“Nosotros no venimos a poner impuestos”, esa fue la frase de Fernando Vilella, actual secretario de Bioeconomía de la Nación, con la que varios vitivinícolas se quedaron tranquilos. Es más, fue una parte fuerte del discurso de campaña. Sin embargo, las condiciones cambiaron.
La vuelta de las retenciones al vino ha encendido el debate y generado incertidumbre en diversos sectores productivos. Durante esta semana se pudo saber que el borrador de lo que posiblemente se envíe al Congreso tiene imposición de retenciones generales del 15% sobre todos los productos, a excepción de la soja, y por un período de 36 meses hasta diciembre de 2026.
Los referentes del sector desconfían. Entienden que una vez que estén en marcha, será muy difícil volver a sacarlas.
Al parecer, en la reunión de la Mesa de Enlace, se dejó entrever que se podría revisar el impacto en algunos sectores como la lechería, o las economías regionales, en mesas técnicas. En todo caso, ya intuyen que van a pagar retenciones. Esperan acceder a una rebaja y mostrar eso como una victoria. Que en este contexto, sería un resultado para festejar.
Pero la industria, en esas mesas técnicas, enfrentará el desafío de demostrar que con la devaluación no mejoró la posición del sector lo suficiente y las retenciones sí tienen un impacto negativo.
Varios representantes del sector vitivinícola, quienes rechazan categóricamente esa premisa, aseguran que en el gobierno estiman que la devaluación les compensó todo y no es así. Se subraya que la devaluación no compensa, especialmente frente a los contundentes incrementos en los insumos, han alcanzador el 60% en tan solo una semana.
En este contexto, los referentes del sector vitivinícola ya abren reuniones y frentes de batalla en el Congreso, una arena que siempre les ha resultado favorable. Preparan los argumentos para mostrar la inviabilidad de sostener esta carga tributaria y buscan que los representantes provinciales hagan su trabajo.
Con un mercado interno en baja y las exportaciones con la misma tendencia, los próximos quince días pueden resultar claves de cara a las expectativas para la próxima cosecha. Pero a dos semanas del fin de año y cuando la mayoría pretende desacelerar, al parecer el sector del vino va a tener que buscar la forma de poner primera y salir a ganar.
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