El Gobierno nacional logró sortear la tensión cambiaria que provocó una “mini corrida” contra el peso y terminó la semana con el dólar revirtiendo la tendencia, lo que de alguna manera le permitió mostrar fortaleza para enfrentar las turbulencias a las que puede exponerlo el mercado.
El pico de nerviosismo se vivió el jueves cuando cerca del mediodía el blue se vendió a $ 1.300, precio al que apareció la oferta de divisas y se inició una caída sostenida.
Al cierre de las operaciones de este viernes, el “blue” recortó gran parte de esa suba y culminó en $ 1.220, a $ 80 de aquel pico y con una clara tendencia bajista. De todas formas en la semana se incrementó $ 100 y $ 180 desde el inicio de mayo.
Un comportamiento casi calcado tuvieron los dólares financieros, que se habían disparado al rango de $ 1.265 / $ 1.275 para retroceder en forma marcada en la última rueda del período.
El MEP terminó la semana en $ 1.205, mientras que el Contado con Liquidación (CCL) quedó en la franja de $ 1.234 (siempre de acuerdo con el título con el que se realice la operación).
El dólar mayorista quedó en $ 890 con lo cual la brecha con el paralelo se redujo a 37%, desde el 44% que alcanzó en la víspera.
Los operadores atribuyeron este comportamiento a “la volatilidad” a la que se enfrenta el mercado cambiario, dado que las condiciones generales no se modificaron en cuanto a la situación política y financieras.
En las mesas de dinero y dentro de los corrillos de agentes cambiarios aún persiste la discusión sobre si la caída que se produjo entre jueves y viernes fue a partir de una oferta genuina de divisas o hubo llamados y “operaciones encubiertas” desde el Ministerio de Economía y el Banco Central para forzar la situación.
En el Palacio de Hacienda optaron por no pronunciarse al respecto y ante diversas consultas la respuesta fue lacónica y simple: “Todo normal”, dando cuenta de una prudencia que revela que episodios de este estilo pueden volver a repetirse en un futuro no tan lejano dado la actual coyuntura.
De todas maneras, también perciben que un cierre de semana con una situación diametralmente opuesta al inicio les permite plantarse ante el mercado de una manera diferente y enviar señales sólidas.
Al mantenerse el discurso y no haber nuevas medidas, también se le envió una señal a los sectores exportadores que especulan con la liquidación de la cosecha, quienes ahora tendrán más dudas sobre seguir aguardando una devaluación para finalmente volcar su producción al mercado.
En este contexto cabe la aclaración realizada en reciente declaraciones por el economista, Juan Carlos De Pablo, quien consideró que no puede denominarse “corrida cambiaria” a un escenario donde el Banco Central compra reservas, aunque reconoció una multiplicidad de factores para explicar la turbulencia.
Si bien lo está haciendo a un ritmo menor al que debiera para esta época, el Banco Central compró hoy U$S 117 y en el mes sumó U$S 2.407 millones. Desde la asunción del nuevo Gobierno la autoridad monetaria adquirió U$S 17.131 millones. De todas maneras las reservas brutas se encuentran en U$S 29.113 millones, debido a los diferentes compromisos que se deben saldar en moneda extranjera.
El dato distintivo fue que mejoró el volumen de operaciones en el MULC al ascender a U$S 338 millones.
La semana que viene será clave para la sanción de la Ley de Bases y es la principal jugada del Gobierno, dado que apuestan a que la firma del dictamen que podría producirse entre martes y miércoles despejará aún más la tensión sobre la plaza cambiaria.
El mercado bonos no corrió la misma suerte que el dólar ya que los títulos soberanos otra vez sufrieron fuertes pérdidas con el AL30 a U$S 54,31, lejos de los U$S 60 a los que supo aspirar. Por eso, el Riesgo País avanzó otro escalón hasta 1.443.
El MERVAL transitó la rueda con calma y terminó equilibrado.