La industria automotriz alumbró fuertes transformaciones durante los últimos 100 años, no solo por los ajustes de diseño en sus modelos o por la incorporación constante de tecnología que permite un mayor confort en cada vehículo; sino también porque le exigió a todos los actores de la cadena comercial crecer para satisfacer las necesidades del cliente. Goldstein, desde enero de 1966, es testigo de estos múltiples cambios. La empresa, que nació –en calle Catamarca- con la representación de Dodge, es liderada hoy por tres generaciones dispuestas a dejar su impronta, junto a las marcas Audi, Ford y Volkswagen, desafiadas por el impacto de la virtualidad.
En un televisor gigante, las imágenes digitales de un auto en un loop que repiten una y otra vez su secuencia. Mauricio (de 28 años) e Ignacio (26) caminan por el salón para entrar en una oficina de puertas abiertas, una señal que ha perdurado en el tiempo como marca de personalidad. Son Administradores de empresas, formados en la Universidad Nacional de Cuyo, integran el directorio de la compañía y son dueños de un pasado latente, ligado al sacrificio que implica el deporte de alta competencia.
“Me identifico con la honestidad. Es una característica que ha resaltado el concesionario y al día de hoy, en la sociedad en que vivimos, no deja de ser un valor necesario para marcar una gran diferencia”, sostiene Ignacio, quien cumple funciones administrativas en la unidad Ford. Mauricio, en el área comercial de Volkswagen, resalta la trasparencia, por ser indispensable para perdurar en el negocio. “Es lo que aprendimos de nuestro padre y de nuestro abuelo. Es lo que defendemos”.
Historia y experiencia
Los hermanos son representantes de la tercera generación familiar, que encontró en el rubro automotriz una forma de desarrollarse. La firma, acompañada por algunos socios, comenzó a operar hace 56 años. “A lo largo del tiempo fueron cambiando las prioridades y también los focos. Fuimos el primer concesionario en el país en representar a la misma marca en dos provincias. Primero abrimos en Mendoza y cinco años después en San Juan. Seguimos atendido ambos lugares con la misma seriedad y representamos tres marcas líderes en sus segmentos. Es un hecho por el que seguimos siendo reconocidos por el rubro”, cuenta Ignacio.
Mario Goldstein, que nació en San Juan, el 15 de enero de 1966, fue el responsable de abrir las puertas del primer concesionario en calle Catamarca; piedra angular de un negocio que sigue en procesos de expansión. “A mi abuelo lo caracteriza su forma de ser, el valor que le da a la palabra empeñada. Eso es lo que le permitió construir y desarrollar esta empresa. Los hizo en momentos buenos y también en otros que no lo eran tanto, en los de crisis del país, que han ocurrido para todos. El haber subsistido, habiendo tantas empresas a las que no les ha ido de la misma manera, creo que habla del porque está de pie”, señala Ignacio.
“Nuestro padre, Gabriel, es el estratega; él es dueño de una gran paciencia y voluntad. Es un jugador muy silencioso y hábil, porque visualiza las cosas en el momento oportuno y eso hace marcar una diferencia en el mercado. El dirige, nos enseña y guía a todos los que trabajamos a su alrededor; él sabe escuchar, confía y delega”, agrega Mauricio.
“Ser la tercera generación en Goldstein no solo es un orgullo, sino una gran responsabilidad que asumimos con valentía, por todo lo que implica y representa lo que se ha construido”, señala Ignacio. Su aporte está en los procesos de trabajo para seguir avanzando, un trabajo silencioso y de backstage: mejorar las herramientas digitales, las comunicaciones, adaptar el concesionario a las nuevas tecnologías, a la virtualidad, mejorar los talleres, los servicios de post venta y brindar capacitación permanente al personal, entre otros ítems que se resumen simplemente en la satisfacción del cliente.
“Tenemos un legado importante en nuestras manos y para mí es más difícil aprender a delegar que aferrarse a él”, destaca Mauricio. Ellos saben que la dinámica de la empresa les exige el seguir aprendiendo, el ganar espacio para ejecutar cambios, el marcar un camino para forjar la experiencia propia. “La forma en la que se avance nos permitirá perdurar en el tiempo; lo que delegamos –en el día a día-, lo que aprendemos, lo que nos permite mejorar a todos”, agrega.
“Como tercera generación le aportamos a la empresa un shock de energía. Es una compañía grande que tiene muchas áreas y puntos de contacto con el cliente. Anteriormente una sola persona estuvo a cargo de todo; hoy las funciones están más distribuidas y todos podemos atender los detalles”, comentó Ignacio.
Qué pide el mercado
El mercado está allí, desde un teléfono celular a la charla en el salón de venta. “El mercado es muy ágil y existe mucha competencia; lo que cambia es la atención y la calidad del servicio, la calidez. Son detalles abstractos, pero que son palpables por el cliente, están y los reclama”, señala Mauricio. En el detrás de escena “hay un trabajo muy minucioso, de mucho tiempo y empeño. El consumidor está sumamente informado y muchas veces nos sorprende sabiendo más que nosotros mismos sobre algún producto”, agrega Ignacio.
La innovación, la tecnología, las redes sociales y la presencia en el mercado son puntos vitales para Goldstein. “Estamos físicamente en el negocio, conocemos todos los procesos y estamos detrás de los detalles, porque si no fuésemos los que somos hoy, la empresa no sería igual. El rubro ha cambiado, como ha cambiado el mundo. Las comunicaciones nos permiten volcarnos mucho más en el detalle, en establecer la cercanía con el cliente”, puntualizó Mauricio. Sobre la mesa hay un teléfono celular, abre una aplicación desarrollada por Volkswagen que permite conocer en tiempo real un vehículo.
La forma de vender autos se ha transformado. #El paseo por el salón puede ser llevado a una oficina o a una casa. La virtualidad permite opciones que antes eran impensadas. La venta puede ser remota, ejecutada desde una videollamada de un vendedor, a la visita con lentes de realidad virtual que permiten una aproximación al vehículo deseado. En el caso de Ford, el cliente puede subir y conocer en detalle la pickup Ranger o disfrutar de una legendaria Bronco con realidad virtual.
“Las necesidades y la mentalidad del consumidor son otras. El tiempo es un valor importante. El deporte nos enseñó a competir en el buen sentido de la palabra, en esforzarnos para superarnos, en rodearnos de quienes más saben para poder crecer. Así afrontamos el cambio, intentamos adaptarnos rápido para seguir ofreciendo un diferencial”, puntualizó Ignacio.
En el salón de ventas de Goldstein, en un televisor gigante, las imágenes digitales de un auto en un loop se repiten su secuencia. El movimiento sigue siendo el mismo, en los teléfonos, por las cámaras; los lentes de realidad virtual permiten al cliente ubicarse físicamente dentro del salón de ventas, girar su cabeza y ubicarse en el asiento de conducción.
“Son tecnologías que proponen la terminal y nos adaptamos para llevarlas a cabo, para brindar una experiencia diferente y afianzar la confianza”, finalizó Ignacio. Del otro lado, la novedad sigue corriendo con la misma velocidad del “recomendado” de boca en boca.