La incertidumbre que en los últimos días castigó con dureza a los bonos soberanos que ajustan por inflación se trasladó el viernes al mercado cambiario, donde recalentó la demanda de los dólares financieros y del denominado “Blue” que se consigue en las negociaciones informales.
Los dólares CCL (Contado Con Liquidación) y MEP (Mercado Electrónico de Pagos) aceleraron su carrera alcista al cierre de la semana y alcanzaron así su mayor nivel desde enero. Son los billetes estadounidenses que se consiguen de manera legal mediante la compra y posterior venta de bonos o de acciones, y que permiten sortear los múltiples cepos.
La cotización del CCL saltó el viernes 3,5% y se posicionó por encima de los $227,61. En lo que va del mes, ese dólar financiero que se acredita en una cuenta en el extranjero ganó 8,1 por ciento.
Un camino similar pero más moderado tuvo el MEP, que el viernes terminó a $223,20 por unidad luego de avanzar 2,7% en la jornada.
De esta manera, la brecha entre el CCL y el MEP con el dólar mayorista (al que acceden las empresas para pagar insumos al exterior) fue del 87% y del 83%, respectivamente.
El cambio de humor de los inversores también impactó sobre el Blue, que se posicionó sobre su mayor nivel desde el 25 de febrero y pasó a venderse a 210 pesos.
Mientras, el dólar oficial aumentó 25 centavos y terminó a $127 en el Banco Nación (aunque los ahorristas deben pagar $209,5 por unidad por el adicional del 30% por el Impuesto País y del 35% a cuenta del Impuesto a las Ganancias). Y en la plaza mayorista, la moneda estadounidense finalizó a 121,79 pesos.
La presión cambiaria se produjo en otro día complejo para el sistema financiero internacional. Al respecto, el economista Gustavo Ber indicó que al cierre de la semana “Wall Street acentuó el tono negativo, a raíz de la adversa lectura que dejó el CPI (Índice de Precios al Consumidor estadounidense, según sus siglas en inglés) al reflejar mayores presiones”.
A saber, la tasa de inflación en ese país escaló en mayo hasta el 8,6%, y fue la más elevada en 40 años. Esos resultados alertaron a los inversores y el miedo hizo que la bolsa de Nueva York cierre la semana con fuertes caídas superiores al 2,7% en sus principales indicadores, como el industrial Dow Jones.
Ber agregó que “los activos domésticos acompañaron la debilidad externa en medio de preocupaciones por la dinámica en los títulos CER (que ajustan por inflación) ante sus implicancias en el financiamiento”.
Sobre esto último, el analista señaló que las ventas masivas de los bonos CER “podrían complicar aún más las próximas licitaciones de deuda donde se debe enfrentar abultados ‘roll-over’, ya que caso contrario se estaría ante la posibilidad de acelerar la emisión monetaria, algo negativo para la inflación y que en simultáneo abriría espacio a la reanudación de las tensiones financieras ante coberturas”.
El clima adverso también se plasmó en el Riesgo País de la Argentina (que mide el banco estadounidense JP Morgan y que fija el costo crediticio), que el viernes tocó su máximo nivel desde la reestructuración de la deuda pública en moneda extranjera que el gobierno realizó en 2020.
El indicador se posicionó en los 2.060 puntos básicos, pero luego moderó el salto y terminó la jornada en 2.044 unidades, es decir, con un mínimo retroceso respecto al cierre del jueves.
El presidente Alberto Fernández se refirió el viernes a la turbulencia que esta semana golpeó con fuerza a los activos argentinos de renta fija, dijo que sigue de cerca la situación con su ministro de Economía, Martín Guzmán, y con el titular del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, pero trató de quitarle dramatismo a la situación.
Desde los Estados Unidos, el jefe de Estado dijo que su equipo económico preveía esta situación porque “muchas empresas se desprenden de títulos para cumplir con obligaciones”.
“Creo que la cosa se va a ir ordenando paulatinamente. Y obviamente seguimos de cerca el tema para monitorearlo y para intervenir si es necesario”, remarcó Fernández.
