Más de una vez hemos escuchado y leído que los argentinos estamos obsesionados con el dólar. Si entendemos que la idea de “obsesión” refiere a una “fijación con alguna idea, persona u objeto que va más allá de lo racional”, aquel pensamiento no solo es equívoco, es falso. La relación que los argentinos mantenemos con el dólar es totalmente racional desde el punto de vista económico. No existe ninguna obsesión.
La pregunta que puede surgir es: ¿por qué entonces los ciudadanos de otros países, que también son racionales, no están tan pendientes del dólar? La respuesta es sencilla: porque sólo en la economía argentina se dan en forma casi permanente situaciones patológicas que en otros se dan sólo ocasionalmente y por poco tiempo. Ésta sí es una patología. La “obsesión” por el dólar es sólo una respuesta racional a esa patología del sistema económico.
Lo explico con un ejemplo sencillo. Para quienes quieran una explicación más “técnica”, la incluyo en la nota al final (que no hay necesidad de leer).
Si usted tiene dinero ahorrado y quiere preservar su integridad y poder de compra, no conviene tenerlos bajo el colchón. Allí puede ser atacado por los ratones, los ladrones o la inflación. Es mejor colocarlos en algún activo (real o financiero) y darlos en custodia a alguna institución que se especialice en eso, como un banco. Pero cuidado: a la hora de elegir un activo usted debe tener en cuenta dos cosas:
1. Hay tres características “deseables” en un activo real o financiero: a) rentabilidad, es decir, que si hoy ud pone $ 100, mañana recupere más de $ 100, b) seguridad: que si ud pone $ 100, cuando el plazo venza esos $ 100 (por lo menos) estén alli y c) liquidez, es decir que ud pueda vender el activo con rapidez cuando lo desee sin sacrificar el precio.
2. Ningún activo real o financiero puede tener las tres al mismo tiempo: un inmueble puede ser rentable y seguro pero no será líquido. A un plazo fijo le pasa algo similar. Un bitcoin puede ser muy líquido y rentable pero no será seguro. Un bono de la Reserva Federal de EEUU puede ser seguro y líquido pero no será muy rentable (paga un interés bajo), etc. Si por un momento apareciera un activo “estrella” que reúna las tres, los inversores correrían “en manada” a comprarlo, entonces subiría su precio y bajaría su rentabilidad, perdiendo rápidamente el activo entonces esa condición deseable.
Esto implica que a la hora de invertir ud. debe elegir cuáles condiciones deseables prioriza (según su personalidad, la urgencia para utilizar los fondos, su edad, etc.), o bien combinar activos para tener algo de cada una, lo que en la jerga se llama “diversificación de cartera”.
En Argentina, la situación extraña que se da desde hace décadas y casi en forma permanente (salvo algunos cortos períodos) es que existe un activo que reúne las tres condiciones y que no pierde ninguna: el dólar.
En Argentina el dólar es seguro, es muy líquido y ... también es rentable (a veces, muy rentable). Esta última condición es la clave: en Argentina, son comunes expresiones como “al dólar no hay que dejarlo, hay que esperarlo”, o bien “el dólar nunca baja, se agacha para pegar el salto”, que indican que siempre se espera ganar dinero con la sola tenencia de dólares.
Es importante notar aquí que no se trata de activos en dólares que rindan intereses: la rentabilidad aparece por la sola tenencia de la moneda, aquí está la patología y la particularidad que se da en Argentina. Los contadores sabrán que incluso la técnica contable en Argentina reconoce un “resultado por tenencia de moneda extranjera”.
En otros países no es así ya que el dólar es una moneda extranjera más, que se usa en operaciones vinculadas al resto del mundo como importaciones, exportaciones o movimientos de capitales. La condición de rentabilidad por tenencia no existe. Salvo momentos muy especiales y breves no se invierte en dólares para ganar dinero por su sola tenencia en cartera.
Así, en otros países el dólar es un activo financiero más, que compite con los otros a la hora de invertir. En Argentina es el activo “estrella” desde hace años. Las condiciones de inestabilidad macroeconómica y en particular cambiaría abonan el terreno para que el dólar sólo pierda esa condición en algunos breves lapsos de calma. Por eso, salir a buscarlo en cuanto el panorama se complica no es una obsesión, es totalmente racional.
La profecía autocumplida es el paso siguiente: salen a comprarlo “en manada” y el dólar sube, otorga rentabilidad a quien lo compró y por eso vuelve a atraer nuevos inversores. El círculo vicioso se debilita o se fortalece, pero no desaparece. Sólo puede cortarse con un “shock de confianza” o bien con una suba suficiente (devaluación) para desalentar a futuros compradores.
Ni obsesión ni irracionalidad. Decisiones racionales de personas racionales que hace años viven en un escenario que oscila entre la esperanza y el abismo.
*El autor es Director del Centro de Investigación y Vinculación Económica (CIVE) UNCuyo.