Desde que Alberto Fernández asumió la presidencia el precio de los alimentos mantuvo una tendencia alcista, multiplicando por hasta tres y cuatro veces su valor, e incluso aparecen productos básicos como la papa que vale ocho veces más que tres años atrás.
La aceleración más fuerte se dio en 2022, situación que quedó plasmada en el último informe del INDEC que reveló que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) –que mide la indigencia- duplicó su valor en octubre respecto al mismo mes del año pasado.
De acuerdo a los datos oficiales, desde diciembre de 2019 hasta octubre de 2022 la inflación acumulada es del orden de 233%, aplacada por la decisión de mantener congeladas las tarifas de los servicios públicos en la región metropolitana.
Pero si se limpia este factor -lo cual representa con mayor precisión la realidad del resto del país donde los usuarios pagan la boleta plena- queda al descubierto una situación dramática que se reflejará en la próxima medición de pobreza. Estimaciones privadas sostienen que cuatro de cada diez argentinos es pobre.
Gran parte de este escenario se explica por la fortísima suba del precio de los alimentos, que no fueron acompañados por los ingresos, mucho menos de aquellos que trabajan en la informalidad.
Solo tomando la información oficial del INDEC –que publica los precios históricos de un conjunto de referencia- se detecta un alza generalizada de los precios que en la mayoría por encima de la inflación general.
El producto que “rompió la escala” fue la papa cuyo valor a octubre de 2022 ($224,06) es ocho veces mayor que en diciembre de 2019 ($27,6). De todas formas en este caso cabe apuntar que en los últimos meses el precio del tubérculo salto por factores climáticos entre los que se cuenta la dura sequía que afecta a gran parte del país.
El segundo producto de mayor incremento desde la asunción de Alberto Fernández fue el azúcar que se movió desde los $44,18 a los actuales $248,31.
El podio lo completó el aceite, que se encareció 438% al pasar de $132,73 a $ 714,85 en su versión de litro y medio.
El cuarto escalón lo comparten el pollo y los huevos, con avances de 314%. El pollo pasó de ser pagado $102,48 a $ 424,66 por kilo. A su vez, la docena de huevos que se pagaba $90,9 a finales de 2019 ahora se abona en el orden de los $376,96.
En esta muestra de referencia que elabora el INDEC el precio de la carne se ve representado en la “picada” que subió 308% en casi tres años, subiendo a $728,26, desde los $178,35 de aquella época.
Al margen de la suba que observó en las últimas dos semanas, el precio de la carne en general se mantuvo estable en los últimos cuatro meses debido a que la falta de lluvias dañó pasturas y obligó a muchos productores a enviar a faenas animales de bajo peso. Esto provocó una abundante oferta que ayudó a contener los valores en las góndolas.
En tanto, la leche experimentó un avance de 293% en casi tres años, subiendo a $200,61 desde $50,98.
El pan, cuyo precio se disparó en las últimas jornadas porque también la sequía afectó la producción de trigo y por ende la de harina, sufrió un alza de 256% entre octubre de 2022 y diciembre del 2019, pasando de $108,02 el kilo a $385,20.
Para frenar esta escalada el Gobierno nacional intentó armar un fideicomiso para subsidiar el precio de la harina con aumento de las retenciones a las exportaciones de soja que funcionó parcialmente.
Con este telón de fondo la harina aumentó 228% de $40,24 a $132,37.
El conjunto de referencia lo completa el arroz que fue el producto de menos incremento, 291% de $ 57,46 a $167,76.
¿Hay alivio?
Analistas del sector privado deslizaron que durante las primeras semanas de noviembre la suba de precio de los alimentos se habría desacelerado.
Un trabajo de la consultora LCG indicó que en las últimas cuatro semanas la inflación en alimentos fue de 5%. En la última semana de estudio el alza fue de 0,6%, con el dato agregado que se desaceleró 0,56 puntos respecto de la anterior.
El informe también destacó que por primera vez en el año la totalidad de los rubros medidos presentó aumentos por debajo del 2%.
En tanto, para Fundación y Progreso la segunda semana de noviembre mostró un crecimiento acumulado en el mes de 4,9%, lo que es 0,7 puntos porcentuales menos en comparación con la misma medición de octubre.
Para la consultora que lidera Aldo Abram con esta variación “se podría proyectar una variación del IPC para noviembre de algo más del 6%”.
Menos alentadora es la visión de largo plazo de Invecq que en su último informe consideró que “la principal herramienta para combatir la inflación es una reedición del control de precios, anticipando que el éxito será casi nulo y acotado en el tiempo”.
“Es por esta falta de respuesta, junto con los desequilibrios de precios relativos generados, sumado al riesgo monetario que se encuentra al menos latente en los pasivos remunerados, que esperamos no solo una inflación cercana al 100% para este año, sino peor aún, no vemos hasta el momento fundamentos para esperar resultados mejores hacia el 2023″, añadió el trabajo.
Si bien la tendencia deberá confirmarse en las próximas mediciones, el primer análisis permite suponer que el freno general de la actividad, una inflación al 100% que rompe cualquier previsión presupuestaria a futuro y la pérdida de poder adquisitivo serían las razones de un menor ritmo inflacionario porque la población no está en condiciones de convalidar más aumentos.
El Gobierno confía en que pasada una semana de su implementación, el programa “Precios Justos” alcance una masividad y un nivel de abastecimiento para que coadyuve a consolidar una tendencia declinante.