“Es por la guerra y la inflación”. Con esa frase, un repositor reconoce el faltante de algunos productos alimenticios en las góndolas de un supermercado de ciudad. El empleado trata de responder ante la pregunta inquisidora de un cliente. En Mendoza, como en otras provincias, hay mermas sobre todo de aceite, leche y productos vinculados con la harina.
Para los economistas locales, las causas que provocan este vacío son varias: ajustes de oferta y demanda, inflación y el incremento del valor internacional de los commodities. En una recorrida de Los Andes por las grandes superficies comerciales del Gran Mendoza se constató esta situación.
El empleado se da vuelta y mientras usa su máquina de tickar asegura que esta semana (por la actual) se regularizará la situación. En los pasillos hay poco stock de aceite común, harina y fideos. Entre los precios en los perfiles también hay carteles limitando la cantidad de unidades que puede comprar cada familia. Pero la realidad es muy diferente en cada cadena de venta minorista, especialmente en productos lácteos, panificados, azúcar yerba mate.
Para el economista Carlos Rodríguez el problema del desabastecimiento puede explicarse desde dos perspectivas y una de ellas tiene que ver con la demanda. “La gente intuye que va a haber un aumento de los precios. Por ese motivo trata de stockearse de alimentos no perecederos de consumo básico”, explicó. La otra mirada está puesta en la oferta. “Muchos de estos productos son commodities. Es decir que se pueden vender tanto en el mercado local como en el internacional. A raíz de los acontecimientos que todos conocemos, han subido mucho los precios a nivel mundial, razón por la cual los productores prefieren vender fuera del país”, puntualizó.
Por su parte, el economista José Vargas destacó que el desabastecimiento responde también a una cuestión especulativa, “no porque exista una intención por parte de las empresas de sacar provecho, sino por el hecho de que estos productos son los que están empezando a faltar en el mundo”. El titular de la consultora Evaluecon recordó que el Gobierno está en negociaciones con el sector productivo justamente por ese tema. “La situación en Rusia y Ucrania ha puesto en alerta a la producción de trigo, maíz y soja a nivel internacional. Eso ha hecho que los precios mundiales aumenten y los productores se inclinen más por vender fuera del país”, detalló Vargas.
De la pandemia al mercado externo
En enero de 2022 las góndolas de los supermercados ya habían experimentado faltantes. Esa vez la causa estaba relacionada a los coletazos de la pandemia. Algunas góndolas poco abastecidas fueron síntomas visibles del denunciado 30% de ausentismo que sufrió la industria y toda la cadena comercial durante el cierre de la primera quincena del año. En aquella oportunidad desde la Unión Industrial Argentina (UIA), se comunicó que el ausentismo llegó al 30% durante la segunda semana de enero. Daniel Funes de Rioja, titular de la cámara empresaria, explicó que los 100 mil contagios diarios impactaron en la industria: “No hablamos solamente de lo fabril sino también de las cadenas de producción, tanto en insumos como en servicios de mantenimiento, logística y en la comercialización”.
Hoy la situación es diferente. “Al Gobierno le conviene que exporten más, porque van a entrar más dólares, pero al mismo tiempo aumentan los costos internos y se genera desabastecimiento”, enfatizó Rodríguez. El economista aseguró que esta situación -con cierta lógica- trae aparejado también faltantes de alimentos, principalmente aquellos productos con precios más bajos, como la harina 000.
“Cuando uno va al supermercado ve que ya hay carteles de limitantes de stock, debido a que las empresas tratan de que los productos disponibles alcancen para abastecer a todo el mercado”, aportó José Vargas. “Quizá algunos comerciantes empezaron a colocar artículos en cuenta gotas buscando alguna ganancia, pero ese no es el panorama general”, insistió.
Por su parte, desde la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina aseguraron a través de un comunicado que no existe problema de abastecimiento en el mercado interno. “Este mes, se entregará igual volumen que en los últimos 12 meses”, indicaron.
La inflación alimenta la ansiedad de consumo
En marzo del año pasado hubo escasez de marcas en productos como aceite y arroz en algunos supermercados. Lo que ocurrió es que a un año del inicio de la cuarentena, el abastecimiento de algunos productos no se había normalizado y el faltante en algunas categorías de alimentos se expresaba con la ausencia de las marcas más populares.
También se estableció un límite de compra, un máximo de unidades que se podía llevar un grupo familiar, como había ocurrido con el corrida a cauda del Covid-19 a mediados de febrero de 2020. Es que luego del anuncio de la cuarentena estricta, la gente acudió de modo masivo a los supermercados e hipermercados para intentar llenar las alacenas de sus hogares con productos no perecederos y de limpieza.
Poco después, el establecimiento del programa Precios Máximos congeló el precio de los artículos de primera necesidad y hubo un aplacamiento de la demanda. Hoy la inflación alimenta la ansiedad del consumo y las grandes cadenas reconocen que en los últimos días hubo ajustes de precios en las harinas, los fideos y los panificados.