Aunque el cierre de las exportaciones por 30 días podría haber significado un freno importante para José Brizuela, su emprendimiento de fraccionar y empacar carnes para poder hacer envíos a otras partes del país y del mundo, que está instalado en Guaymallén y listo para generar trabajo, todavía no se puede poner en marcha.
Es que el empresario, dueño de La Pradera encontró un obstáculo que provocó que el frigorífico lleve seis meses terminado pero aún no empiece a trabajar. Instalaron paneles solares para abastecer el establecimiento y este sistema no tiene aprobación municipal. Plantea que no hay incentivos para invertir y habla sobre el panorama actual en el mercado.
-La decisión del Gobierno nacional de suspender las exportaciones de carne por 30 días es por las subas en el último año. ¿Cómo ha estado el precio en estas semanas?
-Siempre fue oferta y demanda pero, si uno quiere tener un país exportador, va a ser así. Pero en este país siempre pasan estas cosas. No hay políticas claras pero no creo que vaya a afectar el abastecimiento de carne, porque faltan vacas. Falta organización, tener más cabezas y, si siguen exportando, todas se van a terminar en algún momento. Pero son cosas que van atadas de otras y que nunca se terminan de entender.
Yo tengo campo y sé lo que es. Mucha gente no lo sabe. Le echa la culpa al campo y éste no tiene nada que ver. Hoy te ponés a hacer un novillo y el maíz vale una fortuna y es muy difícil llevar el ritmo, porque ¿qué se hace? ¿Das a la vaca la comida o vendés el maíz por otro lado?
No es que sube la carne. Sube el aceite, la harina, todo. Pero lo que pasa es que aumentan los fertilizantes y cuando sube el combustible, sube todo detrás. La gente piensa que la vaca va comiendo y se engorda sola, que no tiene ningún gasto, que la dejan en el campo, se pone gorda y los gringos se llenan de plata.
Antiguamente había campos en la Pampa Húmeda y había millones de vacas en esa zona, pero ahora es todo soja, trigo, maíz y girasol. Entonces a la ganadería la van corriendo para las provincias que tienen menos pasturas, como Mendoza, en donde no se engorda a la vaca. Acá tenemos campos de cría, no de engorde y el pequeño empresario tiene que pensar si vende el maíz o se lo da de comer a la vaca, y entonces faltan vacas. Es complejo.
-¿Qué pasó con el frigorífico?
-Quedó en el aire. Como todo en este país. Hacés la inversión, pero vienen las trabas, como habilitaciones y te demoran en el tiempo. La obra está terminada. Lo que nos está faltando es poner personal y hacer andar la planta, pero el problema que tenemos es que no había suficiente energía eléctrica y nos dijeron que teníamos que instalar paneles solares. Hicimos la inversión y gastamos una fortuna. Después vino el problema con el municipio porque hace seis meses deliberan cómo implementar la panelería social.
Para empezar a trabajar tenemos que tener la habilitación de Senasa, que te exige la habilitación municipal. Guaymallén no tiene un régimen de paneles solares. Entonces, nos hicieron que interviniera el EPRE, que respondió que sí. Lo mandé a la municipalidad, pero por pandemia trabajan 15 días sí y 15 no, y el ingeniero que estaba en el tema se fue de la comuna y ahora hay uno nuevo que dice que tiene que recalcular y ver el expediente de nuevo.
Nosotros lo tenemos desde el año pasado listo para abrirlo. Son 150 personas las que trabajarían pero uno nunca sabe cuándo te va a tocar y justo ahora, que estamos más cerca, cierran las exportaciones. Se necesita apoyo porque la pyme hizo la inversión. Hemos vendido fincas, campos, montones de cosas para lograrlo y después parece ser que no hay interés en eso.
-¿Qué características tienen las instalaciones?
-Es un frigorífico de ciclo 2, que es el desarmado del producto y el empacado en vacío, para enviar a distintos lugares, dentro del país y exportar. Esto es importante para Mendoza porque quedaría todo el remanente de exportación a un precio muy bajo.
Nosotros trabajamos sólo novillo, no carnes de segunda, pero quedarían bola de lomo, nalga, porque lo que más se va es lomo y otros cortes. Hoy el lomo sobra y el precio acá es el mismo que cualquier otro, pero afuera se vende mucho mejor. Ahora lo tenemos que vender más barato para que salga, porque si no, te queda stockeado. El filet, que es lo más caro que hay, lo tengo en mi negocio al mismo valor que un kilo de blanda.
-¿Cómo ha estado el mercado interno en este último año?
-Es muy relativo. Todo depende de los precios. Nosotros tenemos muy buen precio porque hacemos todo el trabajo nosotros mismos. Pero hay negocios que la están padeciendo. Le vendemos a muchos comercios chicos y el poder adquisitivo de la gente ha caído. Los primeros días del mes se mueve, porque se cobra, pero después a la gente le cuesta llegar a fin de mes y se siente la diferencia. Pero convengamos que está parecido en todos lados.
-¿Ha habido un cambio en cortes más elegidos?
-Sí. La gente se ha ido más a los cortes económicos, por decir molida, y ha dejado un poco el hábito del asado. Prefiere comer hamburguesa o pollo, que está un poco más económico. De acuerdo con el bolsillo es como se van acomodando.