Aunque todo parecen ser malas noticias para la economía, Andrés Borenstein también tiene un par de datos alentadores para aportar. El primero es que estima que las principales variables se mantendrán sin demasiados cambios hasta las próximas elecciones. Y suma que esto, cuando en julio parecía que todo iba a estallar, puede ser visto como algo positivo. Pero, además, resalta que Brasil va a crecer más de lo esperado y que eso es bueno para el país y para Mendoza.
El economista brindó una charla este miércoles sobre las Perspectivas macroeconómicas y el mundo para el último trimestre del año, invitado por Emerald Capital. El analista de Econviews consideró que en los próximos meses tendremos una “Argentina masomenista, pero no desastre”. Que la inflación estará en torno al 110% el año que viene, lo que implica que estará en un 6% mensual; que los cepos se irán profundizando y aliviando; que a algunos sectores -como el turismo, Vaca Muerta y el litio- les irá bien; y que la clave será que el gobierno pueda mantener una cierta estabilidad.
El problema número uno que debe resolver Sergio Massa en el corto plazo, indicó, es cómo recomponer unas reservas que están en los U$S 3 mil millones, cuando cada mes, por importaciones, salen U$S 7 mil millones. Y resaltó que subieron de alrededor de los U$S 1.000 millones que estaban hace unas semanas por la implementación del dólar soja, pero que se debe tener en cuenta que lo que se liquidó ahora no se va a liquidar en octubre ni noviembre, hasta que en diciembre repunten nuevamente las exportaciones.
Con respecto a este dólar diferencial para la soja, Borenstein consideró que no se va a extender a otros productos y que no es de esperar que se aplique a la industria vitivinícola. Explicó que la particularidad de la soja es que no tiene casi relevancia en el mercado interno, por lo que un aumento de su valor no incide en la inflación, y, además, había un sobrestock, de 5 a 6 millones de toneladas, lo que no ocurre con el vino.
Volviendo a las reservas, el economista comentó que, cuando se agotan, el gobierno debería devaluar, pero que el inconveniente con esto es que la competitividad que se gana, se pierde en un par de meses cuando suben los precios. De ahí que el otro camino sería acortar la brecha, ya sea por subir el oficial o bajar el blue; aunque para esto último se necesita confianza.
Por otra parte, adelantó que el turismo generará un déficit en 2023, ya que hasta ahora los argentinos no han viajado tanto porque no había conectividad, pero hoy los vuelos al exterior van llenos y se están recuperando rutas. Borenstein estimó que en 2023 podrían significar la salida de U$S 8 mil millones y que, si se sumaran más restricciones a las ya existentes, la gente va a ir a comprar dólares al mercado paralelo.
En cuanto a lo que se puede esperar para el año que viene, de elecciones, indicó que hay dudas de si se podrá terminar a tiempo la obra del gasoducto y reducir las importaciones energéticas, pero que también se anticipa que está cosecha será menor, por la sequía. Estos dos factores podrían complicar el panorama. Sobre todo, porque, ya en agosto, se observó una disminución de la recaudación, que estaría mostrando que la reactivación postpandemia se frenó, por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
Como contraparte, Borenstein indicó que Argentina no tiene mucha deuda por cancelar hasta 2025 y que, hasta entonces, los pagos son manejables. Y añadió que, si bien a nivel mundial el nivel de actividad ha estado por debajo de lo esperado, Brasil va a crecer 2,6% en 2022, por encima de lo anticipado, y que “si a Brasil le va bien, a Mendoza y a Argentina les va bien”. Y deslizó que sólo basta ver la cantidad de brasileros que están paseando por la provincia. Esto, además de que es uno de los principales mercados para los productos mendocinos.