La economía argentina atraviesa un escenario de ajuste generalizado, evidenciado entre otros indicadores por una disminución en el consumo de carnes, lácteos y yerba mate. Factores contra puestos, como la caída del poder adquisitivo del salario y el incremento de precios, han afectado y explican la demanda de estos productos tradicionales para nuestra dieta.
La situación genera preocupación tanto en la industria alimentaria como en el ámbito social, ya que estos productos en particular forman parte del acerbo cultural de los argentinos y muchos de los recuerdos más entrañables están asociados al dulce de leche, el mate o a un buen asado.
Rubén David explicó que el consumo en Argentina enfrenta una baja generalizada en comparación con los números de 2023, afectando productos como la leche y la yerba mate; que según lo relevado por la industria sufrieron bajas de un 10%, promedio. “La merma es generalizada. Este año, al comparar con el segundo semestre de 2023, cualquier cosa está 15 o 20 puntos menos”, señaló el titular del mayorista Oscar David.
Sin platita ni turistas
El empresario, recordó que en Mendoza la demanda, el año pasado, estuvo impulsada en gran medida por factores externos, como el plan de incentivo electoral (o plan platita, que apuntaló Sergio Massa) y también por la influencia de los turistas de compras que, favorecidos por el tipo de cambio, llegaron de Chile.
“Si sacas el plan platita y el impacto de compras que generaron los turistas chilenos, estamos viviendo una merma de un 2% a un 3% menos”, puntualizó el mayorista; quien expresó que desde el comercio esperan que la caída del consumo sea hasta julio y que se pueda comenzar a ver “buenas noticias a partir de enero”, dijo.
Para Rubén David el consumo ha caído de manera general y también la gente ha cambiado hábitos y tiene mucho cuidado a la hora de comprar, “ya no es marquista. Elige los productos que están en oferta y eso es lo que consume”, señaló.
“Se va viendo una pequeña reactivación a partir de los últimos meses, reflejado fundamentalmente en estos productos “, explicó la economista Paula Pía Ariet. Quien agregó que así como se pasó a consumir productos de segundas marcas y aún estamos transitando esta etapa, con una reactivación se volverá a los productos habituales de primeras marcas.
Hacía segundas marcas
Ignacio Tello comentó que sigue comprando yerba mate a medida de lo que va necesitando, pero admitió también que fue cambiando de primeras a segundas marcas ponderando la relación entre “calidad y precio”. En los supermercados de Ciudad, la opción más económica se vende a $ 4.600 por kilogramo.
“Yerba compro poco y la que esté más barata”, comentó Silvina Muratore. El consumo de yerba mate en Argentina ha descendido un 9,5% en los primeros nueve meses del año, según datos del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Una merma en el mercado interno de 404 gramos por persona (casi un paquete de medio kilo) en comparación a 2023.
A pesar de la reducción en la demanda local, el sector de la yerba mate alcanzó un récord de producción de hoja verde, impulsado por las buenas condiciones climáticas. Los secaderos recibieron más de 968 millones de kilos de hoja verde, lo que generó una oferta mayor a la demanda y presionó a la baja los precios. El excedente fue canalizado en parte, hacia el mercado internacional y las exportaciones podrían superar los 42 millones de kilos para finales de 2024.
Menos lácteos
“Hoy, la gente elige qué comprar; ya no es marquista”, afirmó David, destacando que cada vez más consumidores priorizan las ofertas, incluso en artículos donde antes se mostraban fieles a una marca. “Lácteos es lo que más consumo, sobretodo leche. Generalmente compro las mismas marcas y no me importa su precio”, explicó en contra punto Natalia Ribes.
Entre enero y septiembre de 2024, la producción láctea en Argentina disminuyó un 8,8%, reflejando una contracción en la disponibilidad de productos derivados de la leche.
De acuerdo con el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), los litros de leche necesarios para producir lácteos también bajaron un 5,1%, afectando productos como leches fluidas y quesos. Las leches refrigeradas y no refrigeradas, sufrieron una caída de 4,1% en volumen y los productos de mayor valor agregado, como yogures y postres, una baja de 15%.
“Estos productos se mueven. Cuando aumenta el ingreso, aumenta el consumo. Lo primero que haces es buscar un alternativo y después empezás a bajar la cantidad”, señaló la economista Paula Pía Ariet.
Asaditos distanciados
En una cadena local de supermercados, un kilo de vacío de novillo está en oferta a $ 9.750; en la web de la competencia el kilo de vacío cuesta $ 10.245, la tapa de nalga $ 6.999 y las costillas $ 7.895. La lista sigue engordando a medida que crecen las propuestas de las carnicerías y súpers.
Datos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra) muestran que el consumo per cápita de carne vacuna está en 46,8 kilos a septiembre de 2024, números que implican una reducción del 12,3% (6,6 kilos menos por persona) respecto al mismo período de 2023.
Martín Russo cuenta que solían comer asado todos los sábados después de jugar a la pelota, una extensión del partido que era tomado por todos sus amigos casi como un ritual obligado, pero ese “asadito” se fue distanciando en el tiempo ya que tenía un costo promedio -por cabeza- de $ 10.000, contando las bebidas.
Un estudio de la consultora Moiguer indica que el 65% de los argentinos ha restringido sus consumos cotidianos, y el 71% dejó de hacer asado en familia debido al precio de la carne, que subió cerca del 120% desde el mes de enero, superando incluso la inflación general del 101,6% que ha relevado el Indec en nueve meses.
Por su parte, Guadalupe Salinas explicó que compra carne buscando ofertas y que en base a ello cocina “morcillas, costillas, costeletas o molida”. Agregando que busca que los cortes sean posibles de comprar y que los abona con débito o billetera virtual “si hay algún descuento”.