La ola de calor que trajo diciembre generó que muchas personas, que hasta ahora no habían instalado un aire acondicionado, lo hicieran u optaran por comprar un equipo adicional para otro espacio del hogar. Este incremento en las instalaciones se topó con un obstáculo: el caño de cobre que se utiliza se importa y, como tantos otros insumos, hay limitaciones para conseguirlo. Como consecuencia, no están disponibles los caños de mayor diámetro, para los aires acondicionados de más frigorías (es decir, de mayor absorción de energía térmica), y los más pequeños se venden con cupo, además de que el precio se duplicó desde setiembre hasta ahora.
El técnico en refrigeración Ariel Zabala explicó que, para instalar los equipos de aire acondicionado y que rija la garantía, los fabricantes exigen que se utilicen, como mínimo, tres metros de caño de cobre. Y si bien en otros países también se utiliza el de aluminio, en Argentina las empresas no lo aceptan.
Con las altas temperaturas que se hicieron sentir hasta mediados de la semana pasada, hubo un aumento de las compras e instalaciones de equipos para refrigerar los hogares, y comenzaron a notarse los faltantes. El caño para los aparatos de 3.000 o 4.500 frigorías, que es de media pulgada, fue el primero en agotarse, aunque Zabala señaló que, con una ligera adaptación, se puede utilizar el de 3/8.
De todos modos, aún el que se sigue consiguiendo, se vende con un cupo. Por ejemplo, si los instaladores van a un proveedor y piden tres metros -lo necesario para colocar tres equipos- no se los venden, porque consideran que dejan sin esa posibilidad a otros, por lo que tienen que ir tres veces, en días sucesivos, o a tres lugares diferentes.
Sin embargo, el que necesitan los equipos de mayor tamaño, de 6.000 frigorías, no se consigue y no se puede adaptar los de menor diámetro. Una posibilidad, señaló Zabala, es comprar en Buenos Aires, pero venden un rollo completo, lo que demanda una inversión importante. Antes, recordó, los equipos venían con todos los elementos necesarios para la instalación, pero ahora el cliente debe encargarse de comprarlos (o quien se encarga de instalarlos).
Mayor demanda y precios
Además de haber faltantes, el incremento de la demanda se tradujo en un aumento de precios. Si en setiembre, el kilo de cobre -para colocar un equipo se necesita aproximadamente 1,200 kilos- costaba $8 mil o $9 mil, con la última suba llegó cerca de los $15 mil. Esto ha significado que la instalación (con materiales incluidos), que tenía un valor de $28 mil al comienzo de la temporada, ahora haya subido a unos $40 mil.
Leonardo Morellato, quien también es técnico de aires acondicionados, coincidió en que no se consiguen todas las medidas de caños de cobre. Así, los que se necesitan para instalar los equipos más grandes no están disponibles, por lo que, si el instalador no tiene un stock, no puede realizar la tarea.
Como él trabaja en el rubro desde 1989 y “ya la conozco a la Argentina”, tiene material suficiente como para realizar 10 instalaciones de aires de 6.000 frigorías o más. Esto, porque en lugar de ahorrar en dólares, opta por acopiar elementos para su trabajo. Pero reconoce que si alguien no ha podido -o no ha sabido- tomar esas previsiones, hoy no puede hacer la instalación.
En cuanto a los caños de cobre de las tres medidas de menor diámetro, que sí se consiguen, planteó que “el faltante lo están compensando con el precio”. Es decir, que, si unos días atrás estaba a $7.900 el kilo, hoy cuesta $12 mil. Y señala que esto ha sucedido porque los importadores se han quedado sin divisas para comprar.
Mantenimiento de aires
Además de haber tenido un incremento en las instalaciones, los técnicos también tuvieron un crecimiento en la demanda de tareas de mantenimiento. En cuanto a las principales, Zabala cuenta que es importante realizar una limpieza periódica y que se deben cambiar los filtros, porque, además de suciedad, pueden tener hongos.
Explicó que el tipo de limpieza varía mucho según la zona en la que está la vivienda, comercio u oficina. En el microcentro, el hollín hace que se pegue la turbineta que empuja el aire, por lo que apenas se siente una brisa. En este caso, detalló, se debe desarmar el equipo y colocar una bolsa para realizar un hidrolavado, sin manchar la pared. Con esta tarea, que tiene un valor de $12 mil, el aire queda “como nuevo”. Sin embargo, si la suciedad no está tan pegada, se puede optar por limpiar con un pincel, lo que reduce el costo a la mitad.
También es común que el aire deje de enfriar, lo que puede deberse a que perdió parte del gas. La Cámara Argentina de Refrigeración sugiere que encontrar la fuga, repararla y realizar una carga completa con el gas que usan los equipos más antiguos, R22, tiene un precio de $27 mil. En tanto, cuando se utiliza el de los aires nuevos, el R410, el valor es de $22 mil (y puede reducirse si queda un remanente).
Por su parte, Morellato resaltó la importancia de que el instalador entregue una factura a su nombre por la tarea realizada. Es que, de lo contrario, por más que esté matriculado, el fabricante no reconoce la garantía y el cliente debe recurrir a Defensa del Consumidor, con lo que se complica la reposición del equipo.
Indicó que hay quienes optan por el instalador más barato y después se encuentran con problemas, como que el aire pierde el gas o, peor, aceite, con lo que puede fundirse. En este sentido, Morellato comentó que ha tenido bastante trabajo estos días con reparaciones de trabajos mal realizados y resaltó que, cuando cambia el técnico, tampoco funciona la garantía.
