La extensa y abrumadora ola de calor que soportó nuestro país en estos días, la octava en un verano totalmente atípico, debe seguir alertando sobre los efectos de los cambios climáticos imperantes en el mundo. Y nos advierte que la situación debe ser considerada con la seriedad que impone.
Son cada vez más fáciles de encontrar los ejemplos de la grave anomalía climática. En lo que respecta a la Argentina, el aumento tanto de frecuencias como de intensidad de los períodos de calor extremo, o fuera de época.
Meteorólogos y estudiosos del clima indican, a modo de advertencia, que el calentamiento global, que es una de las consecuencias del cambio climático imperante, arroja los resultados que estamos viendo y soportando. Y advierten, por otro lado, que el fenómeno del actual verano se encuentra en línea con lo que científicos ya venían anunciado hace varias décadas atrás. No hay dudas de ello. Se trata de algo contundente.
A partir de estas consideraciones cabe una importante pregunta. ¿Se encuentra el tema entre las prioridades de los países influyentes? Relativamente. Por ello es justo destacar y recordar que esta situación anómala sí ha sido frecuentemente advertida por el papa Francisco, posiblemente con más interés y preocupación que muchas autoridades y dignatarios de países y organizaciones del mundo comprometidas con la necesidad de atemperar los efectos nocivos de la contaminación ambiental que conduce al calentamiento.
Por lo tanto, en el marco del abundante despliegue evaluativo de su gestión que se generó en los últimos días por la celebración de los diez años de pontificado, es pertinente reiterar que la problemática climática siempre fue una de las mayores preocupaciones de Francisco.
Es que el Papa ha expresado más de una vez su enorme preocupación. Incluso, hace un par de años efectuó una advertencia que no muchos tomaron con plena seriedad en el mundo: el número de desplazados en distintos países también como consecuencia de las alternaciones de tipo climático. Es algo que no se advierte plenamente o que directamente se deja en un segundo plano.
En efecto, la Santa Sede ha advertido a través de documentos especialmente elaborados que hay en el mundo millones de personas que se ven obligadas a “huir” de sus lugares de asentamiento porque sus hogares dejaron de ser habitables a raíz de las cada vez más evidentes alteraciones del estado del tiempo.
El Papa, precisamente, dedicó más de una reflexión a esos escritos del Vaticano. “El deterioro del clima –sostiene el jefe de la Iglesia- es muy a menudo el resultado de decisiones equivocadas y de actividades destructivas, del egoísmo y de la negligencia, que ponen a la humanidad en conflicto con la creación, que es nuestra casa común”.
En otra participación suya sobre el tema, el Papa planteó que “el fenómeno del cambio climático se ha convertido en una emergencia que no permanece a los márgenes de la sociedad”.
Sirvan, por lo tanto, estas reflexiones de la Iglesia de estímulo para que las autoridades civiles tomen conciencia de la premura con la que deben encarar este flagelo climático.