La evolución y la innovación son componentes intrínsecos del mundo del vino. Tomando el modelo de bodegas españolas que sumergen sus vinos en las costas de la península, o como lo hizo Bodega Wapisa en el mar Atlántico, Gonzalo Capelli, gerente de Administración del Grupo Foster Lorca, sugirió en un grupo de buceo del que forma parte replicar la experiencia en Mendoza. A falta de mar, decidieron bajar algunas botellas en el dique Potrerillos para experimentar sobre la guarda debajo del agua. Así, depositaron vinos a ocho metros de profundidad para lograr “una evolución diferente”.
Si bien desde la bodega en la que trabaja Capelli le dieron la aprobación para probar el proceso con 500 botellas, la logística para inmersión hizo qua replanteara la decisión y junto a Rodrigo Romero de Viejo Isaías y Leo Quercetti de Absurdo optaron por comenzar con pequeñas cantidades para verificar los resultados.
“Estamos probando la evolución de los vinos debajo del agua. Allí se dan condiciones de temperatura, presión y oxígeno constantes que no encontramos en una cava tradicional. En teoría, la maduración que podría tener un vino en botella fuera del agua, al sumergirla, se acelera el tiempo. Lo que podría tardar seis meses en la tierra, allí se da en un tiempo menor”, comentó a Los Andes Capelli.
Lo que el dique se llevó
Esta idea comenzó hace un año, cuando decidieron bajar las primeras doce botellas. Sin embargo, cuando fueron a buscarlas se encontraron con que el dique se las había “tragado” y no pudieron localizarlas.
Firmes con su idea, volvieron a intentar en el mes de abril de este año. Allí, Capelli había depositado vinos de la línea Fantasía de Bodega Mauricio Lorca, de los cuales ya sacó dos botellas, las cuales esperan al propietario de la bodega, que se encuentra en España, para hacera la primera degustación de los resultados.
Y el pasado sábado se dio la última bajada, donde las bodegas dejaron en el fondo del dique doce botellas de Poético Malbec de Bodega Mauricio Lorca, Absurdo Cabernet Franc 2019 y Juana Blend 2019 de Viejo Isaías.
El problema con las primeras botellas fue que no tenían referencia exacta de donde las habían depositado, algo que corrigieron con un sistema de boyas y una pequeña jaula para las próximas experiencias.
“Hasta el momento tenemos 24 botellas, de las cuales hay algunas que ya hemos sacado para probar. Esto se puede hacer a gran escala, pero preferimos hacerlo con volúmenes reducidos para ir probando los resultados”, detalló Gonzalo Copelli.
Esta primera experiencia tiene una proyección a futuro. “La idea es poder tener una jaula grande con unas 500 botellas en guarda que se puedan ir rotando y poder extenderlo a otras bodegas también, no es algo que está cerrado”, sostuvo.
Cómo se sumergen las botellas en Potrerillos
Tal como contamos, el proceso fue perfeccionándose en las distintas bajadas. Con su grupo de buceo, marcan un rumbo y contra rumbo con un punto exacto en el que descienden. Además de las botellas sueltas, algunas son colocadas en una pequeña jaula completamente cerrada, para evitar que el movimiento propio del dique pueda “perderlas”.
Debido a su pequeño tamaño comparado con la inmensidad del espejo de agua, tanto la jaula como las botellas son señaladas con un sistema de boyado. “Las botellas quedan fondeadas con la boya de referencia. Lo que pasó con las primeras es que quedaron sobre la vegetación que hay en el lecho. Lo que vemos como el fondo no es real, sino que tiene algunos centímetros más abajo”, describió Gonzalo Capelli.
Cuándo abrirán las botellas
Según comentó el referente del Grupo Foster Lorca, si bien ya han sacado algunos ejemplares, el plan es traer a la superficie las botellas sumergidas en el mes de octubre unos tres meses después y hacer la degustación en el mes de enero de 2022.
“Hemos hecho una trazabilidad de las botellas que hemos sumergido y tenemos la contra muestra de cada uno de esos vinos para poder hacer la comparación cuando los abramos. La idea es poder hacer una degustación para ver la evolución en el dique Potrerillos”, anticipó Capelli.
Una nueva experiencia turística
Combinando su pasión por el buceo y el mundo del vino, Capelli sugirió que esta experiencia puede convertirse en un nuevo atractivo ecoturístico en la provincia, que se puede extender a otras bodegas, por fuera con las que él trabaja.
“Podríamos bajar una jaula de gran tamaño con botellas de distintas bodegas y se podría ofrecer al turista vivir la experiencia de poder sacar su vino de la profundidad y después degustarlo”, imaginó, aunque aclaró que se trata de algo que comercialmente no han desarrollado.
Para eso, explicó que deberían aunarse los colegios de buceo que hay en la provincia y algunas bodegas que estén interesadas en la experiencia para poder sumar una nueva actividad. “Hoy en día es una diversión para nosotros, pero entendemos que puede darle un valor agregado al mundo del vino”, concluyó.