Junto con la cosecha 2023 se desarrolla la paritaria para definir los salarios de los trabajadores del sector vitivinícola. Si bien la discusión está encausada dentro de los carriles del buen trato y predisposición, con acuerdos casi de base como acompañar la inflación, a la hora de definir cifras la brecha es pronunciada.
Desde el Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (Soeva) fijaron postura alrededor del 100% de incremento, pero con un aditamento particular, el porcentaje de aumento más fuerte lo quieren hacer efectivo con el sueldo de marzo.
Mientras tanto, empresarios y productores aseguran que en 2022 acompañaron con los aumentos el proceso inflacionario y para el 2023 hay que tener una mirada a corto plazo, pensando en rever los ajustes a mitad de año, según el avance de la inflación. En lo que discrepan fuertemente es en otorgar, de arranque, un 40% de aumento al que consideraron “imposible de afrontar”.
La próxima reunión oficial está prevista para el 8 de marzo, pero no descartan mantener un encuentro informal la semana entrante para ir limando asperezas y tratar de llegar a un consenso.
“Por el momento no hubo acuerdo. Ellos están muy lejos de lo que pretendemos nosotros que es llevar el salario de los trabajadores un 100% (hacia arriba) como fue la inflación que tuvimos”, comentó Juan Carlos Aguirre, secretario general de Soeva Guaymallén.
En números redondos, el gremio sostiene que en marzo el básico inicial de un trabajador vitivinícola no puede estar por debajo de los $125.000. Esto implicaría arrancar con un aumento de $30.000 y el resto en la menor cantidad de cuotas.
Según agregó Aguirre, más allá de discutir cómo trasladar a la realidad el aumento, lo que quieren los empleados es que “en marzo se pague una suma importante para empezar y después seguimos con el resto”. Además, buscan que ítem como refrigerio, entre otras sumas que son no remunerativas, tengan impacto cuando se liquide el aguinaldo, algo que en la actualidad no sucede.
“En 2022 estábamos orgullosos del porcentaje de aumento que conseguimos, un 65%, pero quien iba a pensar que la inflación iba llegar al 94%. Igualmente logramos un reajuste para enero y febrero. Estamos repuntando el salario, no es fácil, pero pretendemos llegar a una canasta básica, como mínimo”, dijo el hombre de Soeva.
Bodegas y productores
Del otro lado, Eduardo Senra, de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA) comentó a Los Andes que “hoy en el pedido inicial es un 101,5%, ese es el número correcto”, y luego agregó: “Han pedido un arranque muy fuerte, del 40% y un arranque de ese tipo básicamente es casi imposible porque no hay forma de llegar. Además, todos sabemos que la inflación no se da toda en un mes”.
“Todos sabemos lo que es la cosecha, la disminución que hay que es muy notoria, hay productores que perdieron todo y tienen que afrontar los costos durante un año en el que no van a tener uva para vender. Son todas situaciones que debemos contemplar”, sostuvo Senra.
Por último, el representante de la UVA pidió encontrar “un punto de equilibrio” donde el sector empresario pueda pagar lo que se asume y “donde el trabajador medianamente pueda, hoy por hoy, subsistir, porque lamentablemente estamos todos en esa situación inflacionaria que nunca nadie sabe cómo termina”.
Por su parte, Matías Manzanares, secretario de la Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM), también hizo foco en el incremento pretendido para marzo: “El sector entiende que acompañamos la inflación y este año vamos a seguir acompañando la inflación para que el trabajador no pierda. Lo que pasa es que se pide un fuerte arranque del principio, más de lo que sería la inflación escalonada y más teniendo en cuenta la fecha, que estamos en la cosecha y tenemos gastos fuertes. Tenemos que tratar de acomodar eso”.
Tanto Senra como Manzanares opinaron exactamente en el mismo sentido, el acuerdo que se logre tiene que ser con una mirada cortoplacista y pensar en una revisión a mitad de año para no quedar desfasados con la inflación.
