Los 10 viejos hábitos que volvieron a la clase media y media alta por la crisis económica

La suba desmesurada de precios trajo aparejada una serie de comportamientos que se habían extinguido y que tocan de cerca también a los más pudientes. ¿Cuáles son?

Los 10 viejos hábitos que volvieron a la clase media y media alta por la crisis económica
Chau delivery, ahora a cocinar.

La Argentina está atravesando una de las crisis económicas más graves de la historia y la clase media es, sin dudas, la más afectada: inflación, pobreza creciente, desempleo y suba desmesurada de precios están haciendo estragos en los asalariados más allá de los gobiernos de turno.

La vuelta de algunas costumbres que hacía muchos años no se observaban es consecuencia de esta época de incertidumbre y angustia: las familias notan día a día un gran deterioro en sus salarios. Una inflación imparable.

El ingenio a la hora de ahorrar se agudiza y los ejemplos son contundentes. De acuerdo con un sondeo realizado por Los Andes entre ciudadanos de clase media y media alta, las viejas prácticas que retornaron son las siguientes:

· Menos delivery: Numerosas familias que solían darse el lujo de pedir comida a domicilio han dejado de hacerlo o lo hacen con menos frecuencia. Este hábito que había logrado su mayor auge durante la pandemia y se había instalado como una opción conveniente para satisfacer la necesidad de un producto al alcance de un pedido por celular, impacta en el bolsillo más de lo que se cree. “Prácticamente todos los fines de semana solíamos pedir empanadas, pizzas, sushi y otros productos pero nos vimos obligados a ´aflojar’, sobre todo porque, retirando en el mostrador, el valor bajaba muchísimo… y mucho más si elaboramos en casa”, indicó a Los Andes Silvana Soldati, que es empleada, vive en Rodeo de la Cruz y es madre de dos adolescentes.

· Vuelta a las servilletas de tela: Los rollos de cocina son uno de los productos que más aumentos registraron en los últimos tiempos. Dependiendo la calidad y los metros de papel, el valor es de entre 1500 y 3 mil pesos. Desde la fila de una cadena de supermercados, Iris Richmond, que vive en El Challao, indicó lo que muchos mendocinos ya comenzaron a hacer: utilizar servilletas de tela. “Empecé a usar servilletas de tela, que las lavo a mano y se secan enseguida”, indicó la mujer.

· Más caminatas y bicicleta; menos vehículos y transporte público: Gran cantidad de usuarios desempolvaron sus bicicletas y comenzaron a trasladarse a pedal a sus destinos, incluso a sus trabajos, debido a los incrementos en el valor del combustible y boletos de micros. Otros decidieron caminar pese a las elevadas temperaturas. “Vivo en Las Heras y tengo 30 cuadras al local donde trabajo. Algunos días a la semana salgo con anticipación y camino. Eso sí, con una botellita de agua en la mano”, comentó Silvana Gianfranco, empleada de comercio en Lomas, frente al Dalvian. Con el último incremento, el boleto de colectivo del servicio urbano de pasajeros pasó a costar 200 pesos , 40 pesos más que el precio vigente hasta el 31 de enero, que era de 160.

A pedalear para no gastar en nafta ni en colectivos.
A pedalear para no gastar en nafta ni en colectivos.

· Huertas para reemplazar la verdulería: Las huertas volvieron para quedarse como una alternativa frente a los aumentos registrados en las frutas y verduras. Por otro lado, Luis, que atiende un puesto en Ciudad, dijo que muchos clientes comenzaron desde hace un tiempo a comprar frutas o verduras por unidad. “Algo que hacía mucho no se veía”, dijo. En los supermercados también se ofrecen bandejas pequeñas con una banana, un durazno y una manzana. “Cada vez más familias están optando por tener huertas. La crisis es muy grande”, confirmó Diego Terrera, que dicta talleres de Huerta organizados por el municipio de Las Heras y el INTA.

· Coser la propia ropa, visitar oulets y ferias de moda circular: Las prendas de vestir también sufren un incremento acelerado de precios. Una solución (para las que saben) es coser la propia ropa. Es el caso de Alejandra Girotti, que tiene máquina y habilidad para las tareas de costura, no duda en copiar modelos o ideas para ella y su familia y sentarse a coser. “Vi en una vidriera un vestido hermoso, de una marca conocida y el costo era de 186 mil pesos. No puedo ni quiero pagar esa suma. Lo confeccioné con mis propias manos y quedó perfecto”, aseguró a Los Andes. Es mamá de tres chicos pequeños y les fabrica camisas, pantalones y bermudas. Los oulets son la vedette de cada temporada y también la compra-venta de ropa usada y la moda circular. En los barrios privados, los grupos de Whatsapp ofrecen todo tipo de prendas y calzados, usados.

· Arreglos y reparaciones en el hogar sin llamar a terceros: Hay quienes, frente a los excesivos incrementos en la mano de obra o repuestos en los artefactos del hogar, decidieron tomar cartas en el asunto y reparar lo que se pueda. Osvaldo Ambrosetto, que está jubilado y tiene 66 años, retomó sus tareas de jardinería con la máquina que tenía arrumbada en el galpón. El jardinero, que lo visitaba una vez a la semana, le cobraba 5 mil pesos cada vez que acudía a mantener su parque. “Mi sueldo no aumentó a la par de lo que se incrementó la tarea del jardinero”, explicó Osvaldo. Lo mismo sucede con las reparaciones menores del hogar que antes se suplían fácilmente llamando a un técnico. “Siempre que puedo lo hago yo”, dijo el hombre.

Se acabó, a aguantar los 40 grados con duchas.
Se acabó, a aguantar los 40 grados con duchas.

· Buscar precio, comparar, caminar y eliminar primeras marcas: Al mejor estilo Lita de Lázzari, muchas mujeres modernas de la clase media que no solían reparar demasiado en los precios, comenzaron a caminar, comparar y comprar segundas y terceras marcas. “Me di cuenta de que hay muchísima diferencia de precio entre un local y otro, especialmente en mercadería. Más allá de la inflación, detesto la especulación de los intermediarios. Con esta crisis aprendí a cuidar el dinero al extremo”, dijo Soledad Gamero, que es ama de casa y madre de familia. Muchos de los que trabajan en oficinas céntricas comenzaron a llevarse la vianda de desde sus hogares y aseguran que el ahorro es significativo si se tiene en cuenta el precio de las ensaladas, sandwhiches, yogurts o cualquier otra comida rápida.

· Controlar el consumo de gas y electricidad: Tiempo atrás no era habitual andar por la casa apagando luces o cuidando la energía al extremo. Por ejemplo, limitando el uso del lavarropas, la plancha o el aire acondicionado. “Muchísimas prendas apenas rozadas las lavo a mano. No tiene sentido el uso del lavarropas en algunos casos”, dijo, también, Soledad Gamero para agregar que el precio del jabón líquido “se fue por las nubes”. En invierno, dijo, su familia ya había optado por abrigarse porque la calefacción, dijo, es un “lujo”, al igual que el aire acondicionado.

· Menos asado, gaseosas, facturas, tortas de panadería: A un promedio de 7 mil pesos el kilo de asado, familias y amigos deben pensarlo dos veces a la hora de comprar carne para la parrilla. En ambos casos muchos optaron por dividir gastos. “Tengo un grupo donde nos turnamos con la casa y el dueño era quien pagaba el asado. Ahora eso no corre más. Todos llevamos bebida y el costo del asado, que ronda los 40 mil pesos en total, dependiendo la cantidad de carne y de invitados, se divide entre todos”, dijo Gustavo, quien se define como “fanático de las juntadas”. Las facturas representan un lujo y muchos las reemplazan con bizcochuelos elaborados en casa.

· Comprar productos de limpieza sueltos: Existe una marcada diferencia en el precio de un producto de limpieza que se adquiere en un supermercado (es decir, por unidad) que al comprarlo suelto. Detergente, agua lavandina, desodorante para piso y suavizantes se consiguen mucho más económicos en locales que los ofrecen sueltos. “Hace mucho que los compro de ese modo y ahora más que nunca”, dijo Pablo, vecino de un barrio privado de la ciudad.

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