El 40% del vino que se comercializa en el mercado interno se vende en cartón o multilaminado. Por eso, la supervivencia de cientos de actores de la cadena depende de que tan exitoso sea ese producto en particular. Hoy, bodegas y productores coinciden en que “todos pierden”, aunque claramente la peor parte se la llevan los propietarios de las fincas de menor tamaño.
Hay muchos aspectos del mercado que se pueden analizar. Uno de los más importantes es el que tiene que ver con la evolución de los precios en las diferentes partes de la cadena. Por un lado, es un hecho que el valor del vino básico en las góndolas ha caído en términos relativos durante los últimos años. Si se analizan los valores publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), se observa que en junio de 2017 el “vino común” se vendía a $ 39,84 por litro. Un año más tarde costaba $ 46,77. En 2019 alcanzó los $ 57,78 y en 2020 llegó a $ 65,53. Es decir, que de una punta a otra aumentó 64%.
En el mismo período, la inflación general avanzó 187,9%, lo que sugiere que los costos de producción de las bodegas subieron a mayor ritmo que la facturación. Por otro lado, uno de los principales competidores del tetra, la cerveza, registró un incremento de precios del 171%, pasando de $ 36 en 2017 ( hasta ese momento costaba menos que el vino) a $ 97,51 en junio de este año.
Repasando, desde 2017 hasta hoy el vino aumentó 64%, la cerveza 171% y la inflación 187,9%. En ese contexto, sería lógico suponer que las ventas del vino básico se dispararon, ya que se volvió un producto mucho más accesible al consumidor que la cerveza y otros sustitutos. Sin embargo, los informes publicados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) indican que en los últimos años el volumen comercializado se mantuvo estable, turnando períodos de caída con otros de crecimiento. En promedio, se venden unos 3.522.478 hectolitros de vino en tetra-brik al año.
De todas formas, Eduardo Sancho, presidente de Fecovita, aclaró que este año las ventas de vino básico se están recuperando, más allá de lo que indican algunas estadísticas parciales. “A otros envases les está yendo mejor, como a las botellas de 1.125 cc, pero el tetra-brik también se ha recuperado. Al menos nosotros estamos vendiendo más”, aseguró.
Por otro lado, Sancho indicó que es lógico que no se hayan disparado las ventas luego de que el tetra se abaratara en relación a otros productos. El referente del mercado explicó que las ventas del mutlilaminado son “inelásticas en esos niveles”. Eso quiere decir que el volumen de ventas tiende a mantenerse estable, independientemente de que se produzcan subas o bajas de precios moderadas. “Si hubiéramos aumentado más el tetra, pagando más el vino en el mercado de traslado, no hubieran caído las ventas, siempre y cuándo nos mantuviéramos debajo del valor de la cerveza. Pasando esa línea, las ventas empiezan a caer”, comentó.
Otros referentes del sector, manifestaron una opinión completamente opuesta. “La situación económica no ha permitido elevar los precios. Si el vino hubiera subido más y se hubiera acercado a la cerveza, hubiéramos perdido mucho mercado”, opinaron.
“Uno de los factores permanentes que lleva a que los precios suban menos que la inflación, es la atomización de oferentes. Se cree que hay concentración (entre tres empresas tienen el 85% de participación del mercado), pero la verdad es que hay competencia casi perfecta. Si una empresa sube sus precios, los consumidores se vuelcan rápidamente por los vinos de sus competidores”, comentaron.
Señalaron también que desde que se encareció la cerveza, en enero de 2018 y se abarató el vino de mesa en términos relativos, el vino básico empezó a crecer de vuelta, aunque a un ritmo moderado. “No crece 20% interanual porque es un producto que no tiene innovación, que no comunica diferente y no invierte mucho en publicidad”, insistieron.
Por su parte, Carlos Fiochetta, gerente de la Corporación Vitivinícola Argentina, opinó que el precio de la cerveza es importante, pero su incidencia en el desempeño del vino de mesa es relativo. “Las ventas se relacionan también con el nivel de ingresos del consumidor. La pérdida del poder adquisitivo de los últimos años fue determinante en los últimos años y no permitió que las ventas despegaran”, apuntó. “Igualmente, el tetra sigue siendo uno de los envases más consumidos en Argentina. Eso sí, hay que trabajar mucho sobre la imagen. El envase tiene cierta estigmatización, cuando la realidad del vino es bueno”, comentó.
Productores en crisis
Del otro lado de la cadena aparecen los productores, que también se han visto afectados por los bajos precios de mercado. Para tener una referencia de cuánto han cobrado, se puede analizar la evolución del precio del vino en el mercado de traslado.
De acuerdo con datos presentados por la Bolsa de Comercio, el vino tinto genérico, por ejemplo, se pagaba a un valor de $ 11,99 en junio de 2017 y se pagó a $ 13,62 en igual mes de este año, lo que significó una suba de sólo 13,6%. El blanco genérico sí se acercó más al incremento registrado en góndola, subiendo 66% de punta a punta, pero igualmente se mantuvo muy por debajo del avance de la inflación.
Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, explicó las consecuencias de los bajos precios pagados al productor. “Nuestros ingresos están un 35% por debajo de los costos. La falta de rentabilidad para los productores es evidente”, lamentó.
“Hemos denunciado el tratamiento que han dado los grandes elaboradores a los productores. Ha sido cruel, tanto en precios como en modalidades de pago. Es cierto que hoy todos perdemos, porque los grandes fraccionadores también tienen sus dificultades, pero nuestra realidad es mucho más crítica. El abandono de fincas es alarmante”, advirtió.
Para Sosa, ha faltado “responsabilidad social” por parte de las bodegas para dentro de la cadena. “Está claro que se le ha estado pagando a los productores menos de lo que correspondía. Hoy se ven muchas fincas sin rentabilidad que no están pudiendo hacer las labores culturales”, denunció Sosa.
Coincidió con ese análisis Eduardo Córdoba, presidente de la Asociación de Viñateros de Mendoza. “Estamos muy al ras de los costos. Sube el valor de la energía, los agroquímicos y la mano de obra, pero el precio de la uva pagada al productor crece a un ritmo muy bajo y a veces hasta se mantiene sin cambios de una temporada a otra”, apuntó.
“La prueba de esto es la cantidad de productores que han abandonado la actividad. Han desaparecido cientos de fincas en zonas muy buenas para producir, como San Martín, Junín, Rivadavia y Luján. Son buenos suelos con disponibilidad de agua, pero se abandonan porque no hay rentabilidad”, agregó Córdoba.