Esta semana se podría llegar a un acuerdo en la paritaria vitivinícola

Tanto desde el sector gremial como el empresario afirman que se estaría muy cerca de coincidir en un porcentaje de incremento para 2022/2023, antes de la Fiesta Nacional de la Vendimia.

Esta semana se podría llegar a un acuerdo en la paritaria vitivinícola
Los trabajadores del sector vitivinícola buscan igualar su salario con la Canasta Básica Total. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

El año pasado, un grupo de trabajadores vitivinícolas protestó en el ingreso Desayuno de la Coviar y del agasajo de Bodegas de Argentina. El día anterior se había realizado la primera reunión paritaria de 2021. Este año, el primer encuentro formal de las partes se produjo el 10 de febrero y mañana sería el tercero. Tanto desde el sector gremial como el empresario consideran que se está cerca de cerrar un acuerdo y que, incluso, podría suceder antes de la Fiesta Nacional de la Vendimia.

Aunque desde ninguno de los dos sectores quieren “cantar victoria”, porque se sabe que hasta que el acta acuerdo está firmada alguien puede querer modificar o precisar aquello sobre lo que ya había una base de conformidad, tampoco ocultan la esperanza de que se llegue a un cierre pronto de la negociación y que hasta pueda suceder antes de una celebración tan ligada a la actividad.

Para entender lo que esto significaría, se debe recordar que, en 2021, la paritaria recién se abrió el día previo a los festejos centrales y que, a fines de marzo, la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas (Foeva) convocó a 48 horas de paro y movilización. El acuerdo recién se alcanzó a fines de abril, con un incremento de 47% remunerativo hasta febrero de 2022 y 10% en conceptos no remunerativos; bastante lejos del pedido inicial del gremio de un 100% de aumento, para alcanzar un salario equivalente a la Canasta Básica Total. En 2020, el cierre de las negociaciones se dio a fines de agosto.

Este año, Foeva presentó un pedido inicial de una suba en torno al 65% o 70% -aseguraron que no podía estar por debajo del 60%-, y a la que se sumaban un bono de $15.000 para el mes de noviembre y el ajuste de otros ítems no remunerativos, como el refrigerio. Actualmente, el salario de un trabajador de viña está un poco por encima de los $40.000. Si se toma como referencia la Canasta Básica Total, en enero ascendió a $74.703 para una familia tipo (se debe considerar que el acuerdo se extenderá hasta febrero de 2023).

El secretario gremial de Foeva, Juan Carlos Aguirre, manifestó que el sector empresario no está lejos de lo que los trabajadores pidieron, pero que prefiere no dar números aún, porque a veces se llega a un principio de acuerdo y luego se producen modificaciones en el siguiente encuentro.

En cuanto a la próxima reunión paritaria, señaló que se realizará este miércoles –aunque algunos empresarios habían pedido que se trasladara a la semana que viene- y que en una mesa chica se llegó muy cerca de una coincidencia. Asimismo, indicó que lo importante es que, más allá de las diferencias, se ha logrado un buen diálogo, por lo que estimó que se podría acordar pronto, después de muchos años de cerrar en abril o más adelante. Y planteó que sería muy positivo “poder llegar a la Fiesta tranquilos”.

Walter Pavón, gerente de Relaciones Institucionales de Bodegas de Argentina, coincidió en que ha habido muy buen diálogo entre las distintas cámaras y Foeva, tanto en el ámbito formal como el informal, y que la idea es intentar avanzar lo más rápido posible para llegar a un acuerdo. Esto, recordó, a diferencia de lo que sucedió el año pasado, cuando la paritaria arrancó muy tensa.

Con esto, acotó, se espera que no se produzca un desgaste en la negociación entre las partes, que los trabajadores tengan pronto una recomposición de sus salarios y que las empresas puedan prever el nuevo costo salarial. Pavón sumó que el incremento se daría de modo similar al 2021: con valores remunerativos y no remunerativos, y de modo escalonado, para que los sueldos vayan acompañando la inflación y el sector empresario asuma ese aumento de modo paulatino.

Asimismo, resaltó que la negociación entre las cámaras empresarias es compleja, ya que se debe acordar un ajuste para todos los actores del sector, pese a que hay diferencias entre la capacidad de pago de las bodegas pequeñas, medianas y grandes, como también entre los distintos productores, que son quienes tienen menor capacidad de respuesta para hacer frente a las subas salariales.

En un sentido similar, el gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, Mauro Sosa, indicó que es muy difícil alcanzar un acuerdo dentro de la cadena productiva, porque no es la misma situación la de un pequeño productor que la de un mediano; de quien es elaborador que quien elabora su propio vino en una pequeña bodega o a cuenta de terceros; de un trasladista integrado que de uno que no lo está; de quien vende sólo en el mercado interno que quien es un gran exportador.

Como el universo de empresas del sector vitivinícola es tan amplio, planteó Sosa, las negociaciones se suelen alargar en el tiempo y terminar siendo conflictivas. Pese a eso, reconoció que esta paritaria se está desarrollando en un clima absolutamente distinto al del año pasado y confió en que están encaminados a lograr un acuerdo satisfactorio para ambas partes.

Por otra parte, señaló que el sector productivo ha tenido daños recientes –producto de la tormenta de la semana pasada-, el consumo en el mercado interno acumula todo un año de caída y las exportaciones también han disminuido; “aunque algún dirigente plantee irresponsablemente que la vitivinicultura es exitosa”. Esto último, planteó, ha llevado a que parezca que el problema es de distribución de riqueza, cuando en realidad es de pérdida de rentabilidad.

El gerente de la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael, Alejandro Flores, señaló que desde las cámaras han tenido factores condicionantes a la hora de discutir un porcentaje de aumento, como la escasez de botellas –que ha limitado la producción-, una caída de los despachos en el último año que ronda el 18% y una inflación acumulada supera el 50% anual.

Sobre esto último, reconoció que el mayor impuesto distorsivo, y que afecta a ambas partes, es la inflación. Por eso, se ha intentado acercar posturas y se estaría a punto de llegar a un acuerdo esta semana, con un porcentaje que no implique una pérdida del poder adquisitivo de los salarios, y que se aplique en tramos; como también, que el paso de los ítems no remunerativos al sueldo básico no genere una merma en el importe neto o “de bolsillo” de los trabajadores.

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