Sospechamos que nadie tiene la última palabra o toda la verdad en materia del arbolado público, una de las piedras preciosas del bienestar mendocino.
Como la defensa del agua, el amparo del árbol es esencial para la vida en un clima semidesértico como el que nos ha tocado en suerte. Todos los que habitamos el territorio debemos ponernos de acuerdo y coordinar la mejor existencia del aliado vegetal que tenemos en derredor y que hace posible el desarrollo de múltiples actividades, especialmente en los cálidos días del verano cuyano.
Por eso enfatizamos en que las políticas públicas sobre el árbol se deben tomar en armonía con los estudios, puntos de vista y recomendaciones de las instituciones que investigan el valor del paisaje cultural del oasis irrigado como la construcción de un modelo de asentamiento en el desierto.
En ese sentido se ubica el reciente Foro del Arbolado, realizado en el Colegio de Arquitectos de Mendoza. En ese encuentro se colocó al árbol como patrón ambiental y fundamento de una estrategia de oxigenación y regulación de temperatura frente a un ambiente a veces un poco hostil, sobre todo en la temporada del estío.
Entre las principales problemáticas identificadas por los profesionales reunidos se mantuvo como una de las acuciantes la pérdida de masa arbórea por falta de riego, la poda incorrecta y excesiva, la impermeabilización del espacio público, la mutilación y eliminación de especies arbustivas y árboles por razones de seguridad y mayor visibilidad, destruyendo el ecosistema ya construido durante décadas.
También se analizó como una realidad negativa la instalación de usos recreativos, necesarios para los ciudadanos, pero criticados por excederse el proyecto en solados impermeabilizados en parques y espacios verdes que formaban parte del bosque urbano del modelo de oasis, desestimando su enorme valor como regulador ambiental.
Asimismo, fue planteada la necesidad de insistir en la valoración del bosque urbano como pulmón ambiental que provee oxigenación, preservación de la biodiversidad y regulación la temperatura urbana.
Otro de los puntos que transcribimos fue: “Se prioriza la crisis hídrica, sin considerar los efectos ambientales negativos por mayor emisión de carbono a la atmósfera, que puede traer la pérdida de masa arbórea”.
Además, deben utilizarse herramientas para el monitoreo a futuro del estado del arbolado público, como el proyecto del Censo del Arbolado, presentado por el Unicipio.
Asimismo, es preciso imitarse ejemplos como el de la empresa a cargo del tendido de las redes eléctricas en el Este mendocino que, con criterios de responsabilidad empresaria, compensan la pérdida de ejemplares que ocasiona el tendido, con un sistema de plantación de ejemplares de algarrobo en los puestos del secano de esa zona de la provincia.
De las diversas conclusiones de las deliberaciones, destacamos, entre otras, la necesidad de rescatar el modelo de asentamiento patrimonial e histórico y consolidar el concepto del árbol como regulador de la temperatura urbana; la urgencia de detener el deterioro de la masa arbórea del bosque urbano, modificar los criterios de poda, y mejorar el sistema del riego, evitando impermeabilización de nichos y acequias.
Sería propicio entonces que las conclusiones de la reunión se debatieran con el elenco del Gobierno provincial que se dedica a proteger los recursos naturales, no porque esté toda la verdad en las conclusiones del foro del CAMza sino porque debatir y compartir visiones sobre un tema tan propio de los mendocinos puede contribuir a la superación de los problemas en el cuidado y desarrollo del árbol.