha crecido de ser un negocio unipersonal a tener más de 50 empleados hoy en día.
Totero enfatizó la importancia de la competitividad, la reducción de costos, las mejoras tecnológicas y la capacitación continua del personal como fundamentales para la supervivencia y el crecimiento de la empresa. Destacó también la baja rotación de personal como clave para mantener la adaptabilidad a las necesidades cambiantes del mercado.
Certificar normas de calidad y utilizar procedimientos controlados para asegurar la calidad del producto final, también les permitió enfrentar las dificultades impuestas por la macroeconomía y mantenerse a lo largo de 30 años, a pesar de las crisis severas que han enfrentado.
Un “vino distinto”, 20 años de crecimiento
Bodega Cruzat, fundada en 2004 por empresarios chilenos y el enólogo argentino Pedro Federico Rosell, celebra sus primeros 20 años en 2024. Se especializa exclusivamente en vinos espumosos bajo el método tradicional, destacándose así en un mercado competitivo. Ubicada estratégicamente en Mendoza, seleccionaron zonas como Luján de Cuyo y Valle de Uco por su altitud, suelos y clima ideales.
Lorena Mulet, alumna de Rosell y ahora destacada enóloga, enfatiza que la clave de la continuidad de Cruzat radica en su especialización única y en la capacidad de adaptarse con productos innovadores. Su gama incluye desde líneas clásicas hasta creaciones jóvenes y ratafias, premiadas internacionalmente. El desafío futuro es mantener la calidad y la innovación, siempre atentos a las demandas del mercado y a los gustos cambiantes de los consumidores.
“Desde el inicio, el objetivo fue producir los mejores vinos espumosos bajo el método tradicionalde la región, un mercado que ya veían con un gran potencial. En un comienzo, una de las prioridades del proyecto, fue la de encontrar el lugar más apropiado para plantar los viñedos y construir la bodega, de manera de cumplir con el objetivo de elaborar vinos espumosos del más alto nivel. Mendoza cumplía con todas estas características: se escogieron zonas de buena altitud, suelos con buen drenaje y buenas temperaturas como las zonas mendocinas de Luján de Cuyo y Valle de Uco, dos regiones que cumplen y superan las expectativas de la bodega año a año. Asimismo, el dinamismo del mercado argentino fue uno de los principales atractivos para el emprendimiento”, señaló.
Sobre la clave del éxito comentó: “En nuestro caso, nos distinguimos por ser la única bodega argentina que se dedica exclusivamente a la elaboración de vinos espumosos bajo el método tradicional o Champenoise. En estos años también fue clave lanzar productos que atrajera a diferentes consumidores y se adaptara a las variadas ocasiones de consumo que comunicamos. En línea con esa búsqueda de cautivar a ese público curioso que valora las nuevas experiencias de consumo, lanzamos nuestra línea joven: Cruzat Pet Nat, Cruzat Naranjo, Cruzat Cosecha Temprana y Cruzat ICE. Además, desarrollamos nuestras Ratafias para ampliar la oferta en restaurantes, vinotecas e, incluso, en las barras argentinas. Todo esto se suma a nuestra línea Single Vineyards, Cuvée y Premier, y conforma un abanico de productos premiados y reconocidos internacionalmente”.
Una década de historias
Vios es un emprendimiento fundado hace 10 años por Pancho Barreiro, periodista especializado en vinos, y Juan Pino, Licenciado en Ciencias Ambientales.
Juntos, decidieron promover los vinos argentinos con un fuerte compromiso hacia la sustentabilidad. El proyecto comenzó con pequeñas reuniones de amigos donde se degustaban vinos orgánicos, poco conocidos en ese entonces en Argentina. Impulsados por el interés y la sorpresa que generaban estos vinos, decidieron organizar la primera feria exclusiva de vinos orgánicos.
A pesar de la inicial duda de Barreiro, la feria fue un éxito con la participación de 12 bodegas y más de 150 personas. Este evento marcó el inicio de VIOS, que este año celebra su décimo aniversario con la décima edición de la Feria de Vinos Orgánicos y Sustentables, esperando recibir a más de 1000 visitantes.
La clave del éxito, según Barreiro, ha sido la capacidad de escuchar y adaptarse constantemente, actuando como un puente entre consumidores y bodegas para promover vinos que no solo se disfruten, sino que también promuevan la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente.
Un ejemplo más, 85 años de historia llevando el dulce de leche argentino al mundo
San Ignacio es una empresa argentina fundada en 1939, especializada en la producción de dulce de leche, queso crema y queso azul. Tiene dos plantas ubicadas en la provincia de Santa Fe: una en Sauce Viejo, donde elaboran dulce de leche y queso crema, y otra en Hipatia, dedicada exclusivamente al queso azul.
Es la principal exportadora de dulce de leche de Argentina y el segundo exportador de queso azul, destacándose como la única PyME en esta categoría. Exportan regularmente dulce de leche a aproximadamente 12-14 países, incluyendo Japón, Nueva Zelanda, Israel, Canadá, Estados Unidos, España, Italia, Francia, Chile, Brasil, Uruguay y Bolivia. Chile es su principal mercado para el dulce de leche. Todos sus productos son libres de gluten, incluyendo diferentes variedades de dulce de leche y queso crema, además de tener certificación Kosher para estos productos.
La historia de San Ignacio incluye un hito en 1978, cuando comenzaron a exportar dulce de leche a Alemania, convirtiéndose en una de las primeras empresas argentinas en obtener la certificación para exportar a la Unión Europea. En 2011, Alejandro Reca asumió como CEO y director, iniciando una etapa de crecimiento y modernización con inversiones en equipamiento e infraestructura. En 2013, adquirieron la empresa y desde entonces han mantenido un compromiso con la calidad y la innovación.
Para San Ignacio, celebrar sus 85 años significa reafirmar su compromiso con la calidad y la continuidad, impulsados por una visión clara y un equipo comprometido. Planifican seguir invirtiendo en capacidad y productividad, desarrollar nuevos productos y expandir sus destinos de exportación.
En resumen, las empresas históricas de Argentina no solo han sobrevivido, sino que han prosperado a lo largo de décadas enfrentando crisis económicas, cambios gubernamentales y desafíos diversos. Estas firmas no solo han perdurado, sino que también han contribuido significativamente al desarrollo económico y cultural de sus regiones, manteniendo vivos los valores y el legado de sus fundadores a través de generaciones.