Para comenzar su disertación en la apertura del Ciclo Pilares para un Desarrollo Sustentable de la Región, organizado por Los Andes, el analista y consultor internacional Francisco Javier Garrido planteó que, cuando uno habla de los pilares para el desarrollo de una región, la palabra parece hacer referencia a algo sólido, cuando en realidad se trata de algo conceptual: una visión de futuro.
El también autor de varios libros -entre ellos, “Pensamiento estratégico”, que obsequió a los asistentes al encuentro- subrayó que la estrategia, que tiene más de 3 mil años de historia, si bien es una cuestión conceptual, también tiene efectos muy pragmáticos. De hecho, indicó que los visionarios pueden ser soñadores, pero que los estrategas “insertan el ADN del pragmatismo al sueño”.
Y esto es lo que les permite hacer que ese futuro que están previendo, se concrete. De ahí que la anticipación sea clave para la estrategia. Garrido sumó que la evolución del homo sapiens se asoció, fundamentalmente, a la creatividad y la anticipación; es decir, a la capacidad de pensar cosas que no existían pero que se veían como una posibilidad.
Detalló que algunas personas son capaces de ver señales y de convertir esos datos en información útil para tomar decisiones; mientras que, para otras, simplemente se trata de ruido, es decir que no les aporta elementos para decidir. Los estrategas en potencia son, precisamente, quienes tienen esa capacidad de construir información relevante para definir un camino a seguir. Más allá de que cada uno mira el mundo desde su propia perspectiva y captura esas señales de manera distinta.
Necesidad de liderazgo
La charla del miembro de la Real Academia Europea de Doctores se refirió a: “Estrategia, pensar en el futuro, actuar hoy”. Y, en esta línea, subrayó que los líderes o estrategas tienen como tarea construir un futuro para mucha gente que confía en ellos y con un sentido de urgencia, ya que se debe actuar hoy para que ese futuro ocurra.
Garrido resaltó que esa construcción de futuro sólo funciona en la medida en que se sepa qué hacer con los datos y que se puedan utilizar para crear información y alcanzar una síntesis, que es lo que se llama objetivo. Para llegar a la estrategia, se deben considerar escenarios estratégicos, que deben contener, por lo menos, unas 11 variables.
Por otra parte, se refirió al momento actual que se está viviendo en todo el mundo y que calificó como la “era del desorden”, que incluye el cruzamiento de variables sociales, políticas y económicas. Frente a este ruido, se genera una sensación de incertidumbre que suele producir, sobre todo en el mundo de los negocios, cierta sensación de pánico, que conduce a la inmovilidad. Es decir, a frenar los proyectos a la espera de ver qué sucede.
En la esta era del desorden, aportó, una de las tareas más importantes es anticipar posibles disrupciones a partir de lo que está sucediendo y las tendencias que se observan, para poder evaluar cómo va a afectar a la organización -o la región- en un futuro.
Para poner un ejemplo de cómo funciona esto, comentó que tanto el gobierno de Cataluña (España) como el de Florida (Estados Unidos) se propusieron convertirse en regiones amables para personas de la tercera edad y trabajaron con el objetivo de atraer a empresas que brindaran servicios pensados para ese grupo etario, como también a personas que se jubilan.
Esto implica, detalló, pensar desde dónde uno va a explorar nuevas opciones y capturar la confianza de las personas que un quiere atraer, pero desde el momento presente, para que en un futuro se vaya consolidando ese sueño. También demanda analizar escenarios, conocer las condiciones -políticas, sociales, tecnológicas, ambientales, culturales, religiosas, tributarias- que existen y qué tendencias pueden llegar a seguir en el tiempo. Es decir, ir más allá de la coyuntura y construir información útil y favorable para ese objetivo estratégico que se está planteando.
Luego, sumó, se deben analizar esas condiciones y recurrir al desarrollo creativo, de donde nace la innovación, para poder sintetizar todo en un objetivo y, finalmente, comunicarlo. Garrido resaltó que lo que no se comunica no existe y que, por eso, la estrategia debe ser comunicada apropiadamente.
El consultor comentó que, desde la antigüedad, el pensamiento estratégico, que nace en China, decía que los líderes tienen la tarea de anticipar el futuro y de preparar a las personas que los acompañan “para vivir ese futuro en tiempo real, porque el futuro se hace”. Pero se necesitan personas, planteó, dispuestas a ponerse de pie y dar algunos pasos juntos. Sobre esto, resaltó la importancia de aplicar una estrategia cooperativa y no competitiva, que ha llevado al mundo a la situación actual, y mucho menos la conflictiva.
Cómo operar en medio del caos
Luego de la disertación, se dio espacio para las preguntas del público. Uno de los asistentes consultó cómo se hace para trabajar en un mundo que, después del Covid, que aceleró muchos cambios, sigue convulsionado. Garrido respondió que el cambio es continuo, por lo que desde el diseñó estratégico lo que debe importar es cómo cambiar y no cuándo, “porque el cuando es siempre”.
Explicó que, en Harvard y Oxford, tienen un laboratorio de diseño estratégico y se permiten incomodar a los líderes -estrategas, CEO’s; en definitiva, quienes toman decisiones-, al plantearles una situación en la que todo lo que hoy funciona deja de funcionar y les presentan tres escenarios (favorable, intermedio y negativo). A partir de eso, construyen tres diseños estratégicos. Así, logran que aparezcan nuevas ideas, propuestas innovadoras para alcanzar el objetivo. Garrido subrayó que la estrategia nunca debe ser rígida, sino flexible y adaptable.
Otra de las preguntas apuntó a cuál es la influencia de la comunicación en el desorden. El especialista en estrategia respondió que, en los tiempos actuales, en las redes, hay dos maneras de generar incertidumbre: que no haya información y o que haya superabundancia de datos. Esto, porque tanto la ausencia como la saturación generan ruido.
Citó el libro de Yuval Noah Harari “21 lecciones para el siglo XXI” y, luego de advertir que sólo recomienda la primera página, comentó que el historiador israelí plantea que hoy lo que tiene valor no es tener mucha información, como se creía en la primera mitad del siglo pasado, sino que ahora “la claridad es poder, porque tenemos una saturación tóxica de información”.