Los bares y restoranes que habían puesto fichas a un repunte de mesas ocupadas durante la Copa América de fútbol, que se disputa en Estados Unidos, estuvieron lejos de cubrir esas expectativas.
Cuando sólo faltan disputarse las finales, a ojo de buen cubero estiman una merma del 30%, según informó Noticias Argentinas.
“No hay plata”, es el resignado latiguillo que las estadísticas de las ventas de los bares y restaurantes a mayo de la Dirección de Estadísticas porteña ratifican: la caída fue del 23,5%..
No sólo no pudieron salvar un primer semestre de penurias, sino que el que ya se inició se encamina a concretar el retroceso del 6,6% para todo el año que estimó el proyecto de presupuesto enviado por el Poder Ejecutivo al Congreso.
La devaluación de diciembre abrió una enorme grieta en los hábitos de consumo de la ciudadanía.
Y en todo este año, si bien el rubro de restaurantes y hoteles aterrizó en buena medida las remarcaciones de las listas de precios, ni aún así logró que los clientes revieran sus prioridades de consumo y regresaran a las mesas.
Los gastos que la gente reparte entre la vivienda, las boletas de servicios públicos, la alimentación y los demás ítems que integran la canasta básica total, que el INDEC a mayo fijó $ 851.351, la frontera de la pobreza es vista de cerca cada vez por más ciudadanos.
La respuesta a afrontar, asimismo, aumentos de prepagas, servicios, transporte, alquileres y otras erogaciones fijas, fue mantener la tendencia de cocinar en casa, aún si cada vez se consumen menos pan y carne, entre otros productos.
Pero además las vacaciones, el auto, las salidas, se fueron alejando de su alcance, y de verdad: “No hay plata”.
Tomar partidos
Si los dueños de locales habían prendido una vela a la experiencia de vivir los partidos con una rica bebida, una buena cerveza o una picada y un ambiente bien futbolero, entre la hora pico de cena que se disputaban y el frío terminaban de disuadir a los potenciales interesados.
¿Dónde vieron los partidos? PedidosYa acusó un aumento del 18% promedio en los envíos de comida frente a un día comparable normal, más un dato particular: el 55% de estas órdenes habían sido realizadas por mujeres.
Durante lo que va de la Copa América se destacó primero el clásico entre los clásicos, la hamburguesa, con queso cheddar y papas fritas, como la prefiere la afición argentina.
Justo hace un año la situación era inversa, porque en plena inflación del 114% —la cuarta tasa más alta del mundo— el consumo en bares y restaurantes pasó por uno de sus mejores momentos, debido a que la caída del peso impulsó el auge. A tal punto que el NYT le dedicó un reportaje especial.
“Los argentinos están ansiosos por deshacerse de la moneda lo antes posible, y eso significa que las clases media y alta salen a comer más a menudo, y que los dueños de restaurantes y chefs están volviendo a invertir sus ingresos en nuevos restaurantes”, decía el matutino norteamericano.
Si el año pasado el público creía que la máquina de imprimir billetes era inagotable, esta vez se tomó en serio que “no hay plata”.
Lo sufren lugares de “onda”, que apelan a promociones para que se desplacen las reservas a los fines de semana.
Los tickets de las mesas van de $3500 por una cerveza a $ 10 mil que es el costo “hasta ahí” que fijan los viandantes que no se resignan a quedarse en casa.
Compartir platos es otra modalidad de ajustarse a los topes autoimpuestos.
Y abundan los que llegan cenados a tomar café o una cerveza con papas.
El Día del Padre, del Amigo, los partidos son utilizados para tentar a los comensales, lo mismo que shows de stand-up, sets de DJ o ciclos de cine.
El entretenimiento es actualmente tan importante como lo que se sirve en los platos.