El año que pasó fue particularmente malo para el rubro turístico y gastronómico en la provincia. Según datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, a enero de 2020, el sector tenía 948 empresas o empleadores registrados, y para octubre (último dato registrado) se contaban 860. No obstante, hubo un sector dentro del rubro que pareció resistir la crisis, e incluso finalizó el año con más aperturas que cierres: el de las cafeterías.
Sólo en Capital se aprobaron 28 altas durante el año pasado, contra 18 bajas. Así, Ciudad terminó el año con un total de 238 confiterías y cafés, contra 228 del 2019. De igual manera, en Guaymallén se registraron 10 aperturas (en centros comerciales, con vista a la calle, e incluso en la Terminal de Ómnibus), y tres bajas. “Es un número llamativo, luego de un año como el que pasó”, indicó el director de Industria y Comercio de la municipalidad, ya que, pese a que la comuna cuenta con cerca de 11 mil comercios, 2020 no se caracterizó, en general, por un repunte del sector comercial, sino todo lo contrario.
Con una apertura menos, Luján de Cuyo informó que hubo 9 habilitaciones de este tipo de comercios, e igualmente tres cierres. El departamento registra un total de 4.200 comercios e industrias, y de ese número, aproximadamente 60 son cafeterías.
En Maipú la situación se mantuvo sin cambios, desde el municipio contaron que tienen registradas 55 cafeterías activas, y pese a que no hubo aperturas durante el año que pasó, destacaron que tampoco contaron con bajas.
Cierres sin informar
Más allá de los números, Fernando Barbera, presidente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Mendoza (Aehga), señaló que “muchas veces cuando un comerciante cierra su café, no le da de baja, por lo que el cierre no figura en los registros de la municipalidad”.
Para el empresario, basta con un recorrido por la Ciudad para ver cuántos bares y cafés cerraron. “Como han cambiado las ordenanzas, quien tiene un derecho adquirido por tener un local comercial prefiere no darle de baja y luego perder la posibilidad de reapertura, o de alquilarlo para gastronomía, en un punto en donde ya no se habilita ese rubro”, agregó.
De todas formas, Barbera reconoció que el sector es de “baja barrera de entrada, y de baja barrera de salida”, es decir que frente a la hotelería, por ejemplo, se puede abrir un café con mayor facilidad (pero también cerrarlo), y quienes se animaron a abrir en cuarentena lo comprobaron.
Por otro lado, Barbera indicó que “al haber menos oferta, porque muchos cafés están cerrados, el que se animó a abrir, o quien se mantuvo, tuvo más chances de tener clientes”, pero advirtió que ese repunte está en riesgo si se produce una segunda ola de contagios.
“La realidad es que este es un momento de poco trabajo. Hay poco turismo nacional y nulo internacional, con muchos trabajadores haciendo home office. Se redujo la circulación en el centro y hoy los negocios céntricos han bajado su facturación, e incluso más que las pérdidas que tienen algunos locales alejados, que pueden tener terrazas, patios o lugares al aire libre”, acotó el empresario.