Frederike Pon está muy lejos de representarla imagen y ceremonial que se ve en el mundo vitivinícola. Lo suyo discurre por otro lado y encanta, enamora. La oriunda de Amersfoort, Países Bajos, habla de los vinos, de la visión de su padre Mijndert Pon al invertir en Mendoza y en el Valle de Uco cuando no tenía fama y también del legado en el que está trabajando junto con su hermano para que la empresa continué.
Recibió a Los Andes en su casa personal y durante un almuerzo distendido contó como es dividir su tiempo entre Argentina y Países Bajos, los desafíos que están encarando tanto con los vinos como en la ganadería y cómo promocionan el estilo argentino en su Maison en Países Bajos.
- Después de 25 años en Mendoza, ¿qué aprendió sobre hacer negocios en Argentina?
- Aprendimos que con una visión de largo plazo, como la que nosotros tenemos, paciencia, trabajo duro e inversiones, definitivamente hay posibilidades de crecer y establecer una compañía estable.
- Cuando tu padre llegó en los 90´s, Argentina solo producía chardonay y cabernet sauvignon; después de eso creció mucho en malbec. ¿Cuál es tu visión sobre los vinos argentinos hoy?
- Cuando empezamos en el Valle de Uco, en realidad no trabajábamos con vinos, sino con frutas, pero decidimos plantar uva y la calidad fue tan alta para nuestra sorpresa, que alguien le dijo a mi padre que pusiera la uva en una botella. Así fue como nuestro negocio de vinos empezó.
No teníamos la intención hacer vinos ni tener una bodega, sino de producir fruta. Pero nos dimos cuenta que la calidad en Valle de Uco era tan excepcional, que cambiamos todos los planes y empezamos a planificar la bodega, porque visualizamos el potencial.
El resto en realidad no es nuestra visión, sino la de alguien del grupo que dijo: “podemos hacer esto”. Es un trabajo en equipo, con gente muy especializada, que hace que todo esto pase. Nunca fuimos una familia de hacedores de vino, siempre fuimos granjeros y este negocio vino a nosotros.
- ¿Cuáles son sus planes para el futuro de la compañía?
- Estamos plantando más hectáreas y creciendo. Es lo que queremos para las generaciones que vienen. Por eso tenemos que seguir plantando y reorganizándonos; también ser más eficientes en el uso del agua y los recursos.
- ¿Qué uvas están plantando?
- Actualmente, estamos plantando más de lo que ya tenemos. Más cabernet franc, algo de pinot noir y también uvas blancas, como riesling y albariño. Hemos visto que hay una demanda de vinos blancos.
Nos estamos reinventando, experimentando siempre plantando cosas nuevas, y al mismo tiempo manteniendo nuestra base.
- ¿Cuáles son sus planes en el mercado de los vinos espumosos?
- El mercado de los vinos espumosos local está en auge. Por eso estamos buscando producir más y tenemos las uvas para hacerlo.
- Usted dijo que necesitan invertir mucho, pero Argentina tiene muchas dificultades económicas, entre ellas inflación. ¿Cómo se sigue con tantas desventajas?
- Para nosotros no son realmente desventajas, porque siempre hemos pensado en reinvertir. Cada peso que generamos en Argentina, lo reinvertimos aquí mismo, no lo llevamos a nuestro país. Para mi, la diferencia es que no necesito sacar el dinero del país para vivir. Todo lo que producimos aquí, se queda en Argentina. Es un círculo y para mi eso lo cambia todo. Tenemos una visión de largo plazo para las generaciones venideras y si hoy tenemos dinero para reinvertir y pagarle a los empleados, pues eso es lo que debemos hacer.
- ¿Cómo analiza el negocio ganadero en Argentina?
-Estamos en varios lugares, lo que nos permite una diversificación del negocio. Tenemos por ejemplo ganado en Corrientes. Es un hermoso negocio; no es tan rentable, pero es muy hermoso y la calidad de la carne es fantástica. Queremos creer que habrá mejores condiciones para las generaciones futuras. Toda la empresa y el equipo tiene una energía fantástica. Se que para los argentinos es difícil vivir en este país, porque han pasado muchos desafíos durante muchos años, pero yo veo el futuro y esta tierra lo tiene todo. Estoy orgullosa de poder ser parte de ella.
Un lugar con acento argentino
En la Mansión Salentein en Nijkerk, a sólo una hora de Ámsterdam, la familia Pon hace las veces de embajadores de dos de nuestras insignias: los vinos y la carne. Se trata de una finca que se remonta al siglo XVI, que contiene una masión y bosques.
El restaurante de Bodega Salentein está emplazado en el edificio donde estaba la antigua cochera de la mansión.
Allí, según explican desde la bodega, el gusto, la experiencia y la pasión culinaria se unen. “De martes a sábado, nuestras puertas están abiertas para un sabroso almuerzo, una buena copa o una extensa cena, en donde se sirven los conocidos vinos de la bodega junto con el Salentein Black Angus, también argentino”, cuentan desde la empresa.
Pero el lugar guarda un espacio para un artesano mendocino. Cuando se pide en el menú el “Salentein Asado”, se recibe un Black Angus premium Beef que se sirve en una tabla de madera y un cuchillo KDS de Tupungato. que junto a un vino de Salentein corona la gran experiencia de la gastronomía argentina.
“Compré más de 100 cuchillos KDS, para mostrar el amor por el Valle de Uco”, contó Frederike Pon a Los Andes.