Mendoza, tierra inhóspita de montañas y desiertos, cuenta inexorablemente con un potencial natural y humano para sumarse con un rol protagónico en la transformación energética y ambiental que la humanidad requiere. El desarrollo industrial precisa migrar hacia practicas sostenibles de generación de riqueza para el desarrollo humano basándose en el uso de energías de bajas emisiones de carbono; mientras que los centros de investigación científica y desarrollo tecnológico deben mantener un rol clave en esa transformación.
La transición energética hacia la descarbonización requiere de energías renovables y de bajas emisiones de carbono. “La tierra del sol y el buen vino” parece encaminarse en ese sentido con el reciente anuncio de dos nuevos parques solares para Lujan de Cuyo y Malargüe por parte de la empresa petrolera Aconcagua Energía. La empresa pretende no solo convertirse en el principal generador de energía limpia en nuestra provincia; sino que también busca autoabastecer sus operaciones y transformarse en una compañía de impacto neto positivo respecto de sus emisiones de huella de carbono para el año 2025. Todo un ejemplo.
Iniciativas como esta son cada vez mas frecuentes en todo el mundo, y eso habla de la capacidad transformadora del desarrollo humano a los nuevos desafíos en base al conocimiento científico y técnico. Sin embargo, la transición energética muestra un cuello de botella en la provisión de ciertos metales o minerales utilizados en la generación y transmisión de energías limpias. Ese cuello de botella representa una oportunidad para los países o regiones con potencialidad geológica para proveerlos gracias a su ventaja comparativa estratégica. Aquellos gobiernos que la asuman les darán una oportunidad de beneficiarse junto a sus pueblos si lo hacen a través de políticas sostenibles y modernas para el desarrollo humano.
Entre los minerales críticos se incluyen cobre, litio, cobalto, níquel, hierro, oro, plata, entre otros. Se prevé que por el aumento en la demanda en las próximas décadas se debería producir 40 veces más litio, 20 veces mas cobalto y al menos 7 veces mas tierras raras que las actualmente producidas. Las necesidades de cobre a cubrir representarían dos veces la producción actual en Chile, principal productor mundial de ese metal.
Hace unos días se desarrolló el Foro de Minería y Desarrollo Sostenible de las Américas 2022 organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Conferencia de Ministros de Minería de las Américas (CAMMA) y el Foro Intergubernamental en Minería, Minerales, Metales y Desarrollo Sostenible (IGF). El objetivo fue posicionar a la región como proveedora de minerales críticos para la transición energética. Sus conclusiones generales señalan que la demanda de minerales críticos por parte de las principales economías es única y transitoria, brindando una oportunidad regional para beneficiarse si lo hace con políticas que generen prosperidad, sostenibilidad, transformación productiva y equidad. Para ello, deben atraerse inversiones de calidad que impulsen el desarrollo de una minería sostenible.
Conociendo que al otro lado de la cordillera mendocina se encuentra el mayor “cluster” productivo de cobre del mundo, Rio Blanco-Los Bronces; y la mayor mina subterránea del mundo, El Teniente; la provincia de Mendoza cuenta con una ventaja geológica natural inigualable para proveer cobre. Con políticas de desarrollo productivo sostenibles, Mendoza podría posicionarse mundialmente con un rol protagónico en la transición energética del siglo XXI. Y con ello, generar un desarrollo humano equitativo para todos los mendocinos ofreciendo nuevos trabajos, dignos y de calidad, que aporten a un mundo ambientalmente sostenible.