El año pasado cerró con un dato que superó las expectativas del sector vitivinícola, en especial luego de que comenzara la pandemia: las ventas de vino fraccionado en el mercado interno tuvieron un incremento de 6,5%. Pero los números de 2021 son, hasta ahora, negativos. En marzo, los despachos cayeron un 12% respecto del mismo mes del año pasado y, en el acumulado del primer trimestre, el descenso en la comparativa interanual es de 9,2%.
Por otro lado, así como en 2020 el vino de color tuvo un crecimiento de 9,2% y el blanco una caída de 2,3%, en el primer trimestre de 2021 el comportamiento ha sido inverso: los despachos de caldos tintos y rosados al mercado interno se redujeron un 15%, al tiempo que los de blanco aumentaron en torno al 11%.
Argentina un Top 10
La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV, por sus siglas en inglés) presentó recientemente su informe anual sobre la coyuntura del sector vitivinícola mundial en 2020. Entre otros datos, el documento señala que el consumo global de vino cayó un 3% respecto de 2019. Sin embargo, Argentina fue uno de los pocos países en los que creció, un 6,5% en comparación con el año anterior, lo que le permitió quedar rankeado entre los 10 primeros países en el orden mundial.
Pero la tendencia positiva se ha frenado en 2021. Los datos de anticipo de comercialización en el mercado interno, del Instituto Nacional de Vitivinicultura, muestran que en enero, respecto del mismo mes del año pasado, el descenso en los despachos fue de 6,4% y en febrero, de 9,8%, para alcanzar el 12% en marzo.
Por otra parte, entre enero y marzo, dentro de ese 9,2% de caída acumulada de los despachos, los de vinos sin mención varietal registraron una merma de 19,1% -en donde se observa una baja de 28,4% en los de color y una suba de 14,7% en los blancos-, mientras que los varietales tuvieron un crecimiento del 23,8% (5,9% los blancos y 30,1% lo de color). Se debe tener en cuenta que los genéricos representan el 67,9% del total de los vinos fraccionados que se venden en el país y los varietales, el 28,8%.
En tanto, los vinos espumantes, que tienen una participación de 2,8% en el total, han tenido un incremento de 25,4% en este primer trimestre, con un crecimiento de 59,7% en los de color y de 22,6% en los blancos.
En cuanto a los envases, el botellón ha perdido un 12% en lo que va de 2021, en comparación con 2020, y la botella de 750 cc creció un 6,2%. El tetra brik ha caído un 29,6% y el bag in box –aunque representa apenas un 0,3% del total de los fraccionados- manifestó un importante repunte con un crecimiento del 218,5%.
Entre oportunidades y valores
La titular de Bodegas de Argentina, Patricia Ortiz, consideró sobre la caída de los fraccionados que esto se debe a que, con el establecimiento de Precios Máximos, las bodegas comenzaron a perder dinero y que por eso redujeron los despachos. Esto, al tiempo que el vino de traslado fue subiendo de precio, al igual que el resto de los insumos de la industria, lo que les fue restando rentabilidad.
Ortiz agregó que los envases que más han caído han sido el botellón y el tetra, que son los que concentran el mayor volumen de ventas en el mercado interno. En cambio, el vino varietal fraccionado (28,8%) ha crecido, pero no tiene tanta relevancia en términos de hectolitros.
En cuanto a las perspectivas, la presidente de Bodegas de Argentina planteó que, mientras los precios de venta al público no se ajusten y sigan subiendo el valor del vino y de los insumos, no es de esperar que la situación mejore. Asimismo, reconoció que 2021 no se presenta como esperaban, ya que habían anticipado una mayor reactivación.
Añadió que les preocupa la llegada de nuevas restricciones porque el vino fraccionado se vende mucho en canales como los restaurantes, que podrían llegar a cerrarse.
Por su parte, Eduardo Sancho, presidente de la Federación de Cooperativas Vitivinícolas (Fecovita), explicó que esta caída en el consumo era un poco esperable por la recuperación que ha tenido el precio del vino, que ha sido importante y lógica, ya que venía con un marcado retraso, combinada con la pérdida de poder adquisitivo del consumidor. Esto impacta, en particular, en los botellones y el tetra, ya que son los formatos más elegidos por el trabajador, y no tanto en los vinos varietales.
Aunque Sancho indicó que es muy difícil estimar qué puede llegar a pasar en los próximos meses, señaló que todo dependerá de cómo evolucionen el dólar, la inflación y los salarios. Respecto de estos últimos, deslizó que en un año electoral suele haber una recuperación de los sueldos frente a la inflación, pero que habrá que esperar a ver si también sucede en 2021.
Asimismo, comentó que, cuando el precio del vino sube, el consumidor se resiente en un principio y restringe su consumo, pero luego se acostumbra a los nuevos valores y vuelve a su comportamiento anterior. Pese a eso, indicó que sigue por debajo de otras bebidas que pueden considerarse “competidoras”, aunque la brecha se ha acortado.
El pulso del mercado
El informe de actividad de la industria vitivinícola, realizado por el Centro de Estudios Económicos de Bodegas de Argentina, presentado hace unos días, ya planteaba que no era de esperar que el crecimiento en volumen de las ventas al mercado interno durante 2020 se sostuviera en los próximos meses, producto de la reducción del stock y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
Javier Merino, autor del documento, explicaba que, como las bodegas tenían excedentes vínicos de años anteriores, redujeron el precio y apelaron a las promociones (del tipo 2x1) para favorecer las ventas. Así fue como crecieron en volumen, pero a un valor mucho más bajo, lo que hizo que cayera la facturación, porque el incremento de litros vendidos no fue suficiente como para compensar el descenso de precios.
En 2021, al no contar ya con stock, las bodegas han tenido que comprar uva o vino a valores que se han duplicado en términos reales, por lo que no podrán seguir ofreciendo precios tan atractivos.
Por otra parte, el año pasado, la caída del salario real se ubicó entre el 5 y el 10% -según la medición- y la tasa de desempleo se incrementó, con lo que la masa de ingresos cayó y esto tendrá un impacto en el consumo de vino que ya se evidencia en los números del INV.