Zona Este: desde 2010 se han perdido más de 4.000 hectáreas de viñedos

Son datos que surgen de un amplio relevamiento que realizó el INV para conocer la situación de la vitivinicultura en todo el país. Preocupa la rentabilidad del productor en esta región.

Zona Este: desde 2010 se han perdido más de 4.000 hectáreas de viñedos
En alerta. Dirigentes sectoriales sostienen que hay problemas de rentabilidad, de abandono de fincas y de dispersión de propiedades, entre otros. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

En el Este provincial, 74% de los viñedos tiene menos de 10 hectáreas y alcanzan el 30% de la superficie cultivada en esa zona. Por otra parte, el 52% de la extensión con vid tiene una antigüedad de entre 20 y 60 años y un 13% tiene más de 60 años. Estos son algunos de los datos que permiten apreciar el relevamiento que realizó el Instituto Nacional de Vitivinicultura, con datos de todo el país.

El presidente del INV, Martín Hinojosa, detalló que se trata de un informe integral del sector vitivinícola, que le propuso al ministro de Agricultura, Luis Basterra, y que se realizó con personal del instituto, sin contratar a una consultora externa. El resultado es un completo análisis de cada zona vitivinícola del país, con diferenciación incluso de áreas dentro de cada provincia, como en el caso de Mendoza.

El relevamiento está dividido en tres partes. La primera, que se dio a conocer ahora, desglosa la producción primaria en términos de superficie cultivada, tamaños de viñedos, variedades, destinos de la uva, sistema de conducción, tipo de riego, antigüedad de las plantas, protección antigranizo, etc. Luego se presentará otra, que analizará la elaboración, y una tercera, sobre la comercialización (mercado interno y externo), a las que se sumarán las conclusiones.

Este documento, planteó Hinojosa, constituye un aporte fundamental para el Plan Estratégico Vitivinícola, ya que permite diseñar objetivos por zona, teniendo en cuenta la diversidad de situaciones. En este sentido, destacó que son datos concretos, no opiniones de una cámara o un sector, que surgen de las declaraciones juradas y que han sido chequeadas por el instituto.

Resaltó que no sólo es información que permitirá tomar decisiones estratégicas por parte del Estado, sino que también servirá al productor y al resto de los eslabones de la cadena, como aporte para saber qué conviene hacer en determinada zona.

Sobre algunos datos llamativos, Hinojosa señaló que, en todo el país, 77% de los viñedos tienen una extensión menor a las 10 hectáreas, con lo que apenas representan el 29% de la superficie cultivada con vid. En este panorama, el Valle de Uco y la zona Centro de la provincia superan la media nacional del tamaño medio del viñedo (9,1 en el país y 9,9 en Mendoza), con un promedio de 22 hectáreas y 20, respectivamente.

La zona Este es la que ocupa el primer lugar, a nivel país, tanto en superficie cultivada (en 2019, alcanzó las 64.035 hectáreas, lo que representa el 29,8% del total), como en cantidad de viñedos (6.708 el año pasado) y en número de propietarios (4.569, con un tamaño medio por propietario de 14 hectáreas).

En estos departamentos, 74% de los viñedos tiene una superficie inferior a las 10 hectáreas y un tamaño medio de 4 hectáreas. Ese 74% representa el 30% del total cultivado con viñedos. Sin embargo, los datos históricos que incluye el informe del INV permiten apreciar que se pasó de un esquema productivo en el que, en 2000, casi la totalidad de los cultivos se encontraba en fincas de 25 hectáreas o más –de hecho, casi 99% tenía más de 100- a otro en el que, 20 años después, apenas 7,6% supera las 100 hectáreas.

Hinojosa detalló que lo que suele ocurrir es que las propiedades se van dividiendo por herencia. Así, un hombre muere y se fracciona la finca entre sus hijos, y nuevamente en parcelas más pequeñas en la generación siguiente. Esto va ligado a la mayor antigüedad de los viñedos. En el Este, apenas 35% de la superficie de vid fue plantada a partir de 2000, mientras 52% tiene una edad de entre 20 y 60 años y un 13%, más de 60 años.

El titular del INV indicó que el 42% de la superficie y el 47% de la producción en la zona Este está abocada a uvas rosadas y Pedro Giménez, que son aptas para la elaboración de mosto. En este sentido, recordó que Argentina es el principal exportador de jugo concentrado de uva.

Pese a que las variedades criolla grande y cereza son las que más superficie han perdido en los últimos 10 años, 2.179 hectáreas y 1.188 respectivamente, siguen siendo las que concentran mayor extensión (30,6%). Le siguen en disminución las Pedro Giménez (-900 ha) y moscatel rosado (-747 ha). Como contraparte, han ido ganando territorio malbec (+1.939 ha), ancellotta (+962 ha), aspirant bouschet (+729 ha) y torrontés riojano (+167 ha).

Gabriela Lizana, presidenta de la Asociación de Productores del Oasis Este (Aproem), señaló que, cuando desde el INV le comentaron del relevamiento, sugirió que se considerara la situación de abandono parcial de los viñedos, ya que muchos productores siguen trabajando sólo una fracción de las fincas, pero no lo notifican al organismo, lo que puede provocar que las 4 mil hectáreas que el informe plantea que se han perdido desde 2010 sean, de hecho, más.

Lizana planteó que, producto de no ser considerados en las políticas públicas, en el Este se ha generado una transferencia de recursos desde el sector productor y trasladista al de los fraccionadores y distribuidores, de modo tal que la rentabilidad del sector primario ha ido cayendo y eso repercute en el mantenimiento de las fincas.

Recordó que esa zona vitivinícola fue cuna de emprendimientos muy importantes, como Gargantini, que tenía el predio más grande del mundo, y coincidió en que las propiedades se van dividiendo, en muchos casos, por herencia. Pero también señaló que el fraccionamiento se produce por las dificultades económicas para hacerse cargo de fincas de gran tamaño.

Pese a eso, destacó que recientemente han desembarcado en la zona empresas importantes, incluso extranjeras. Por otra parte, indicó que se han empezado a ver cultivos de pasturas, y de chacra y hortalizas en general, porque el productor vitivinícola busca alternativas. Lizana consideró que se podrá volver a ese pasado en el que había frutales y otros cultivos, no solamente vid, en el Este.

Si bien destacó que las tierras son aptas para elaboración de vinos de alto nivel enológico –y que muchas bodegas compran uva barata allí para fraccionarla en otras zonas-, consideró que el desafío es que se desarrolle un poco mejor la uva para mosto, con variedades de alto rendimiento, en un número menor de hectáreas, para no generar un sobrestock.

Por su parte, Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, comentó que este informe confirma lo que vienen planteando desde la entidad: que en la zona hay problemas de rentabilidad, de abandono de fincas y de dispersión de propiedades; un proceso que viene desde hace años y que se va a acentuar en la medida en que no mejore la situación para el productor. Es que, si bien señaló que la función de éste es abastecer al mercado, parece que más bien lo ha estado subsidiando.

Si bien en esta temporada ha habido una mejora en el precio del vino, Sosa indicó que aún están 30 o 35% por debajo de los costos. Y resaltó que en setiembre de 2016 el litro de vino se fue a $ 15, que es cuando se importó, y en agosto de 2020 se está pagando entre $ 15 y $ 16, pese a que en estos cuatro años ha habido inflación de entre 30 y 50% anual. De ahí que, aunque la recuperación –se pasó de $ 8 a $ 15 en 2020- da un respiro a los productores, siguen en situación de quebranto.

Sin embargo, no consideró que una respuesta a esto sea que el gobierno fije un precio mínimo, sino que se debería llegar a un consenso generalizado para que toda la cadena entienda que se sostiene a partir de un productor que, si no tiene rentabilidad, dejará de producir y no sólo se complicará el abastecimiento de los mercados interno y externo, sino que el impacto social será muy fuerte.

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