El Banco Central anunció recientemente una suba en las tasas de interés de hasta el 46% anual para el plazo fijo tradicional, un porcentaje que a largo plazo podría significar pérdidas frente a la inflación, pero que en un mes la igualaría.
Es que, de acuerdo a las últimas estimaciones de los economistas participantes del Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central, este año la inflación cerrará en 59,2%, y para los próximos dos meses esperan aumentos generales en los precios en torno al 3,8% (cada mes).
Este último porcentaje es el que hay que tener en cuenta para evaluar si conviene o no realizar un plazo fijo a 30 días. Así, con el incremento un depósito a plazo fijo durante un mes dará “ganancias” por 3,83%.
Pongamos por ejemplo un salario promedio de bolsillo de un mendocino: $75.000 (a enero de 2022), que colocado a plazo fijo obtendrá en 30 días un capital total de $77.850. Es decir, una ganancia de $2.850, o un 3,8% de interés.
Ahora bien, si se cumplen las proyecciones de los economistas participantes del REM, es posible que durante el mismo periodo la inflación llegue a licuar la ganancia, aunque no significaría una pérdida.
Una alternativa similar ofrecen los rendimientos de billeteras virtuales como Mercado Pago (31,6% anual), pero con ganancias inferiores incluso a las proyecciones de inflación mensuales, sin embargo, en estos casos se invierte el dinero a riesgo, y sin la necesidad de tenerlo inmovilizado.
Esto significa que el dinero invertido estará siempre a disposición del usuario para efectuar las compras que considere necesario.
Tasas de interés más altas para combatir la inflación
Según comunicó el BCRA, en coordinación con el Gobierno Nacional, “utilizará todas sus herramientas para contribuir a morigerar los efectos de segunda vuelta sobre la inflación del shock de commodities”.
“La determinación de los incrementos adecuados de la tasa de interés frente a un shock de oferta negativo requiere de una calibración diferente a la derivada de un shock de demanda, ya que el objetivo no es moderar la presión de demanda, sino cortar los efectos de segunda ronda del incremento inicial de precios, preservar la estabilidad monetaria y cambiaria y proteger el ahorro en pesos de las y los argentinos, evitando incentivos que aceleren la dolarización”, explicaron.
Ahora bien, se advirtió que la suba de tasas es condición necesaria pero, por sí sola, no suficiente para reducir la inflación. Las otras políticas y condiciones que esperan que contribuyan a esa tarea conjunta son:
- La consolidación de la estabilidad cambiaria a través de un proceso de acumulación de reservas internacionales.
- Una brecha cambiaria descendente en los llamados dólares financieros, reflejo de la percepción de que han mejorado los determinantes fundamentales de la macroeconomía.
- Un nivel del tipo de cambio real multilateral que es adecuado para preservar el superávit de cuenta corriente del balance de pagos en los próximos años.
- Un perfil de vencimientos externos compatible con el equilibrio externo y el crecimiento de la economía, luego de las diversas operaciones de refinanciación realizadas.
- La reducción del déficit fiscal, que requerirá de menor financiamiento monetario.
- Agregados monetarios que han vuelto a los niveles históricos luego del pico observado durante la pandemia.
- Una trayectoria descendente del stock de los pasivos remunerados del BCRA (Leliq y Pases) en términos del PIB, como consecuencia de la menor emisión primaria —y por tanto, menores necesidades de esterilización—, la convergencia gradual hacia el equilibrio fiscal y una mayor demanda de dinero por consolidación de un proceso sostenido de crecimiento.
- Instrumentos que permiten amortiguar los efectos del shock de precios internacionales, aislando parcialmente la dinámica de precios locales de los internacionales, tales como el recientemente constituido fideicomiso público para el trigo.
- Acuerdos de precios y salarios que buscan proteger los ingresos reales de la población, a la vez que evitan la amplificación inflacionaria del shock externo reciente mediante la coordinación de expectativas.
La suba de la tasa de interés es consistente con una evolución de los pasivos remunerados del BCRA que finalizarían en 2022 en niveles que, medidos en términos del PIB, estarán por debajo de los del cierre de 2021.