Los economistas de distintas corrientes académicas y políticas que firmaron un texto en contra de la dolarización como solución para la Argentina explicaron hoy algunas de las razones técnicas que los llevaron a adherir al documento que ya supera las 200 adhesiones.
“Pocas veces la historia podrá ser testigo de la incertidumbre que se vive hoy en la Argentina acerca del rumbo económico que tomará el país en apenas tres meses, con el recambio presidencial”, analizaron los economistas firmantes sobre la actual coyuntura electoral.
“Y pocas veces, si es que alguna vez lo hicieron, se recuerda haber juntado a economistas del Gobierno y la oposición, y autodenominados independientes en una causa común al ver que la amenaza del espanto se encuentra a la vuelta de la esquina: la posibilidad de que Javier Milei, el candidato más votado en las elecciones primarias pueda alcanzar la Presidencia y aplique como receta a la crisis una dolarización, lo cual sería “un falso atajo que sólo nos conduzca a una nueva y más dramática frustración”, advierten los economistas.
Pese a que muchos de los firmantes del texto que afirma que “la dolarización es un espejismo” participaron de cargos públicos en el pasado, en distintos gobiernos del espectro político, y otros históricamente eligieron el camino independiente, todos buscaron dejar en claro que en la iniciativa no primó un tema político sino más bien la convicción de que la dolarización puede ser una seria amenaza para los argentinos.
“La firmé porque estaba de acuerdo con lo que advertía”, indicó a Télam Hernán Lacunza, ex ministro de Economía de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires del gobierno de Cambiemos, y ex gerente del Banco Central de la República Argentina, quien además aseguró que “la dolarización es inviable; no va a ocurrir voluntariamente”.
Por su parte, el economista Daniel Marx, expresó a Télam que “esto no es algo personal sino que toma referencia la experiencia en otros países; señalar que no por el hecho de dolarizar sea la solución a los problemas económicos que enfrenta la Argentina; la solución es muy compleja y hay que atender varios frentes”, sostuvo.
Y aún así, “si esto se atiende, la dolarización no es la solucion de fondo, y podría dar a rigideces que podrian hacer la vida cotidiana más dificil en la Argentina”, consideró Marx, quien en su haber ostenta haber sido director del Banco Central durante la presidencia de Raúl Alfonsín, representante financiero y ex jefe Negociador de la deuda externa argentina del Plan Brady, con Carlos Menem, y secretario de Finanzas del Ministerio de Economía durante 1999 y 2001, bajo la conducción de Domingo Cavallo.
En tanto, el economista y prestigioso historiador de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Mario Rapoport, uno de los que sumó su firma al documento, expresó que “la dolarización no le conviene al país porque la política cambiaria es fundamental, porque la moneda tiene que ver con la productividad”.
Por ejemplo, se explaya Rapoport, “qué le puede importar al Tesoro de Estados Unidos cuánto produce Argentina para llevar adelante una política anticíclica. Si hoy Estados Unidos sube las tasas de interés y nosotros estamos dolarizados, nuestra economía se vuelve puré, una nueva fijación de tipo de cambio va a provocar deflación y una profundización de la crisis”, concluyó el especialista.
“Quienes firmamos este documento -profesores e investigadores de Economía en diversas universidades públicas y privadas del país y del extranjero, economistas del sector privado, especialistas y hacedores de políticas públicas- consideramos que un intento de dolarización formal sería una desacertada iniciativa de política para hacer frente a los complejos desafíos con que debe lidiar la economía argentina”, advierte el texto.
La carta tuvo repercusión no sólo por su contenido, sino porque logró juntar, además de los arriba mencionados, a firmas de especialistas con pensamiento tan opuesto como las de Miguel Angel Broda, Ricardo Delgado, Diego Bossio, Pablo Gerchunoff, Gustavo Cañonero, Javier González Fraga, Martín Rapetti, Miguel Kiguel, José Lus Machinea, Eduardo Levi Yeyati, Andrés Borenstein, Marina dal Poggetto, José Maria Fanelli, Martín Rapetti,Federico Poli, Diego Petrecolla, Guillermo Rozenwurcel, Luis Secco, Paula Szenkman,y Lorenzo Sigaut, entre muchísimos otras firmas reconocidas.
En cuanto a los aspectos técnicos, los economistas expresaron que “hay, en primer lugar, obstáculos prácticamente insalvables para su adopción: carecemos de los dólares necesarios para rescatar la base monetaria y ofrecer un respaldo razonable a los depósitos bancarios (que, aun así, quedarían sin un prestamista de última instancia en caso de episodios de stress financiero).
Y continuaron, “las propuestas existentes para reparar esta escasez de divisas suponen incrementos absurdos de la deuda pública que comprometerían aún más la percepción de insostenibilidad de las finanzas gubernamentales, la única alternativa, entonces, sería dolarizar a un tipo de cambio tan elevado que provocaría una espiralización adicional de la inflación como consecuencia del colapso de la demanda real de dinero que presumiblemente gatillaría el solo anuncio de avanzar en esa dirección”.
“Provocar un estallido (hiper) inflacionario no parece un comienzo muy auspicioso para estabilizar la economía”, sentenciaron.
Asimismo, del lado fiscal, “debe sumarse el hecho de que las alquimias monetarias no son sustituto adecuado de un firme compromiso con el equilibrio intertemporal de las cuentas públicas”, como, según enumeraron, ocurrió en las experiencias pasadas en el país, y también en Ecuador, que no pudo evitar el default, o los problemas fiscales de casos más recientes como en El Salvador.
Por último, “aunque no menos importante, cabe considerar que la dolarización formal de una economía es muy difícilmente reversible por sus elevados costos de salida... que pueden ser un caldo de cultivo para “la proliferación anárquica de cuasimonedas para responder a una crisis de iliquidez se llevaría consigo todo resto de credibilidad del régimen”, expresaron.
Y culminaron: “No permitamos que, por miopía y desesperación, la difícil situación en que nos encontramos nos lleve a tomar un falso atajo que sólo nos conduzca a una nueva y más dramática frustración”, concluyó la carta de los economistas argentinos que adhirieron, y cuyo número sigue creciendo.