En los primeros ocho meses del año las exportaciones de vino fraccionado sufrieron una fuerte caída del 5,8% (8 millones de litros), según datos publicados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). De acuerdo a los empresarios, el mal resultado se explica en gran parte por el atraso del tipo de cambio, que aleja de las bodegas locales de la posibilidad de participar en los segmentos de precio más bajos.
De hecho, cuando se analizan los números de los envíos al exterior, se encuentra que en términos de valor hubo una caída mucho menor a la registrada en volumen (-2,1%). Eso se debe a que el precio promedio por litro de vino fraccionado exportado aumentó de U$S 3,70 entre enero y agosto de 2021 a U$S 3,84 en el mismo período de este año.
En principio se podría suponer que la mejora del valor promedio es una buena noticia, pero lo cierto es que se produjo por una caída del volumen exportado en el segmento entry level. “Si se le resta volumen a la base de la pirámide, automáticamente los precios promedios aumentan”, habían explicado anteriormente desde Bodegas de Argentina (BdA).
¿Cuánto influye el atraso del tipo de cambio en la caída de las exportaciones de fraccionado? Respondiendo a esta consulta, Patricia Ortiz, titular de BdA, explicó que necesitan un tipo de cambio que al menos le gane a la inflación. Desde la entidad destacaron que hace casi dos años que el tipo de cambio corre detrás del aumento de los costos del sector, una situación que reduce los márgenes de exportación, causando en los últimos 12 meses la perdida de 20 puntos porcentuales en la rentabilidad de un vino de exportación promedio de menos de U$S 10 en el exterior.
En este contexto inflacionario, Patricia Ortiz sostuvo que hay otros dos factores que influyen en forma directa en la caída de las exportaciones. Uno está vinculado a la logística internacional y el otro a la falta de insumos de packaging en tiempo y forma. “Muchos productos de exportación tienen un packaging customizado. Hay muchos atrasos en las entregas porque faltan insumos y eso lleva muchas veces a perder un barco y postergar o perder una venta”, lamentó.
Pérdida de competitividad
La implementación del “dólar soja” puso en evidencia que el retraso del tipo de cambio es una realidad, pero lo cierto es que el reclamo por una mejora en la cotización del dólar viene tomando forma desde hace más de un año. En el caso del poroto, con una cotización transitoria de $200 por dólar, en los dos primeros días de la semana se registraron negocios por U$S 2,13 millones. Se trata de un dato que apalanca la petición de un “dólar Malbec” para alentar las exportaciones del sector.
Como lo demuestran los números, Argentina no pudo sostener el volumen de vino exportado durante el 2021, año récord para la vitivinicultura local. Ya en marzo la industria acusaba a la baja cotización del dólar como uno de los disparadores de la caída. Es que ese mes ya se evidenciaba una diferencia de 34 puntos porcentuales entre el avance anual de la inflación (55%) y el del dólar (21% entre marzo de 2021 y el tercer mes de este año). Las diferencias se sostuvieron durante los meses siguientes y las bodegas fueron perdiendo espacio en las góndolas.
El tipo de cambio es uno de los factores que explican la pérdida de competitividad internacional y muchos bodegueros priorizan (para defender la rentabilidad) despachar productos destinados a atender los segmentos de precios intermedios y más altos. Rubén Panella, presidente de Fecovita, señaló Los Andes que el atraso cambiario influyó en los mercados donde la cooperativa trabaja con vinos de primer precio.
“La caída de las exportaciones es importante en los primeros precios. Están quedando solo las de mayor valor agregado. Está bastante difícil poder competir en el exterior y en nuestro caso estamos perdiendo en los mercados de Brasil e Inglaterra”, comentó.
Por otro lado, Panella explicó que, aún con una eventual mejora de la competitividad, será difícil para las bodegas locales poder recuperar el terreno perdido en el exterior. “Volver a colocar un producto en góndola significa volver ganarnos la confianza de que vamos a darle continuidad al producto. No es solo tiempo; es costo y un trabajo muy grande recuperar esos mercados”, puntualizó.
En el mismo sentido, Eduardo Pulenta, director de Bodegas y Viñedos Hugo y Eduardo Pulenta, confirmó que la caída de las exportaciones de vino fraccionado tienen que ver con el atraso cambiario. “Tenemos una inflación acumulada cercana al 70% y el aumento de costo de los insumos va por arriba del ajuste que ha tenido el dólar. Eso genera caída de rentabilidad y falta de competitividad”, indicó. El empresario destacó que cada bodega tiene una realidad diferente y con ello sus posibilidades de ser competitivas.
Pulenta destacó que no es lo mismo para una bodega mediana o pequeña escala elaborar vinos de “entry level” que, para una bodega más grande, “que tiene más capacidad de ser competitiva”. Vale recordar que el 80% de los despachos de vino fraccionado al exterior está en manos de 364 bodegas. Desde el sector señalan que se está perdiendo mercado en los segmentos más bajos porque se ha perdido la capacidad de ser competitivos en ese nicho.
“Toda la línea por abajo de los 20 o 22 dólares por caja ha dejado de ser rentable, o sea está con una rentabilidad negativa”, explicó Pulenta. Pese a ese escenario, el empresario advirtió que nadie quiere perder un mercado de exportación, porque cuesta mucho ganarlo. Entre la espada y la pared, los bodegueros le buscan una explicación a la situación actual y sacan números para seguir operando.
En resumen, la caída en el volumen despachado de fraccionados se da por el atraso cambiario y porque hay situaciones como la logística o los insumos que también influyen en los costos del envío. Para Patricia Ortiz destacó que se necesitan recuperar rentabilidad en las exportaciones quitando las retenciones, para que las bodegas puedan reinvertir en el negocio y mantener “la demanda en el exterior en mercados sumamente competitivos”.