Entre diciembre de 2017 y diciembre de 2022, las ventas totales cayeron en Mendoza un 13,6% en términos reales (a moneda constante). Asimismo, se produjo un importante aumento en los principales precios de alimentos en los últimos cinco años (y también quitando el efecto de la inflación). Los ingresos, en cambio, decrecieron. Esto implica que el bienestar, asociado al consumo, está disminuyendo.
El Observatorio Económico de la Federación Económica de Mendoza (FEM) elaboró un informe en el que se enfocan en la evolución del consumo y su relación con el bienestar general de la población. Esto, partiendo de la premisa que este bienestar depende de maximizar el consumo de una canasta de bienes. Desde el punto de vista microeconómico, se vincula con el ingreso disponible y los precios de los bienes, y desde el macroeconómico, con la capacidad de producir bienes de la economía y el consumo per cápita agregado.
Debido a que a nivel nacional hay estadísticas de cuánto del ingreso total o PBI se dedica al consumo, tanto público como privado, pero la DEIE (Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de la provincia) no toma ese dato del PBG, sino sólo la producción, el observatorio estimó la variable. Para ello, partió de las ventas de supermercados, los niveles de actividad y los valores nacionales para realizar el cálculo. La estimación arroja que, en diciembre de 2022, el consumo agregado de Mendoza, a valores constantes, cayó casi un 1% respecto del valor que ostentaba en diciembre de 2021.
Compras de supermercados
El estudio muestra que, a fines de 2022, la canasta de bienes de las compras en los supermercados de Mendoza estaba compuesta de la siguiente manera: almacén (33%), bebidas (15%), carnes (12%), lácteos (7%), panadería (2%), verdulería y frutería (2%) y alimentos preparados y rotisería (1%). Todos ellos constituyen alimentos, que alcanzaban casi un 72% del total. Indumentaria, calzado y textiles del hogar alcanzó el 4% y el resto estuvo conformado por: artículos de limpieza y perfumería (12%), electrónicos y artículos para el hogar (6%) y otros (7%).
Uno de los fenómenos que ha estado ocurriendo en las compras de los mendocinos es la mayor concentración en menos rubros. Alimentos tiende a tener una participación creciente. Esto da cuenta que la canasta de compra de los consumidores mendocinos se concentra en la alimentación, en desmedro de indumentaria, artículos de limpieza, electrónicos, etc.
Existen estudios que avalan que la diversidad (añadida a la cantidad) está relacionada con mayor bienestar. Asimismo, la mayor “sofisticación” en el consumo también estaría relacionado con un mayor bienestar. La concentración en bienes de consumo puede estar señalando una baja adicional en el bienestar.
Precios, cantidades e ingresos
Cuando se analizan los determinantes de la demanda -precios e ingresos- se observa, en primer lugar, una caída de las compras en términos reales (a moneda constante). Entre diciembre de 2017 y diciembre de 2022, las ventas totales cayeron en Mendoza un 13, 6%.
Asimismo, se observa un importante aumento de los principales precios de alimentos en el período a moneda constante.
Los ingresos también han decrecido durante el período.
Conclusiones y perspectivas
La evolución reciente del consumo agregado (estimado) de Mendoza hace pensar que la provincia experimenta un menor crecimiento del consumo de bienes y servicios. Esto se traduce en un menor crecimiento del bienestar general de la población. A nivel macroeconómico, esto se verificaría por la tendencia del consumo agregado provincial, que, según el último registro del año 2022, se encontraría en su fase contractiva. Y a nivel microeconómico, por la concentración en la compra de alimentos y por la caída de los ingresos reales (por efecto ingreso y por efecto precio).
Durante 2023, las perspectivas de venta de supermercados, ingresos total y salarios atentan contra una recuperación del consumo agregado y microeconómico. Esto podría traducirse en un mayor descontento social, que puede impactar en los resultados eleccionarios, la confianza en la compra de bienes de consumo de largo plazo, en el desarrollo humano (salud y educación) y el inicio de un ciclo recesivo.
