Durante mucho tiempo, en el mundo vino reinó entre hacedores y consumidores un halo de solemnidad y formalismo que poco a poco ha quedado en el pasado. Hoy, si bien la tradición sigue siendo uno de los rasgos distintivos de la industria, son muchas las bodegas y nuevos proyectos vitivinícolas que han apostado por conquistar a los nuevos y jóvenes consumidores.
En todos los que han logrado tener cierto éxito en esta compleja misión, donde la competencia se da no solo con otras bodegas, sino con otras bebidas como la cerveza, los destilados y más, encontramos algunos puntos en común: buen precio; vinos frescos y fáciles de beber; y, por último, una mentalidad abierta a la hora de crear -la bebida y el packaging- y vender, dejando las estructuras atrás.
Un vino que se lleva en la piel
Uno de los ejemplos de esto es Otro Loco Más, una línea que en poco más de cinco años ha logrado convertirse en uno de los preferidos entre los consumidores sub 30. Tal ha sido la penetración en el segmento que algunos hasta han llegado a tatuarse su logo. “Son vinos jóvenes, frutados y fáciles de tomar. Está apuntado a un público en su mayoría joven, desestructurado, innovador y aventurero que se anima a probar algo nuevo, sin estar encorsetado en ciertas ideas que limitan la experiencia de tomar un vino. Lo importante es que el vino guste”, contó Christian Magnenat, gerente general del proyecto.
Con una producción mensual de entre 600 y 800 mil botellas, el rasgo más distintivo de este vino es su etiqueta, la cual lleva a “un loco” que cambia su rostro dependiendo desde dónde se lo vea. Hoy cuentan con cuatro etiquetas: Otro Loco Más, Otro Loco Más Ice y Donde manda capitán, que tienen un precio que hoy en día ronda entre $450 y $550, dependiendo del lugar del país donde se lo compre. Su más reciente lanzamiento es Gran Loco, un vino reserva que se puede conseguir entre los $ 800 y $ 900.
“Tenemos un packaging innovador y disruptivo que se complementa con un buen líquido que permite descubrir rápidamente una buena relación precio/calidad”, argumentó Magnenat sobre los motivos que los llevaron a conquistar el mercado.
Los grandes también juegan
En los grandes grupos vitivinícolas del país también hay lugar para romper con los moldes de la industria. Desde Peñaflor, algunos amigos que coincidieron en las distintas bodegas de la empresa de Mendoza, San Juan y Salta renovaron el portfolio con el lanzamiento de La Liga de Enólogos.
“Somos enólogos, somos jóvenes y tenemos un deseo: cambiar la forma en la que se crea y se disfruta el vino”, declararon en su propio manifiesto. Hoy el grupo está compuesto por Emile Chaumont, de Mendoza, Juan Ignacio Arnulphi, de San Juan, y Carolina Cristofani, de Cafayate, quienes elaboran siete vinos en total que se consiguen en el mercado por menos de $ 500 y hasta cerca de los $900.
También con una apuesta en el diseño de las etiquetas, apuntando a las caricaturas, el cómic y el color, lo más clásico lo encontramos en La Liga de Enólogos, en su línea El Bautismo, la primera que salió al mercado. Son cuatro vinos: un malbec, un blend de tintas, un blend de blancas y un rosado. Todos se consiguen a unos $ 475.
Otro de sus rasgos distintivos es el rescate de variedades “olvidadas” que presentaron en 2021. Así nacieron Gran Nacha -que su nombre hace un juego de palabras con la variedad-, una mezcla de garnacha tintorera y syrah que cuesta unos $650. El Regreso, un blend de semillón y chennin elaborado con uvas provenientes de las zonas del Este mendocino, del Valle de Tulum (San Juan) y Valle de Cafayate (Salta), cuyo precio es de $620. Y El Que Ríe Último Ríe Mejor, otro blend pero de cordisco y tannat que se vende a $ 865.
Otra forma de comunicar
Con la idea de romper con los moldes y poder hacer vinos para “los apasionados, los heridos, los que están buscando”, desde Sibilino Wines decidieron dejar atrás el modelo más tradicional en la comunicación del vino para presentar algo auténtico. “Somos mi mejor amigo, mi hermano y yo, un grupo de emprendedores que hace años buscamos hacer cosas distintas. Intentamos vender el vino como todos, con la historia de la familia feliz y perfecta, pero no es lo que somos. Somos felices, pero somos una familia distinta, como todos, no como en las películas”, sostuvo Gabriel Lirosi, una de las tres personas que encabezan el proyecto. Los otros dos son Francisco Lirosi y Fernando Ozcoidi.
Así, con el misterio como hilo conductor en sus vinos y en los personajes que ilustran las etiquetas de sus distintas líneas, desde hace cinco años están en el mercado con Sibilino, un blend enigmático que ahora se ha convertido en su entrada de gama con la reciente presentación de sus nuevos ejemplares.
Todos provenientes del Valle de Uco, ahora ampliaron su producción con otros cuatro vinos: Blend Enigmático I y II, los cuales juegan con la combinación de malbec y cabernet franc en distintas composiciones, Incógnita Cabernet Franc 2019 y el tope de gama, Gran Enigma Malbec 2019. Los precios de Sibilino van desde $ 1.000 a $ 3.500.
La lata, el formato para los jóvenes
Desde hace ya algunos años, en la industria se ha comenzado a instalar la lata como un envase disruptivo para crear un nuevo momento de consumo. Acorde a las demandas de las nuevas generaciones, donde el compromiso con el medioambiente y el consumo responsable está más presente, desde Viña Las Perdices decidieron apostar por este envase en su presentación de 269 ml. “Se trata de envases eco friendly que reducen la contaminación y permiten su reciclaje, a la vez que ofrecen otras características como su practicidad, fácil apertura, rápido enfriamiento, medida individual, entre otras”, argumentaron desde la bodega.
Fue por eso que decidieron sacar al mercado en este formato su línea Chac Chac. Actualmente ofrecen varietales malbec, cabernet franc, malbec rosé y sauvignon blanc. “Los vinos de esta línea provienen de pequeñas fincas del Valle de Uco, en Tupungato, San Carlos y Tunuyán. En ellos se busca ofrecer el mejor corte monovarietal elaborado con uvas de estos tres departamentos, sumando las identidades de cada lugar para mostrar todo el potencial de cada varietal”, explicó Fernando Losilla.
Justamente este vino y formato fueron tomados por Casa Malbec, con la idea de tener en sus instalaciones una propuesta que seduzca a los más jóvenes con un Indoor Sunset. “Empezamos con una propuesta para acercar a la gente al vino y al formato de las latas, principalmente a los jóvenes. La experiencia en estos días con Chac Chac ha sido muy positiva”, comentó Lucas Sarobe, uno de los propietarios del lugar.
“Los jóvenes los eligen porque son vinos fáciles de tomar y frescos. El gran atractivo es que podés consumir menos cantidad que en una botella y nosotros apuntamos a que se tome directamente desde la lata. Es un vino joven para la gente joven”, planteó Lucas Sarobe.
En el espacio ubicado en Chacras de Coria, en los próximos meses sumarán un bar exclusivo de latas, donde ofrecerán toda la producción de Vinos en Lata, su propia embotelladora en el que elaboran líneas como Anticorcho y HomoWine, sumado a la oferta de todas las bodegas del país que cuentan con líneas en este formato.