“Nosotros estábamos en 17 países y para conseguirlos se hizo muchísimo esfuerzo. Se viajó, se consiguieron contactos, hubo que mantenerlos, mimarlos y enviar muestras para abrir mercados. Pero se nos cayeron todos menos tres”, lanza Gabriel Guardia, gerente de Laur. Lo curioso -o preocupante- es que la olivícola fue reconocida, en dos años consecutivos, como la mejor del mundo.
Desde que se implementó el Programa de Incremento Exportador, también conocido como “dólar agro”, diversas entidades del sector vitivinícola han mantenido reuniones y enviado petitorios formales al Gobierno nacional para que se revisen las condiciones de su implementación. Sin embargo, otros sectores productivos también están teniendo dificultades para acceder al beneficio o ya han prácticamente abandonado la exportación, como sucedió con Laur.
Guardia explicó que la situación con el aceite de oliva es más compleja que la del vino, porque se trata de un commoditie, con un precio internacional que fija España, costos locales de producción que se calculan en función del valor del dólar blue y exportaciones que se liquidan al tipo de cambio divisa. Esto ha dejado a las olivícolas locales fuera de los mercados.
Es que, para no perder rentabilidad, deberían aumentar su precio en dólares, pero no pueden competir con otros aceites con valores inferiores. “Terminamos ofertando al mundo un aceite de US$ 6 la botella, precio mayorista, distribuidor, cuando España lo hace a la mitad”, ilustra. Y suma que, entre un producto español o italiano y uno argentino, mucho más caro, los importadores optan por los de bandera europea; aunque los de Argentina sean muy buenos y, en algunos casos, mejores.
De hecho, la olivícola mendocina fue seleccionada como número uno en el Ranking Mundial de Aceite de Oliva en 2021 y se ganó esa distinción por segundo año consecutivo en la EVOO Word Ranking 2022. La AOVE Ranking Mundial es una clasificación sin fines de lucro, que fue creado para promocionar mundialmente los aceites de oliva virgen extra más premiados del mundo, con el objetivo de educar a los consumidores.
Pese a eso, Guardia planteó que han decidido no enfocarse en el mercado externo, porque es una pérdida de tiempo porque no cuentan con precio ni con suficiente volumen para abastecerlo. Esto, aunque periódicamente los contactan clientes de todo el mundo, porque no hay suficiente aceite de oliva en el mundo. “Somos una máquina de decir ‘no puedo, no tengo’”, planteó.
Desde el sector del ajo también plantearon que el panorama para las exportaciones se ha complicado. El gerente de la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines de la Provincia de Mendoza (Asocamen), Maximiliano Di Cesare, comentó que el Programa de Incremento Exportador no ha ofrecido la solución que esperaban para un tipo de cambio desactualizado con respecto a la inflación y la evolución de los costos, que se rigen por la suba del blue.
Señaló que, en primer lugar, hubo una demora en la implementación porque el sistema no permitía acceder para darse de alta en el programa. Asimismo, resaltó que el dólar a $300 ha quedado desactualizado con respecto a un oficial en torno a los $240 y un blue que roza los $490.
La consecuencia de esto, sumado a un precio internacional que la temporada pasada estuvo en niveles muy bajos, es que todavía ha quedado ajo en el campo y en cámaras frigoríficas, sin vender, y para este año se prevee una disminución en la superficie cultivada con esta hortaliza.