En el segundo trimestre de 2022, el 40,4% de los asalariados mendocinos trabajaba de modo informal. Aunque el porcentaje es alto, se trata del más bajo desde que empezó la recuperación postpandemia. De hecho, entre abril y junio del año pasado había alcanzado el 44%, el valor más elevado desde el cuarto trimestre de 2005, cuando trepó al 46,8%.
Los datos de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), basados en los de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares), señalan que, en el segundo trimestre de este año, había 336.438 mendocinos empleados, de los cuales 135.989 no contaban con descuentos jubilatorios, por lo que trabajan en negro. Esto implica un 40,4% del total de asalariados y marca un descenso a partir del 43,6% del primer trimestre de este año.
También se aprecia que hubo una pérdida de 960 puestos de trabajo, ya que en los tres primeros meses de 2022 había 337.398 personas empleadas y en los tres segundos, 336.438. Este dato parece contradecir el que el Indec dio a conocer sobre el segundo trimestre: que la tasa de desocupación en el Gran Mendoza había pasado del 8,5% en el mismo período de 2021 a 5,6% este año.
Esta disminución implica que hubo 15 mil desocupados menos (se pasó de 45 mil a 30 mil en un año). Sin embargo, la tasa de empleo, es decir, la cantidad de personas que tienen trabajo dentro de la población económicamente activa, mostró una mejora de apenas 0,4 puntos porcentuales en el mismo período, lo que equivale a 8 mil trabajadores nuevos. La diferencia de 7 mil personas se explica por el hecho de se considera desocupados a quienes se encuentran buscando activamente un trabajo y, cuando dejan de buscar, ya no engrosan el número de desocupados.
Pero se debe resaltar que, aunque en el segundo trimestre de este año se perdieron 960 puestos de trabajo con respecto al primer trimestre, el número de trabajadores informales, según los datos de la DEIE, se redujo en 11.420, mientras que hubo 10.280 nuevos puestos formales. De hecho, se contabilizaron 200.449 empleos registrados; el número más alto desde el cuarto trimestre de 2019, cuando eran 201.984.
Analizar el mercado laboral
En cuanto a esta mejora en la proporción de empleados en condiciones informales, el asesor del Ministerio de Economía y Energía de la provincia, Sebastián Laza, explicó que, cuando el empresario ve que hay un cierto horizonte de mejora en las condiciones, blanquea. Y sumó que, después de una crisis, al comenzar la reactivación, los primeros empleos que se recuperan son en negro, mientras que la recuperación del empleo formal es más lenta.
El porcentaje del 40% de empleo informal, indicó, se corresponde con la media histórica nacional y el único que logró bajarlo al 30% fue Néstor Kirchner, en sus primeros años de gobierno, porque la economía tuvo un crecimiento muy grande y, cuando los empresarios anticipan varios años de expansión, blanquean. Esto, pese a que casi todos los ministros suelen ofrecer moratorias y condiciones propicias para el blanqueo de trabajadores informales y capitales.
Laza comentó que quienes toman empleados en negro lo suelen hacer por el temor de tener que pagar indemnizaciones que los lleven a la quiebra si las condiciones empeoran y se ven obligados a reducir su planta de trabajadores. Aunque también mencionó que el costo laboral es alto, ya que además del 15% de aportes que se descuentan al trabajador, el empleador debe sumar un 20%, lo que influye en su margen de ganancia.
Sobre los motivos que pueden haber favorecido un descenso de la cantidad de mendocinos con un empleo informal, pese a que el contexto económico sigue siendo adverso, el economista señaló que, si bien se trata de una situación complicada, la economía no se ha frenado, sino que crece, aunque con alta inflación. En este sentido, planteó que un crecimiento de 4 puntos, como habrá en 2022, no es despreciable. De manera que el empresario no siente aún que la crisis lo paraliza, por lo que hay una cierta movilidad laboral; “no la deseable, pero hay algo”, indicó.
Empleo, planes y jubilaciones
Por su parte, el economista y docente, Carlos Rodríguez, planteó que el 40% sigue siendo un valor muy alto, sobre todo cuando se considera que los trabajadores que no realizan aportes luego se terminan jubilando con una moratoria y eso impacta en el sistema jubilatorio. Y acotó que no hay otra parte del mundo en la que se destine una proporción tan grande del presupuesto a jubilaciones y planes sociales.
Pese a eso, consideró positivo que las tasas de empleo y desempleo en Mendoza se vayan acercando a los valores históricos, prepandemia, que siempre estuvieron por debajo los de otros grandes conglomerados urbanos, como Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Y también que, aunque 40% de empleo precario sea un número elevado, esté empezando a descender.
Rodríguez recordó que, cuando se creó la Asignación Universal por Hijo para los trabajadores informales, se pensó que, con el tiempo, se iban a reconvertir a empleos formales, lo que no sucedió. En gran medida, porque el sistema de contratación es restrictivo y las empresas evitan las cargas laborales, que les “llegue de repente un bono que no se habían imaginado” y la posible litigiosidad.
Esto ha llevado, continuó, a que los trabajadores sin aportes hayan estado siempre en torno al tercio del total. Esta modalidad de empleo, que incluye a los monotributistas que en realidad trabajan en relación de dependencia, es preponderante en los dos extremos etarios: los jóvenes que están buscando sus primeras experiencias laborales y la gente mayor.
En cuanto a las actividades en las que predomina la informalidad en la provincia, la información de la DEIE (en este caso del primer trimestre de 2022), revela que en el servicio doméstico alcanza el 86%, el 72% en la construcción, el 65% en trabajadores de hoteles y restaurantes, el 48% en comercio, el 38% en servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler, y el 33% tanto en servicios como en industria.